2014(e)ko otsailaren 24(a), astelehena

"Sucesión"


Sucesión”

Juan José Angulo de la Calle



Frontera de Atarpia, año 20 de la Edad de Hierro

Se arrodilló para contemplar el rastro que él había intentado borrar con bastante habilidad. Estuvo unos segundos analizando los restos y, al fin, dedujo la dirección que había tomado Rolan apenas unos días antes. Las lecciones que había aprendido de sus hermanas a base de palizas habían dado finalmente sus frutos y ahora, si vieran a su hermana pequeña y débil, sentirían menos desprecio por ella. 

En aquella época era la vergüenza de la familia real de las Amazonas, la hija menor y patética de la orgullosa reina, y ahora era la Tirana de uno de los reinos más poderosos de la civilización Central. La nombró candidata ideal en su testamento el primer Tirano y marido suyo, cierta parte del Senado la apoyó y mató al resto de candidatos en el Círculo de la Muerte, ganándose con sangre la jefatura del estado y de gobierno.

Su primera decisión fue buscar a Rolan, el segundo Tirano de Atarpia, decisión que fue muy criticada por los senadores. Rolan había salido del Reino de forma escandalosa matando con locura a todos los campesinos que se encontraba por el camino y había humillado al ejército masacrando él solo a veinte soldados bien preparados y jóvenes. 

Ella lo justificó señalando que se había llevado la Espada, el símbolo del poder del primer Tirano, la primera espada de hierro que dejó atrás a las de bronce y con la que el primer Tirano mató al último Rey y a su guardia real. Hubo quejas, pero todos los caballeros senadores tuvieron que resignarse a que la jefa de estado de hecho se fuese de palacio y desatendiese los asuntos del Reino.

Si bien el rastro era incierto, según avanzaron la Tirana y su guardia por los bosques pudieron encontrar pistas más claras: aldeanos asesinados brutalmente sin piedad. Nadie sabía por qué, pero desde que Rolan salió de la acrópolis había estado matando indiscriminadamente a toda persona con la que se encontraba. 

Muchos decían que estaba loco, otros, que estaba maldito y las personas más sensatas señalaban que él asesinaba para no dejar testigos de su deserción. El Senado, ante todos estos rumores indignos, proclamó que Rolan había ascendido a la divinidad, igual que el primer Tirano tras morir, y que era un dios furioso de la muerte, por lo que defendían que había que temerle y adorarle por su poder.

Hipólita, la tercera Tirana, pudo ver entre los cadáveres algunos restos de Rolan que indicaban su estado de salud y trazó un plan para el futuro enfrentamiento, aprovechando sus debilidades. Atravesaron el bosque y vieron un claro. La Tirana no dijo nada, pero la ausencia de sonidos de animales indicaba que había una persona cerca. Los soldados no notaron nada porque no habían sido nunca cazadores y se contagiaron por la aparente tranquilidad de su gobernante.

La Tirana se internó en el claro sin perder detalle de cada sensación. Notaba el movimiento del viento junto a los holores que transportaba, el silencio reinante y cada pequeño cambio en el bosque que les rodeaba. 

De repente, salió algo como una exhalación contra ella. Hipólita se tiró de lado al suelo, cayéndose. Para cuando Rolan se volviera para atacar, ella ya le había cortado los talones con su espada. Él cayó como un árbol, pero se arrastró hacia ella respirando con dificultad con total obcecación. Los soldados reaccionaron con rapidez y le golpearon con el extremo de la lanza que no disponía de una punta de metal. Para cuando ella se levantó, Rolan ya estaba inconsciente por la pérdida de sangre y por la pulmonía.

Se despertó en una tienda junto a un fuego y completamente atado. A su lado, estaba ella que le sonreía con naturalidad y le posó en su frente un pañuelo empapado con agua caliente. Él se revolvió resoplando, lleno de ira, pero comprobó que estaba atado y que le fallaban las fuerzas.

-No puedes matarme, así que podemos hablar- suspiró Hipólita-.

Rolan resopló, resignándose a su nueva situación.

-¿Qué quieres? Ya tienes la Espada, la Primera, la que nunca se usó con justicia y sin crueldad- resopló Rolan con dificultad.

-No he venido por la reliquia de mi marido -confesó la Tirana-. He venido por ti, por el Tirano de Atarpia.

-Tú llevas la cinta real y Sila te nombró segunda heredera. ¿Para qué nadie querría que un monstruo volviese a ocupar el trono?

-La gente, a pesar de tus desmanes, te adora -le espetó la Tirana-. Todo el mundo te relaciona con Sila. Cuando él mató al rey, tú fuiste el primero en reconocerle, llamándole: “Rey”. Tu capitán te espetó: “ningún asesino puede ser rey” y tú le increpaste mientras le asesinabas: “todo rey es un asesino”. Le volviste a llamar rey y la masa lo coró. Te adoran, lo mismo que adoraban al primer Tirano.

