2014(e)ko abenduaren 27(a), larunbata

El materialismo de Marx



Materialismo histórico


Juan José Angulo de la Calle


El desarrollo de las fuerzas productivas lleva a un tipo de relaciones productivas y a un tipo de sistema económico que le sustente (en el que el valor sea el valor-trabajo porque permite la acumulación). Esas relaciones son jerárquicas y están llenas de contradicciones sociales como la explotación. El sistema económico sustenta las divisiones sociales porque se sustenta en la acumulación del valor en cada vez menos manos. El proceso del desarrollo de fuerzas puede tener lugar gracias a la propiedad privada: las clases ostentadoras de la propiedad privada de los medios de producción promueven el desarrollo de las fuerzas productivas para el logro del mayor beneficio para las mismas clases dominantes.

Todo ello deriva a unas condiciones de trabajo en el que aumenta la dependencia de los obreros respecto a las clases dominantes. Se da dicho proceso porque los trabajadores carecen de los medios de producción necesarios para subsistir. Los proletarios no tienen poder sobre los medios porque son acaparados por las clases dominantes por la presencia de la propiedad privada. Y esto ocurre a pesar que la producción y los beneficios y ganancias con los que se permite invertir en mejoras en la empresa sea realizada por los empleados. Todo ello lleva a que los empleados tengan que verse obligados a resignarse a aceptar las condiciones impuestas por la patronal.

El desarrollo de las fuerzas productivas viene por el desarrollo de la capacidad productiva: los trabajadores generan plusvalía y, de esa forma, surgen beneficios. Dicho desarrollo va orientado a conseguir el máximo beneficio (para los propietarios). 

Entonces, el desarrollo (optimización) da más cadenas, ritmos de trabajo cada vez más acelerados, condiciones laborales con cada vez mayor flexibilización o precariedad laboral (existente para conseguir más productividad y dependencia) y salarios cada vez más alejados del valor-trabajo realmente producido por los trabajadores. Lo cual quiere decir que no se paga al trabajador el valor producido por el trabajador, sino un sueldo que cada vez es más alejado de dicho valor y le impide adquirir bienes y servicios del mismo valor. Siempre ha de ser así en el capitalismo, dado que ante cada aumento de los salarios, suben los precios de los productos. Desde el punto de vista de los marxistas, el capitalismo siempre genera contradicciones sociales.

No solo hay mayor precariedad laboral, sino que el ritmo del trabajo ha aumentado. En los países desarrollados hay más trabajo en peores condiciones. En los países en vías de desarrollo la situación es todavía peor.

La descrita situación puede motivar la búsqueda del cambio social. En este tipo de relaciones sociales se dan contradicciones, conflictos. Los conflictos ocurren por haber entre las clases intereses contradictorios e irreconciliables: la clase dominante busca el máximo beneficio por cualquier medio, y la clase dominada aspira a que el pago recibido se ajuste con lo que produce. Los objetivos de la clase subordinada nunca se cumplirán porque entonces los empresarios no obtendrían grandes beneficios y sólo les quedaría un pago propio de un gerente, que es lo opuesto a sus aspiraciones. Esto lleva a la lucha de clases. Ella puede conducir al cambio revolucionario de la sociedad o a la aniquilación de ambas clases, según Marx.

De las contradicciones, aparece la motivación de buscar el cambio. Si se consigue, se cambia la sociedad y se produce una variación en la historia. Eso es el materialismo histórico: se explica los cambios sociales, económicos y políticos en la historia como el resultado de la presencia en cada época de una realidad material (relaciones sociales y de su consecuente distribución de bienes y servicios) llena de contradicciones (explotación de las clases productoras y relaciones de dependencia o estratificadas de forma jerárquica), la cuál lleve a la clase dominada de cada era a la búsqueda de eliminar las contradicciones y cambiar la sociedad, cambiando la historia si triunfa el cambio social.

