Historia de la filosofía antigua griega
Juan
José Angulo de la Calle
La
filosofía occidental nace en la antigua Grecia con el
paso del mito al logos. Los preludios de la filosofía fueron los
escritos de los llamados “7 sabios jonios” (Tales, Anaxímenes,
Anaximandro, Parménides, Heráclito, Empédocles...). Trataban de
investigar el ser de la realidad (qué significaba el verbo ser y a
qué se refiere). Consideraban el ser de las cosas, lo que hace ser a
las cosas, como fundamentado en un principio. Tales decía que el
principio de todo es el agua, Heráclito decía que era el fuego;
Anaxímenes, el aire...
Se
puede entender de esa forma que el principio es el elemento básico y
fundamental de la realidad. Sin embargo, Anaximandro señaló que el
principio era la indeterminación y Empédocles señalaba que los dos
principios que forman la realidad son el amor y el odio (la atracción
y la repulsión de los componentes entre sí). Así, se puede ver que
no trataban solamente del ser material, sino que trataban de
averiguar qué es lo que define el ser y lo constituye. Se puede
interpretar que la referencia al fuego de Heráclito es una metáfora
de la realidad, que cambia de la misma manera que crepita
constantemente el fuego; hablar del agua puede referirse a la
adaptabilidad de la realidad...
Sócrates
cambió el centro de la reflexión desde el ser al deber ser. Él
quería saber, pero tenía serias dudas de todas las afirmaciones que
recibía y que todas las personas consideraba evidentes. Formuló
preguntas a las personas que parecían saber y a las que habían
tratado el ser, y comprobó que no estaban tan fundamentados sus
asertos, al resistir a las dudas y preguntas. Llegó a la conclusión
de que él no sabía nada, pero que, al menos, era consciente de su
propia ignorancia, frente a los que creían saber y no sabían.
Vio
la necesidad de replantearse todo por las preguntas y haciendo caso
no a lo que la mayoría daba por hecho, sino haciendo caso a un
“daimón” interior (una forma de conciencia) que cuestionaba lo
que todos consideraban bien. Introdujo cierta subjetividad en el
saber, el saber no está ahí fuera exclusivamente y dio importancia
a los conceptos, de los que trataban las preguntas y que se alejaban
del pensamiento tradicional griego más centrado en lo concreto que
en lo abstracto.
Sócrates
no trató el tema del ser, tal vez por no hallar fundamentación
suficiente, y se centró en reflexionar sobre la ética. Entendía
que había que investigar qué es el bien, en abstracto, y que hay
que buscar su concepto. A las malas personas las consideraba
ignorantes. Sus dos principios eran los lemas del oráculo de Delfos:
“nada en exceso” y “conócete a ti mismo” (consulta a tu
“daimón” interior).
Platón
es el discípulo de Sócrates y en parte le sigue. Dedica bastante
parte de su obra a la reflexión ética acerca de la la justicia y el
bien. Pero sobre todo sigue su tendencia a buscar los conceptos
generales, a los que convertirá en ideas inmutables pertenecientes a
otro mundo, del que se basaría el nuestro.
Platón
recoge la idea de Heráclito de que todo cambia y trata de
reconciliarlo con la interpretación de Parménides, que indica que
el ser no cambia. Admite que las cosas no paran de cambiar, pero
indica que la presencia de ideas inmutables con sentido tienen
también fundamentación. Como las ideas no pueden surgir de un mundo
mudable, afirma que las ideas pertenecen a un mundo eterno, del que
se basaría el nuestro (siendo una mala copia de él).
Platón
tiene que buscar una fundamentación de los conceptos porque una
realidad constantemente cambiante no permite inducir conceptos
generales, ni conocimiento estable. Platón pone como principio de la
realidad las Formas o Ideas eternas y a la racionalidad formal como
la forma de conocimiento fiable, frente a los subjetivos y confusos
sentidos.
Aristóteles, discípulo de Platón, le replicó que el mundo de las ideas es indemostrable e indicó que no hace falta para hablar de las Formas de las cosas, que la forman están ya en los seres. Son las esencias, las estructuras básicas y fundamentales de todo ser (algo parecido al ADN y a las fórmulas químicas). Por ejemplo, el ser humano es un animal racional, lo que le define es su capacidad de utilizar el discurso articulado y lógico.
Aristóteles, discípulo de Platón, le replicó que el mundo de las ideas es indemostrable e indicó que no hace falta para hablar de las Formas de las cosas, que la forman están ya en los seres. Son las esencias, las estructuras básicas y fundamentales de todo ser (algo parecido al ADN y a las fórmulas químicas). Por ejemplo, el ser humano es un animal racional, lo que le define es su capacidad de utilizar el discurso articulado y lógico.
Se hecha de menos, en este condensadisimo apunte a la filosofía, alguna mínima referencia a Oriente, cuya profundidad de pensamiento y extraordinaria originalidad en desplazar el punto de vista, tan pocas veces se tenga en cuenta.Cuando hablan de Filosofía, deberían denominarla: "filosofía occidental", porque en el resto del vasto Mundo ha existido la filosofia, como método para responder las preguntas esenciales,desde que el Mundo es.
ErantzunEzabatuCierto es que su aserto comienza con "La filosofía occidental..."
ErantzunEzabatuSí, tienes bastante razón, el artículo trata sobre la filosofía occidental y ya le he cambiado el título.
ErantzunEzabatuNo he tratado la filosofía oriental (ni las demás del mundo) porque no las conozco en profundidad y no he querido dar una mala plasmación, Jacinto.