-Yo no quiero ese puesto corrupto, en el que no mandas sino que obedeces -deliró Rolan-. Hace tiempo comprendí que la sociedad es un completo absurdo. Los esclavos sufren sin siquiera pensar en rebelarse, los proletarios solamente viven para el vino, los nobles se hunden en la decadencia del fastuoso gasto constante en fiestas narcotizantes porque se aburren de su abundancia y los ricos comerciantes son unos avaros que viven como pobres para ser los más ricos del cementerio. La sociedad es el consentimiento de la opresión y la asunción de las agresiones del fuerte por parte del débil. Toda vida es absurda. Traté de acabar con la vida como Tirano por medio de guerras estúpidas y genocidas, pero el Senado me amenazó porque la masacre no es invasión y no viene bien para los negocios.

Rolan resopló y se puso a toser violentamente hasta que, de pronto, se calmó y suspiró.

-El Tirano no es nada, el poder lo es todo y el poder no es la violencia, es el dinero -siguió delirando Rolan-. Se suele decir que la fuerza es la base de Atarpia, se sueña con la violencia. Sin embargo, todo puesto de poder viene, en realidad, por el dinero. Son ciudadanos y pueden votar aquéllos que son soldados, pero lo son porque pueden permitirse comprarse una armadura. Los candidatos a senadores lo son por formar parte de la caballería, pero solamente pueden mantener un caballo los nobles y los altos comerciantes, que son ricos. El dinero, el robo y la corrupción son la base de la sociedad, la base del mundo. Todo está podrido y yo quise acabar con tanta poza.

Rolan miró hacia arriba con la mirada perdida y quedó en silencio profundo durante un largo rato, hasta que soltó un resoplido clamoroso.

-La muerte es lo mejor. Solo ella es justa. Acaba por igual al rico y al pobre. La muerte es el final, cuando llega se termina la existencia y, por tanto, desaparece el sufrimiento. No hay nada que supere su beatitud. Acaba con el verdugo y libera a la víctima. Cuando matas a alguien, desaparece todo el dolor que padecía o el que podía provocar en los demás. La muerte es lo que redime a la vida. Si algún día la perdemos, lo lamentaremos eternamente.

Hipólita pestañeó con tristeza, sin saber qué responderle y lloró viendo los síntomas que observó en la respiración y sudoraciones de Rolan. Él iba a morir pronto y no había nada que ella pudiese hacer para remediarlo. Repentinamente, Rolan desfalleció y se puso a dormir. La Tirana le cubrió con cuantas mantas le fue posible y aprovechó para hacerle tragar una sopa muy densa.

Llegó la noche y Rolan se debatió entre escalofríos y estertores, mientras una pesadilla le atormentaba. Él se revolvía sin parar, luchando contra los terrores que estaba sintiendo y gemía agónicamente. Eran los últimos momentos de su vida y solamente podía sufrir compulsivamente los horrores vitales y sociales que habían marcado su existencia. De pronto, expiró y pareció que le había llegado por fin la paz, pero la expresión de su rostro reflejaba todo lo contrario.

2014(e)ko otsailaren 20(a), osteguna

Ser-en-el-mundo junto con ser-con-otros



Ser-en-el-mundo junto con ser-con-otros

Juan José Angulo de la Calle

Heidegger es un filósofo que, ante todo, se ha dedicado a la ontología. Sin embargo, parte de la existencia para llegar al ser (en tanto en cuanto el existente es el que se dedica a investigar el ser). La existencia es la esencia del hombre, su modo de ser. El modo de ser que le define es el ser libre. [...] La esencia del hombre viene caracterizada por el hecho de hallarse frente a un complejo de posibilidades entre las que las que no le queda más remedio que elegir.1 El ser humano para ser tiene que actuar, y ese actuar es en un mundo. Es en el mundo. Esto le vincula a las cosas y a las personas. Somos con otros.

El ser-con-otros no es mera existencia compartida de un mismo mundo. Nuestros valores y afectos también van dirigidos hacia los demás, nuestro ser también se forja hacia los demás. “[ ...] Todos y cada uno de nosotros estamos constituidos a la vez por nuestras preocupaciones, en las cuales hacemos uso de los objetos en cuanto útiles, y por nuestra solicitud por las personas ( [ ...] el profesor como profesor implica al alumno)”2

2.1 La inautenticidad

Lo propio del ser humano es elegir. Si se ve demasiado influenciado por los demás puede perder su autenticidad. Si se comporta como los demás esperan que se comporte, si sigue sus tradiciones y costumbres... se limita la elección. Se actúa automáticamente, sin elegir. Se aliena la libertad.