La historia es construida por las acciones voluntarias y conscientes de los seres humanos. Se llega a la decisión de realizar dichas acciones por tener unas condiciones de vida tan difíciles que hacen deseable un cambio social. Las duras condiciones de vida pueden llevar a reflexionar sobre las posibilidades materiales o pensar si puede llegar a construirse otro tipo de sociedad con los elementos de la sociedad en la que viven. Las personas de una clase solo pueden decidir intentar crear otro tipo de sociedad si interpretan que es posible que pueda existir otra forma de organizar la sociedad. Si no pudiese ser imaginable una sociedad alternativa, no sería planteable la posibilidad de un cambio social y solo habría resignación y pasividad.

Las decisiones son derivadas de la razón. Se realiza un acto como resultado de una reflexión sobre la situación de cada persona y sobre las posibilidades que tiene la sociedad. Un curso de acción revolucionario será llevado a cabo si sus agentes interpretan como injusta la situación social, al creer que es viable construir otro tipo de sociedad en el que ellos estarían mejor y en la que recibirían lo que merecen. 

Solo se tomará como injusta una situación social si se interpreta que puede existir hipotéticamente otro tipo de relaciones sociales y otras formas de distribución –como ya se describió en la teoría de Roemer sobre la explotación-. Dicha interpretación, no será solo la conciencia de su situación tal como es en el presente. No lo será porque en ella hay una reflexión acerca de una sociedad en la que no se vive (la alternativa hipotética) y que será, entonces, fruto de su imaginación.


La conciencia de cada persona, entonces, le lleva a un tipo de conducta en la sociedad, la cual puede afectar a los demás. El modo de proceder de una persona tiene consecuencias en la sociedad. Si una persona tiene un comportamiento pasivo o conservador, fomenta un ambiente social de tranquilidad o de apariencia de falta de conflicto. Un modo de actuar reformista, por otro lado, impulsa a que haya un entorno social complaciente. Una conducta social más radical, por el contrario, produce crítica y un ambiente de lucha social.

Entiendo que en la conciencia de cada persona se reconocen dos componentes dentro de ella. Por un lado, estaría su aspecto material (creencias acerca de su propia vida y posibilidades, bajo unas condiciones de vida material -recursos- determinadas). Este aspecto sería el contenido de la conciencia. Esto es, las cuestiones o temas que son objeto de reflexión, preocupación o interés para cada persona, lo que vendría a ser el material del pensamiento).  

Por otro lado, estarían los valores o ideas acerca del modo de vida de cada persona, la manera de interpretar o valorar la vida material (interpretada bien como normal o bien como injusta). Este componente vendría a ser la forma del pensamiento, la estructura del modo de interpretar, la manera acerca de cómo considerar la propia situación y si es necesario (y posible) actuar para modificarla (si es interpretada como injusta) o no.

Las elecciones son resultado, entre otros factores, de las posibilidades de los agentes sociales. Entre dichas posibilidades se encuentran sus propias capacidades. Dichas capacidades son su actividad, su forma de transformar el entorno (para que sea más habitable, más hecho para la vida humana, más humano).

La principal posibilidad del ser humano es su capacidad creativa. Es la capacidad de hacer cosas nuevas por su ingenio, a través de su imaginación. Dicha creatividad se ve impulsada por la necesidad. Es decir, se transforma el entorno para poder vivir en él, para satisfacer nuestras necesidades. Por consiguiente, el ser humano realiza sus instrumentos, máquinas y artificios a su manera, mostrando su identidad, y, así, se reconoce en esa actividad y desarrolla su personalidad.

Cada ser humano hace su vida, se hace a sí mismo, a partir de transformar el entorno a partir de su propia forma de hacer las cosas, con su conciencia y su voluntad propia (no con la de otros).

El problema surge cuando el trabajo no sirve a la propia persona. Es decir, hay conflicto cuando el trabajo es para otro. Es la situación en el que el productor no realiza los medios de subsistencia a su manera y para sí mismo. Es el caso en el que dicho productor trabaja con ritmos establecidos y forzosos y se trabaja para otro. Cuando trabaja para lograr los beneficios de otro, a costa de no recibir los recursos que le corresponden -a costa de ser explotado-, convirtiéndose así el trabajo en algo ajeno, en algo alienante.