Para comprenderse, el hombre puede adoptar como punto de partida o bien a sí mismo, o bien al mundo y los demás hombres. En el primer caso tiene una comprensión auténtica, mientras que en el segundo tiene la comprensión inauténtica, que es el fundamento de la existencia anónima. La existencia anónima es el reino del “se”, donde domina totalmente el se dice o el se hace. Abandonarse a esta actitud significa aceptar una de las posibilidades que la existencia humana ofrece, puesto que la estructura impersonal de la vida social es también constitutiva del modo de existencia del ser humano, que es ser-en-común. Pero es tomar un camino que, lejos de permitir la realización de su genuina trascendencia, es decir, la persecución de las posibilidades que le son propias, termina depositando al hombre mismo al nivel que las cosas del mundo[cosificación]. Cuando ello ocurre, podemos decir que la existencia se ha desprendido de sí misma y ha caído en el mundo, ha quedado atrapada en él. El yo ha sido sepultado dentro del uno[ o mundo del “se”].

[ ...] O, con otros términos, cuáles son esas “posibilidades más propias” a las que se ve obligado a renunciar ese hombre que se mueve automáticamente por los senderos trillados del mundo organizado [o trance socialmente consensuado].”3


1 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 185
2 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 187
3 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 188

2014(e)ko otsailaren 18(a), asteartea

El poder soberano



El poder soberano”

Juan José Angulo de la Calle


El “homo sacer” es una figura dentro del derecho romano, en la cual la vida y la política acaban indiferenciados porque dicha vida forma parte de la política y dicha política se convierte en forma de vida para el condenado a dicha pena. Empecemos por lo básico. Desde Aristóteles, la vida pública y la privada se han distinguido completamente; tanto que poseen virtudes distintas, las intelectivas (propias de la vida contemplativa, la vida privada) y las virtudes prácticas (políticas). La figura del derecho romano del homo sacer cuestiona esta concepción y muestra que las instituciones políticas de los países occidentales han tenido otro funcionamiento. 

La condena del homo sacer hace que no sea sancionable el asesinato de dicha persona: “La vida insacrificable y a la que, sin embargo, puede darse muerte, es la vida sagrada”.1 Su vida o su modo de vivir queda conformado por esta realidad jurídica: está afectada por dicha condena. Su vida resulta configurada según dicha realidad, su reflexión acerca de cómo tendrá que vivir ante dicha situación estará basada en ésta. Tendrá que valerse por sí misma dicha persona dado que el estado ha proclamado que no va a defenderlo. Está fuera del ordenamiento legal normal, en tanto que no goza de las garantías de las que se supone que se encarga, y a la vez está dentro de él en tanto resulta ser una figura jurídica (ya registrada), aunque excepcional. Está desde cierto aspecto fuera y, a la vez, está dentro de la legalidad.

Partiendo de esta figura, Agamben trata de definir la soberanía cuyo ser se inscribe en la excepcionalidad. Carl Smith muestra que el poder deriva del soberano y que se sabe quién es el soberano, el poder fundacional o principio del poder, cuando se aplica el estado de excepción. La soberanía se define no por la normalidad sino en la excepcionalidad, es su “esencia”. El poder fundamental se muestra (y se aplica) en los momentos de crisis en los que suspende el funcionamiento normal de las instituciones políticas, a través del estado de excepción. 

El poder soberano que hizo nacer y que funda los organismos políticos y jurídicos, que sólo dimanan de él, sólo puede concebirse como tal en tanto que pueda suspender dichas instituciones. Si el poder soberano hace que se forme la política, también la deshace y sólo se puede concebir dicho hacer precisamente en que tenga poder de deshacer (se ve que la hace, en tanto que él es el que puede provocar que deje de ser: decide sobre su ser, está bajo su poder y eso muestra que él la fundamenta). 

La aplicación de la manifestación del poder soberano se encuentra dentro del sistema político y jurídico, está dentro de las constituciones occidentales los momentos y los mecanismos en los que se permite que el poder soberano (sea el Rey, las Cortes o el Presidente de la República) pueda suspender la normalidad institucional.

Dicho principio fundamental o arjé tiene de terrible el hecho de que afecta a la vida privada de las personas, tanto, que política y vida acaban indiferenciadas bajo esta realidad. El estado de excepción altera la forma de vida de las personas, en tanto que, bajo la excusa de la seguridad y el orden, se amplían las prohibiciones, la represión y las restricciones en una búsqueda de control total. 

Todas las actividades que en momentos de normalidad se podían realizar sin que la legalidad los restrinja, se ven impelidos a no realizarse y cambia la vida: los toques de queda hacen que se alteren los planes de vida; la invasión de la intimidad por parte del poder soberano puede ser ejercido con la excusa de la seguridad; y las detenciones fuera de juicios, tales como los casos de los presos de Guantánamo. 

La excepcionalidad llega a la vida corriente y la convierte en parte de la realidad política, la vida queda ordenada por la política, se la trata como concepto como parte a tener en cuenta para organizar y administrar según los planes ejecutivos del estado de excepción.

Los resultados de dicha concepción de la soberanía ha sido la formación de estados en los que se puede aplicar el estado de excepción, el recorte de libertades y derechos. Desde la figura del “homo sacer” y del dictador romano (más tarde emperador), reconocido dentro de la constitución romana, la excepcionalidad ha sido la base de la soberanía; y ha derivado dicho principio a los campos de concentración, y hasta la política de George Bush con su campo de concentración moderno de Guantánamo (situado en un vacío legal, dentro de la legalidad en tanto que se puede hacer porque la ley no lo prohíbe) y sus demás recortes de libertades a cambio de seguridad.

La política y la vida resultan, en estos estados que conciben y practican así la soberanía, indisociables e indiferenciados. La política se introduce en la vida privada de las personas y la organiza, la planifica, la define como ha de ser según la legislación y la domina. La vida queda determinada por la política del estado de excepción y se determina por él, no sólo porque el modo de vivir tiene que tener en cuenta dicho estado y actuar en consecuencia, sino que queda definido según él en tanto que se convierte en una realidad seguida, registrada y tipificada por el estado que trata de controlarla. 

 La política se adentra en los ámbitos de la vida y se tiene que entender como bio-política. La política se ocupa de la vida como si de un botánico se tratase y queda fijada ésta por la política, haciendo que sean sólo una cosa. Sólo dentro de este marco se han podido dar realidad las leyes de eugenesia y eutanasia de la Alemania nazi, las prácticas de invasión de la intimidad de los ciudadanos por parte del gobierno Bush –que espía los correos electrónicos y las llamadas telefónicas-, y la ley seca y las antitabaco. Dicha concepción hace de la vida una ocupación del gobierno y lo convierte en un objeto de manipulación y administración.

La cuestión sería saber si es posible que haya otro fundamento de la política o eliminar dicha idea de principio político para impedir que la excepcionalidad sea la base de los estados occidentales y se tienda a estados democráticos en los que o bien la soberanía obedezca a la voluntad del pueblo, al mundo de la vida, o bien que el poder del pueblo esté tan presente, que la participación activa del pueblo pueda afectar tanto a las instituciones de representación, que sea innecesaria la aplicación de la excepcionalidad y de un poder soberano que se envista como “portavoz” del pueblo y vaya contra él: que no se tenga que decidir entre libertad y seguridad, y en la que el poder del pueblo sea suficiente como para no necesitar soberanos.
1 Giorgio Agamben, “Homo sacer: el poder soberano y la nuda vida”. 1995. Valencia. Editorial Pre-textos. P.108

2014(e)ko otsailaren 15(a), larunbata

El payaso Toneti









































El payaso Tonetti (Bilbao). Se debería revalorizar la desprestigiada figura del payaso. El humor es un recurso que, aparte de mejorar nuestra calidad de vida, puede valer para encarar la dura realidad. Si podemos ver que la realidad a veces es tan absurda que es ridícula, podemos burlarnos irónicamente de ella, le quitamos hierro y podemos seguir adelante. Ésta es una manera de tomarse las cosas bastante sana y positiva.

2014(e)ko otsailaren 13(a), osteguna

Haikus de invierno


Haikus de invierno

Juan José Angulo de la Calle


INVIERNO

El viento choca
contra el cristal, lo empaña:
es tarde de invierno.

Piar de los pájaros
en la tarde de invierno.
¡ Gran extrañeza!

El viento fresco
mueve ramas y hojas:
es la armonía.

El viento fresco
nos da frío a todos hoy
sin perdón.

Hay sol y frío,
los jovencitos hablan
sin decir nada.

Ramas desnudas
en el camino a casa,
la voz se apaga.

Trino de pájaros
en ramas sin hojas.
Rumor del tráfico.

Parque con fuente,
los trinos lo recorren
como el viento.

Golpes de gotas
se oyen sobre el paraguas.
Invierno vasco.

Nubes y nieve
se mezclan en la montaña:
parecen uno.

Nubes de carbón.
Oscuros están el cielo
y mi corazón.

Espeso el cielo,
espesa la cabeza:
el tiempo pasa.

Los copos vuelan
y mi corazón
se desconsuela.

2014(e)ko otsailaren 12(a), asteazkena

Winning the prize


Winning the prize

Juan José Angulo de la Calle

On fourtheenth of March we won the lottery, so this day we celebrated a party with all the family and friends. The next day we paid our debts and we decided to do a trip around the world.

That weekend we went to the airport and we flew to Germany, but then the hotel and the restaurants were very expensive (like nowadays) and we wasted all the money on only six days. Therefore, we had to work in the hotel to pay our debts and this work was so difficult because none could speak in German. Finally, we earned enough money to come back to Barakaldo.

2014(e)ko otsailaren 11(a), asteartea

Haikuak euskaraz


Haikuak


Juan José Angulo de la Calle

NEGUA


 Iluntasuna
zeruan eta lurrean.
Aterki barik.









 

UDABERRIA 

Euri gogorra.
Soinu lasaigarri bat
lehioetatik.
 


UDA 

Eguzki zeruan,
izerdia mugitzen da
bizkarran behera.
 