El trabajo, en esta forma, es alienante, ajeno al trabajador y extraño a él. Ya no es suyo, sino que el trabajo es el que posee al productor.

En una sociedad en la que el trabajo que realiza el productor es para otro (para beneficio de otro, con las condiciones, ritmos acelerados y entorno de trabajo que impone alguien externo), el trabajo se torna extraño. Ya no sirve a uno mismo, ya no satisface las necesidades vitales e inquietudes del propio productor y se torna insoportable. Se realiza únicamente por lograr dinero, no puede ser interiorizado y considerado como propio, en cierta medida es tomado como una forma de prostitución.

El objeto creado por la actividad técnica, el fruto del trabajo (bienes y servicios) es la objetivación del esfuerzo, dedicación, personalidad y voluntad de la persona que lo fabrica.

Es a través de ese objeto o de la forma de producirlo (en qué condiciones, y con qué objetivos) por el que se puede empezar a juzgar el tipo de trabajo que se está realizando en cada etapa de la historia. Según como sea el trabajo que realiza el productor, puede animarle a buscar un cambio en la sociedad en la que está enmarcada este tipo de producción y de distribución de recursos. El objeto debería servir a la persona a satisfacer sus necesidades. Debería ser una finalidad, no solo un medio para la pura subsistencia. Tendría que ser también un producto de las inquietudes del productor, de su personalidad. De esa forma, el trabajador podría verse reflejado en él y poder sentir que ha aportado algo propio al mundo, que su esfuerzo y habilidad particular ha podido exponerse.

Sin embargo, en la producción del capitalismo, el trabajador debe servir al objeto (y no al revés). El objeto se convierte en un fin en sí mismo y el empleado en un medio, un instrumento para que pueda ser producido. El trabajador se convierte poco más o menos en un apéndice de la máquina o proceso que permite su producción. Queda reducido a algo parecido a un “programa de ordenador” que tiene que planificar y pensar qué hacer a cada momento, qué botón apretar en el momento justo, cómo ordenar cada tarea y realizarlo con eficacia para conseguir servir a la lógica de la producción de un objeto. Su actividad se ve reducida a ser un mecanismo eficaz para ajustarse al sistema (independiente o con fines separados de los del productor) de producción de dicho objeto.

El proceso de producción también le es ajeno al trabajador. Se ve presionado a forzarse a cumplir los ritmos acelerados de la producción capitalista, a adaptarse como buenamente pueda a la intensificación del trabajo, al cumplimiento de los plazos impuestos desde arriba. En lugar de trabajar cada cual a su manera y a su ritmo en un trabajo que sólo atienda a sus necesidades particulares básicas, se adentra en una dinámica ajena.

El propio proceso de trabajo se le impone desde afuera. No tiene nada que ver con la forma de hacer las cosas de cada empleado, ni tiene como objetivos la producción para los propios productores, sino la lógica de un mercado competitivo, que fomenta la producción acelerada, intensificada y descontrolada para barrer la competencia y lograr el mayor beneficio para unos pocos.

La propiedad privada es la que engendra este tipo de producción. Ella permite un tipo de relaciones sociales asimétricas, por las que las clases desposeídas se ven forzadas a trabajar para las clases poseedoras por carecer de los medios de producción. Eso ocurre a pesar de que la propia producción e inversión solo puede ser realizada y se realiza con el trabajo de las personas que carecen de propiedad sobre los medios de producción. Los trabajadores son los que producen la riqueza y se ven forzados a trabajar con las condiciones establecidas por los poseedores.

Las contradicciones sociales (explotación, alienación, dependencia jerárquica) son las que impulsan a buscar un cambio y lleva a la lucha de clases, que es el motor del cambio. No hay historia cuando no producimos nuestra propia vida. Si nos alimentásemos solo de la caída de los frutos nada cambiaría porque no haría falta que nada cambiase. El imperativo de sobrevivir nos crea propósitos y nos fuerza a la producción, las circunstancias nos fuerzan y esas condiciones materiales pueden ser tan contradictorias, que fuercen al cambio social.