UDAZKENA 

Haizea arnasa
ia bezalakoa da,
kalean gora.

2014(e)ko otsailaren 8(a), larunbata

La explotación laboral y la alienación en Marx


La explotación laboral y la alienación en Marx


Juan José Angulo de la Calle



 
Karl Marx 001.jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx#/media/Archivo:Karl_Marx_001.jpg
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 Explotación laboral

 

Legalizada la propiedad privada, los patrones pueden hacer lo que quieran en sus empresas, incluído hacer uso de la explotación.  Los trabajadores no reciben lo que producen, se les paga por su esfuerzo (su fuerza de trabajo) y, por tanto, no se les paga lo que merecen (los bienes y servicios que han producido).  Producen una serie de bienes y servicios, generan un valor, pero no se paga el fruto de su trabajo, no se paga su trabajo, sino un sueldo a cambio de su esfuerzo, que es mucho menor que lo que han producido.  Por lo tanto, los trabajadores son explotados.


Los productos tienen un valor de uso, una utilidad.  Por ejemplo, el paraguas sirve para protegerse de la lluvia.  Por su utilidad, los productos son comprados, pero el valor de uso es subjetivo: la utilidad de un producto respecto a otro es completamente diferente.  Para tener una medida objetiva para marcar el valor de un producto, se utiliza el tiempo de trabajo que se requiere para producirlo como medida de valor; este valor se refiere a lo que en general, socialmente, se suele tardar en producir un producto.  Cuanto más tiempo se requiera para su producción, más caro será.  


En ese tiempo de producción, los trabajadores transforman las materias primas en un producto elaborado introduciéndole en esa elaboración un valor determinado. La forma de asignar el valor de una forma objetiva es en función de las horas que son necesariamente (a nivel general, como media social) para elaborar un producto. A más horas empleadas, más grado de elaboración (y relativamente más costes) y, en consecuencia, mayor grado de elaboración.

 

En un mercado mercantilista, el intercambio de mercancías se produce por el cambio de Mercancía a Dinero, y una posterior compra de otra Mercancía que se necesite. M-D-M  Es intercambio de mercancías, mercado y flujo de productos en los que todas las partes obtienen un producto del mismo valor que necesiten.  

 

En el capitalismo, el dinero es un fetiche abstracto, es capital o valor muerto o irreal (acciones bursátiles, créditos, tipos de interés, fondos reservados, cripto-monedas).  Sustituye a objetos que realmente tienen valor, valores reales o valores de uso realmente útiles y tangibles. Y la abstracción del dinero se convierte en un fin, es un medio de acumular valor cuantitativo abstracto y la posibilidad abierta de la acumulación hasta cantidades más altas que las riquezas, bursátiles, crediticias, fiduiciarias, fondos, crédito y valores reales.


En el capitalismo, la mercancía es un medio para el logro de más capital, de más valor y mayor cantidad de dinero posible o virtual.  La fórmula es D-M-D'. El dinero compra una mercancía, materias primas, para que sea transformado en el trabajo produciendo bienes y servicios elaborados con mayor valor (cambio a productos más elaborados, cuyo valor se cuantifica con el tiempo socialmente necesario que se requiere para producirlo: la media de horas que se tarda en la transformación de materias primas en bienes y servicios de mayor valor).

 

A los bienes y servicios les asignan un valor añadido, una plusvalía.  Gracias a ella, los patrones consiguen una gran ganancia, un beneficio mayor.  Sin embargo, a los trabajadores no se le paga ese valor excedente, sino que se le paga solamente el esfuerzo. Se le retribuye un sueldo que siempre es menor que el valor que han producido.  No se les paga lo que producen y, por lo tanto, les están explotando.

 

“El obrero comunica un nuevo valor al objeto de trabajo, añadiéndole una nueva dosis de trabajo, cualquiera que sea el carácter útil de éste. [...]



[...] Cierto es que el valor se mide por el quatum de trabajo contenido en una mercancía; pero este quatum está, a su vez, socialmente determinado.  [...] su valor siempre se mide por el trabajo socialmente necesario, es decir, por el trabajo necesario en las condiciones sociales del momento. [...]



[...] llamo trabajo necesario al trabajo desplegado durante su tiempo: necesario para el trabajador porque es independiente de la forma social de su trabajo; necesario para el capital y para el mundo capitalista, ya que dicho mundo se basa en la existencia del trabajador.



El tiempo de actividad que rebasa los límites del trabajo necesario supone, evidentemente para el obrero un gasto de fuerza de trabajo, pero no crea valor alguno para él.  Crea una plusvalía que, para el capitalista, tiene todos los encantos de una creación ex nihilo.  Yo llamo a esta parte de la jornada de trabajo tiempo de trabajo excedente, y al trabajo invertido en ella, trabajo excedente. [...]


La cuota de plusvalía es, por tanto, la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por el capital o del trabajador por el capitalista.”6

 
 
Todo esto ocurre por existir la propiedad privada de los medios de producción de recursos para subsistir, que obliga a los despropiados a entrar a trabajar por necesidad (por no tener medios) en las condiciones que establece la patronal.  La patronal ni siente ni padece, se dedica a buscar la mayor ganancia y está dentro de la dinámica del capitalismo como sistema que conduce a la acumulación de capitales a cada vez menos manos (para que haya más beneficios posibles).  
 
La patronal no genera el valor, el que lo genera es la elaboración del trabajo y la introducción de las horas como criterio objetivo para cuantificar el incremento del valor por la transformación del trabajo.
 
Como no pagan en función de lo que producen, se da explotación.  Siempre habrá explotación laboral mientras haya propiedad privada porque existirá una patronal buscadora del mayor ganancia (aunque sea a costa de la explotación) y metida en un mercado que presiona por la competencia extrema hasta que se dé acumulación de capital a cada vez menos manos (dando lugar a cada vez menor número de empresa, empresas más grandes y a un reparto menor de las retribuciones -hoy diez propietarios disponen de casi la mitad de la riqueza del mundo-).

Siempre habrá explotación porque es lo que genera más ganancias y, los patrones que deben competir con otros, tendrán que tener más beneficios e inversiones por medio de acumular la producción y los beneficios (además, que también su asignación es alta por ser propietarios y buscan la mayor riqueza personal).
 
No hay posibilidad de llegar a acuerdos porque la patronal y la clase trabajadora tienen intereses totalmente contrapuestos: la patronal busca la mayor ganancia como sea (incluso con explotación laboral) y la clase trabajadora necesita que las retribuciones se ajusten a lo que se produce en el trabajo para poder subsistir, disponer de una residencia y mantener a los hijos.
 
La patronal no cederá nada, no estará dispuesto a ganar menos, en beneficio de mejoras salariales porque sus intereses son la acumulación cada vez mayor de capitales.  La única forma de hacer que se logren mejoras en las condiciones sociales es por medio de la lucha obrera, en la que la presión por huelgas (y otras formas de desestabilización) obliguen a que la patronal haga lo que no quiera y ceda algunas condiciones.
 
Pero nunca estará dispuesta a quitar la explotación porque es el mayor medio para lograr ganancias.  La única forma de que haya garantías de que se retribuya a las personas trabajadoras lo que necesitan es por medio de acabar con la explotación. Y la forma de acabar con la explotación es por medio de eliminar la propiedad privada y toda posibilidad de explotación.  
 
Así, la clase trabajadora podrá gestionar las empresas como ya lo hacen las cooperativas y eliminarán toda posibilidad de explotación laboral.

La clase alta no estará dispuesta a que esto ocurra y utilizará toda la presión económica para que los gobiernos repriman la lucha obrera y revolucionaria.  
 
Los gobiernos, formados por partidos políticos financiados por donaciones anónimas de la patronal y por préstamos a bancos, harán lo que se les exigen y reprimirán por todos los medios (hasta usando medidas excepcionales y el ejército).  
 
Una revolución sería una guerra porque la patronal presionaría al Estado para acabar con todas las formas de lucha revolucionaria.  Y la única forma de que la revolución comunista no sea desangrada como la Comuna de París es por medio de una insurrección popular que tenga suficiente fuerza como para lograr la toma del poder y la conquista de la democracia.

Según Marx, tras la revolución la clase trabajadora, instigadora de la toma del poder, deberá tener unos poderes especiales temporales para la realización progresiva de la colectivización de las empresas a manos de la clase trabajadora y la instauración de un gobierno de la clase trabajadora, ya en el poder, que permita realizar los cambios necesarios para la paulatina eliminación de las clases sociales por medio de organizaciones como la Comuna de París (asamblearia, con cargos rotativos, obrerista y popular).
  
 6 Marx, K. (1967). El capital.  Libro I.  Trad. J. M. Figueroa.  Barcelona: Ediciones Orbis, 129-137.
 
 

 Alienación

 
Cuando se usa la palabra alienación, lo primero que nos pasa por la cabeza es el alien de la película del octavo pasajero.  Se visualiza a un ser extraño, ajeno a nosotros y que va contra nosotros.  Y en ciernta medida tiene que ver con este concepto.
 
La alienación es un proceso de extrañamiento, extrañamiento hacia uno mismo, en el que uno se ve a sí mismo (o a su modo de vida con la que tendría que producir su individualidad, su modo de actuar propio, su modo de ser) como un ser extraño a sí mismo. Ciertas actitudes que potencia el sistema o que nos obliga a realizar nos produce una insatisfacción, malestar e incompletud respecto a nuestra propia vida. 

Los modos de vida a los que nos vemos envueltos por el sistema nos hacen ver la vida como algo insatisfactorio, rayante y como una mierda. Tales modos son el trabajo y el consumismo, entre otros. 
 