El desarrollo de la historia tendría como final (si es que es alcanzado) el comunismo. El comunismo sería la etapa de la historia en la que la actividad sería libre, en la que sería posible el desarrollo de nuestra creatividad sin restricciones ni imposiciones.

La historia es el desarrollo de la fuerza productiva humana (la búsqueda de mejorar la capacidad de transformación del entorno), ya que la optimización de los medios de producción exige ajustar la sociedad a ella; esto es, cambiar las relaciones de producción para lograr una aparente mejor organización, a través de jerarquías de mando surgidas por la propiedad privada y así forjar las sociedades de clases.

Hay una relación entre fuerzas, relaciones y superestructura. Las fuerzas fomentan que existan un tipo de relaciones sociales en las que la organización del trabajo aporte más beneficios a las clases altas y en dicha dominación deberá ser respaldada con unas ideas dominantes producidas por editoriales y medios de comunicación con gran poder de difusión (obtenida por ser propiedad de las grandes empresas).

Sin embargo, no todo el espectro cultural y artístico es ideología, entendida ésta como el conjunto de las ideas dominantes difundidas por las clases altas. La producción cultural puede ser realizada por las clases dominadas. No todo el arte y cultura provienen de las grandes editoriales, los medios de comunicación y otros medios de difusión que son propiedad de las clases altas. La cultura no se reduce a ideología, aunque las clases dominantes dispongan de más medios para expandir sus ideas y conceptos.
La capacidad creativa del ser humano puede llevar a la revolución, ya que el lado creativo de la humanidad encuentra plenitud antes y después de la revolución (en el primer caso porque se siente la necesidad de cambiar la realidad y en el segundo porque se ve la oportunidad para el cambio).

Cohen indica en su análisis sobre el materialismo histórico, que los factores materiales (condiciones de vida, contradicciones o conflictos sociales) afectan a las personas sobre su conciencia y voluntad (motivándolas a la lucha de clases en algunos casos de la historia). Aún y todo, sus elecciones, al final, dependen de un proceso de razonamiento, eligen entre opciones posibles. Solo se plantea un modo de actuar si es viable, por lo que solo luchará por un proyecto que sea interpretado como realizable.

Dado que en el presente de cada época no existe un modelo de estructura social nuevo (puesto que solo existe la estructura social de cada época), deberá recurrir a la imaginación para plantearse un tipo de sociedad que no está todavía vigente. Y para que esa imaginación sea realista, deberá estar asentada en las posibilidades materiales, contar con la necesaria tecnología y organización colectiva para poder hacer un reparto justo que sea suficiente para todos. La humanidad tiene esa capacidad de ingeniarse nuevas posibilidades por la capacidad creativa del trabajo, que transforma el entorno. Por tanto, la imaginación es parte necesaria en la conciencia y la voluntad, por lo menos en aquellas personas que busquen el cambio social o la variación de la historia.

La historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases. Las clases desposeídas tienen contradicciones con las clases dominantes. Hay conflictos sociales porque entre ambas clases hay intereses opuestos y contradictorios entre sí: no se puede cumplir las expectativas de una clase sin restar las de la otra. En cada etapa de la historia, existe la gran contradicción social de que los productores son explotados (no reciben lo que producen). Por eso surge la lucha social. 

 Las condiciones de vida materiales, la necesidad, la carencia de recursos y la explotación, conducen a una parte de las clases dominadas a querer cambios en su situación y a preguntarse cómo producir dichos cambios. Entiendo que esto le lleva a reflexionar sobre si la situación de las clases bajas es justa y a pensar qué posibles cursos de acción viables se pueden tomar. La conciencia de vivir una situación injusta, llevan a las clases bajas a buscar el cambio en la estructura de la sociedad, llámese cambio social o revolución, en términos más marxistas.