Nos vemos en una condición en la que no nos identificamos, dado que se actúa en modos de vida promovidos por otros y que son para otros, sobre los que no podemos intervenir y en el que no podemos mostrarnos activos ni expresar nuestra individualidad. 
 
Unos modos que van contra nosotros, que nos producen abotorgamiento mental, incapacidad crítica e insatisfacción a medio plazo en el caso del consumismo; y, en el caso del trabajo, embrutecimiento y asqueamiento físico y mental. Es un proceso de deshumanización.

Para definir la deshumanización, primero hay que aclarar antes qué concepto de humanidad se maneja. Según Karl Marx, el ser humano, diferenciándose al animal, es el que produce sus medios de vida, su vida material (según un determinado modo de actividad y confiriéndose así un determinado modo de vida). 
 
Los animales se desenvuelven en el medio para subsistir (consumen los alimentos del medio directamente), el ser humano tiene que transformar el medio para crear sus propios modos de vida, interpone entre sus necesidades y su satisfacción, los medios de producción. 
 
Dichos modos de producción son unos modos de vida (modo de subsistir en primer lugar) y por ellos puede expresar su individualidad (cada técnico hace las cosas a su manera y así puede exteriorizar y hacer que surja la manera propia de comportarse y de ser –carácter-) y se socializa (las distintas labores tienen que complementarse y trabajar en equipo). 

El ser humano se hace transformando el medio y a sí mismo. Al transformar el medio, hace surgir nuevas necesidades: sociales (por crear los medios de producción en equipo y colaboración), culturales (por crear señas de identidad en el grupo o comunidad frente a otros) y económicas. Se humaniza en la actividad. La humanización es la evolución de las necesidades en su búsqueda de autosatisfacción.

Los medios de producción (los modos, materiales y sociales de producir unos productos o servicios) son expresión de la libertad humana, se pueden realizar de una manera o de otras. La manera de cada persona de realizar el trabajo expresa y permite desarrollar la individualidad, siempre en colaboración con los demás, dado que la producción es exterior y requiere de materiales que producen los demás, y que requiere para crear los productos y los medios de producción la participación y colaboración de los demás.

Según Marx, la alienación se produce en el trabajo asalariado del capitalismo. El ser humano objetiviza su trabajo (en el que se individualiza y se identifica con él) con el producto, que en el Capital el producto pasa al empresario y toma un funcionamiento, dicho producto, propio y distinto al que lo produce (el producto tiene un modo de ser o circulación propio, al que el trabajador se tiene que someter, en lugar que el trabajador sea el que imponga sus condiciones y necesidades al producto). 

La mercancía se vuelve extraña al trabajador y se le enfrenta. Se le obliga a someterse a los ritmos de la producción (que vienen de otros, del empresario y del mercado) y modos de producción mecánicos del objeto, en vez de que realice el obrero los objetos a su propio ritmo y manera. Tiene que “hacerse al objeto” o al modo acelerado de producir objetos (también servicios y ventas) en competitividad. 
 
No desarrolla su individualidad ni su modo de ser social, dado que produce su extrañamiento hacia sí mismo en la actividad en que tendría que hacerse (y no crear aquello que le perjudica y le crea malestar) y perjudica a la sociedad por alimentar un sistema que enajena y da al consumismo. 

Su obra no le sirve a él, ni a la sociedad. No le pertenece su propio trabajo, pues sus ritmos son impuestos, no los controla ni puede intervenir sobre ellos. El trabajo es para otro (el empresario). Se ve reducido el trabajador a la condición de una máquina, a un instrumento. Se produce un embrutecimiento físico y mental. 
 
Y todo para un sistema del que no se puede identificar y con el que está en contradicción, porque no puede intervenir sobre él y no lo controla, y, en segundo lugar, porque le perjudica y le explota (no se le paga en función de las riquezas o bienes y servicios que produce, sino por un sueldo que no coincide nunca por lo que produce porque sino no tendría beneficios el empresario sino una cierta cantidad de dinero como los demás).

Sólo desarrolla sus funciones animales (comer, beber) y placeres pasivos poco duraderos e insatisfactorios (consumismo) en los que no se desarrolla. Hay una escisión con el resto de sus funciones (emocionales, culturales, personales). El trabajo no es vivido por el trabajador como algo suyo o propio, sino como algo exterior en que no se realiza, sino que se niega y degrada.

Su “ser social” en el trabajo va contra su individualidad frustrada y queda enajenado con los demás, pues son con los que realiza las relaciones sociales alienantes (la producción en el Capital) y con los que puede estar en oposición por estar en competitividad con ellos por la lógica del propio funcionamiento de las empresas privadas. Se disocia de los demás y de la sociedad.

El ser humano sólo se puede realizar como tal en el trabajo. La alienación en el trabajo se produce en el momento en que al ser humano ya no le pertenece su propio trabajo, como tampoco el fruto del mismo. Ama el trabajo cuando él mismo lo regula y disfruta de su producto (al poner su “sello personal” y al darse lo que le corresponde, sin explotación). 

Cuando se ve obligado a entregar su trabajo al empresario (con sus ritmos, con explotación y a la manera que exige la competitividad y el consumismo) se aliena. La enajenación se acabará en el trabajo cuando el libre desarrollo de cada uno (sólo posible por no tener injerencias externas, por no haber empresarios y ser gestionadas las empresas por los trabajadores), cada cual con su habilidad y capacidad, dará al libre desarrollo de todos (por actividad laboral creativa).

Otras formas de alienación son: 

1) consumismo, que nos reduce a ser sólo dinero, a que se nos juzgue por lo que se tiene y no por lo que se es; y que da a placeres pasivos, que nos reduce a ser como plantas o drogadictos; 

2) sexismo, en el que la mujer dentro de un mundo de hombres se ve reducida a ser una sierva y estar ajena a ese mundo en el que no puede (o no la dejan) intervenir; 

3) televisión, crea un sujeto pasivo, con un gran abotorgamiento mental y con reducida capacidad crítica que no vive la vida y no se desarrolla; 

4) los medios de comunicación, cuyo bombardeo de datos manipulados y tendenciosos, e imágenes impactantes crea indefensión para pensar lo que dicen, dada la imagen de objetividad “incuestionable” fomenta a no pensar la realidad y creer la de los medios: lo cual crea un sujeto pasivo y con mente abotargada y no crítica; 

5) imperialismo, que pretende imponer una identidad (y una serie de realidades políticas y sociales) sobre un pueblo, el cual se ve ajeno a modos de vida, culturales e identitarios impuestos y extraños; 

6) sexualidad reprimida, la imposición de un limitado modelo sexual heterosexual solamente genital tendente al matrimonio patriarcal y que se “venda” la imagen de otras formas como sucias (buscar más que la genitalidad o no buscar el compromiso se considera propio de “cerdos” o “zorras”) o inferiores (en el caso de la homosexualidad), limitando tanto se ejerce represión a un desenvolvimiento de la propia sexualidad que pudiese dar gratificación en la vida, provocando frustración y el no desenvolvimiento de una parte de la personalidad como es la capacidad afectiva y relacional; 

7) alienación carcelaria, los diversos métodos y funcionamientos de las cárceles que socaban la humanización tales como el aislamiento, las normas rígidas arbitrarias, las humillaciones, la tortura…, así como la reinserción a una sociedad ya alienada.
 
La alienación, principalmente, es un producto del tipo de trabajo asalariado y con explotación.  En él, las personas solamente pueden ser instrumentos para servir al objeto producido, de forma que se realice la mayor producción de bienes y servicios posibles, con los que se dan los beneficios.
 
Sobre se da la alienación en el trabajo capitalista, en tanto que los trabajadores son explotados y, por tanto, son tratados como medios a utilizar. En el capitalismo no se paga por lo que se produce. Se da explotación: no se tiene en cuenta las necesidades de los trabajadores.  Así, las personas trabajadoras son tratadas como instrumentos que deben "adaptarse" a los acelerados e insanos ritmos de competitividad del capitalismo.
 
Únicamente con la eliminación de la propiedad privada y la toma del poder de la clase trabajadora se logrará que haya un poder suficiente que permita eliminar toda posibilidad de explotación y su consecuente alienación.  Solamente la revolución social permitiría la toma del poder obrero para lograr que sean dueños de sus condiciones de vida y se puedan cumplir sus intereses.  
 
Sin la construcción del comunismo, se queda un capitalismo cuya dinámica inneherente es la explotación que logra la mayor ganancia a cada vez menos manos, la especulación inmobiliaria está en manos de los propietarios y son los que deciden sobre la posibilidad de acceso a los medios de subsistencia y la continuación de contradicciones como la mayor precariedad laboral (que facilitan condicionar a la clase trabajadora), el expolio de los recursos de los países pobres por parte de multinacionales con las que no puede competir, la acumulación de bienes a cada vez menos propietarios, o la alienación.



 Webgrafía:

 

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-"Cooperativismo, potencial alternativa":  

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-"La explotación laboral y el socialismo de mercado de Roemer":https://juanjoseangulodelacalle.blogspot.com/2015/02/la-explotacion-segun-roemer.html

 

-Le monde (28 de diciembre de 1982): “La economía de la Unión Soviética ha crecido a una media del 4,51% anual en las tres últimas décadas según la CIA”. El País, (consultado el 4 de agosto de 2021): https://elpais.com/diario/1982/12/28/economia/409878016_850215.html?ssm=TW_CC

 

-Mazo, E. S. (8 de noviembre de 2014): “China es ya la primera potencia mundial”. Expansión, (consultado el 11 de marzo de 2022): https://www.expansion.com/2014/10/08/economia/1412771929.html

 

 

-"Soviets, su abolición y burocratización de la URSS (perspectiva filosófica)":

https://juanjoseangulodelacalle.blogspot.com/2017/12/cooperativismo-potencial-alternativa.html

 

 

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