Los esclavos y los plebeyos se rebelan contra los patricios, los siervos de la gleba se rebelan contra los nobles, los burgueses hacen la revolución contra la aristocracia y finalmente los trabajadores realizan la revolución socialista contra los empresarios. Cada etapa puede llevar a un cambio en la estructura social, un cambio en la estructura de la sociedad, en las divisiones jerárquicas (o eliminación de jerarquías de clase en el comunismo). 

Se pasa de la sociedad esclavista a la estamental (sociedad dividida en estamentos, clases por nacimiento, en la que los siervos reciben algo de lo producido por la tierra y no son objetos), de la estamental a la sociedad de clases moderna (sociedad dividida la sociedad en clases en función del grado de propiedad privada, en la que el trabajador es “libre” para estar en una empresa u otra, no está atado a una tierra o sometido a un señor en particular) y, al final, según Marx, la sociedad sin clases o sociedad comunista.

Solo se puede hablar de variaciones en la historia cuando se cambia la estructura de las clases sociales, dado que la base de la sociedad son las relaciones sociales y en la estructura económica que conlleva. Entonces, solo se puede hablar de cambio en las sociedades cuando se realizan transformaciones en la base que la sustenta (y que hace que cambie el resto de la sociedad).


Se busca transformar la sociedad de forma que sea más humana (sin explotación y sin las demás injusticias) en el caso de que se interprete (por la conciencia) que es posible realizar dicho cambio. Si se dan las posibilidades materiales -medios de producción que produzcan masivamente y que permitan una suficiente distribución equitativa para todos que permita sobrevivir- y si existen las condiciones sociales suficientes y necesarias -una clase explotada concienciada y organizada-, entonces puede surgir una conciencia revolucionaria.

No existirá, entonces, cambio social, si no se ve posible dicho cambio. Entiendo que nadie se arriesgará a luchar en el caso de que la victoria sea imposible y no se vea posible una realidad social distinta. La clase trabajadora no se embarca en una revolución cuando el statu quo todavía no es intolerable, los costes y daños de insurrección son altos y el éxito es incierto: no luchará mientras haya dudas.

Los socialistas convencerán a las personas trabajadoras de que la revolución es lo más adecuado para la sociedad solamente si logran demostrar que el socialismo es viable y que ofrece un mejor modo de vida.

-Cohen, Gerald Allan [1978] 2000: Karl Marx´s Theory of History. A Defense. New Jersey. Princeton University Press.
 
-Marx, Karl 2008: El capital. Trad. Pedro Scaron. México D. F.: Siglo XXI editores.
 
-Karl Marx  2006: Manuscritos económicos y filosóficos. Madrid:Alianza Editorial.

2014(e)ko abenduaren 15(a), astelehena

The stereotypes of people from Basque Country


The stereotypes of people from Basque Country



Juan José Angulo de la Calle


There are many topics about the Basque people. For example, many people in the Kingdom of Spain say that Basque people are arrogant and this is quite true because we usually tell histories about our great capacities. Besides, a popular stereotype of the Basque people is that we are party animals and also this is true, here people often go to the parties at weekends.


On the other hand, there are stereotypes that are false. It is said that we are very strong people, but only folkloric sport-people are so strong. Apart from that, there are people who say that we are unfriendly but that is not true, we are usually serious with unknown people, but we are not unfriendly.


In conclusion, there are stereotypes that have got a relationship with the reality, they are true; but most of them are exaggerations of us, and, therefore, they are wrong. So there is not a good knowledge about us in the world.

2014(e)ko abenduaren 9(a), asteartea

Diario de Ilargi



Diario del dolor.  Ilargi Iluna.


4/12/2014

Tengo una tensión enorme que siento sobre todo entre las tripas y el pecho. Es como un paso constante e intermitente de electricidad que me corroe por dentro sin parar, como el castigo siempre renovado a Prometeo.


Lo que me rodea resulta insignificante frente a él. Si me fijo en algo es por la aversión. Todo me da asco, todo me repugna.

La angustia por mis incertidumbres no me deja sentir otra cosa. Vivimos haciendo funambulismo, pendientes de un hilo y sin ninguna certeza. Nada es seguro, el paro es lo cierto y la precariedad laboral es lo normal. Crisis es vivir, la crisis es la vida. Todos los lemas optimistas parecen, más que ingenuos, una broma cruel y sádica.

He llegado a superar mis estudios en Bellas Artes, he finalizado mi carrera, lo único que se me daba bien, para darme cuenta que en el mundo no vale, al menos mi talento no sirve. Tanto estudiar para no llegar no sólo a no conseguir un trabajo en lo mío, sino a no conseguir ningún trabajo e, incluso, ni siquiera saber en qué puedo trabajar.

Cuando la angustia se vuelve tristeza, al menos parece tener una forma y no es caos. Entonces es sólo la náusea del absurdo de vivir y la vida resulta regular en lugar de ser mala.

Nada quita la tensión, nada quita la tensión, nada quita la tensión.

Es el horror... el horror...


5/12/2014

No hay nada como un día regular, casi te hace recordar cómo eran los días buenos. Son casi como la ataraxia o el vacío. Comparado con los demás días, los días malos, resultan catárticos, son un alivio.

Pensar en la muerte me alivia. Siento la tensión, pero no me perturba. En cualquier caso, es sólo una euforia efímera, solamente es un subterfugio para soportar la depresión, no durará.

No puedo ilusionarme, Eris volverá. Siempre vuelve. Siempre.

A fin de cuentas, soy la hija no deseada de la sociedad. Soy inútil desde el punto de vista de la pura productividad, no soy una técnica, no produzco, no vendo, quedo fuera de la sociedad de consumo. Solamente puedo crear lo que no se puede poseer ni vender, ideas y sensaciones estéticas. Soy la lacra de la sociedad.


6/12/2014

La tensión es inmensa, casi absoluta. Ella no deja sentir otra cosa, todo lo demás es simplemente insignificante. Todo lo que me rodea y todas las personas que me rodean no son más que un escenario por el que moverme, solamente las noto cuando me molestan y acabo irritándome por añadir dolor al dolor. Habrá personas que tengan problemas más acuciantes, pero sinceramente no me importa. Tampoco es un consuelo pensar que hay gente que está peor.

Otras personas. Sartre consideraba que el infierno son las otras personas. Su mirada, su modo de observar al resto como un sujeto que mira un objeto, objeto de conocimiento aunque sea, resulta insoportable. Nos miran desde su conciencia llena de intereses, para el resto soy un instrumento. No comparto el impulso gregario, no deja de ser un subproducto de la necesidad de buscar una manada para sentirse protegido. Toda compañía es una búsqueda de apoyo, se busca protección y acaba siendo terapia de grupo para tener a alguien que nos dé un apoyo fácil y consuelo, se busca la aprobación incondicional y una confirmación de la autocomplacencia. Todo eso se queda en nada cuando se ve que el dolor es personal e intransferible, y que hay que afrontarlo sola.

El dolor y la vida se han vuelto indisociables. Me doy cuenta de que estoy viva por el dolor y puedo sentir dolor porque estoy viva. Dolor y vida son sinónimos. Todas las cosas que hago son subterfugios para soportar la vida, son distracciones. Me encantaría evadirme del todo de ella, aunque sea por medio de la locura.  Quisiera poder arrastrarme debajo de una roca con el resto de los gusanos. Pero yo vivo.


7/12/2014

Cuando estoy ocupada, deslizo la atención hacia fuera y no me perturba del todo lo interior, la tensión. Entonces siento la náusea de Sartre, mi vida me parece absurda y se me revuelven las tripas. Es mejor que la angustia, que casi quita la respiración. Es el dolor de no lograr lo que se necesita y no saber por qué, es la desesperación que atormenta porque exige inmediatez. Es el peso que nos aplasta, frente al nulo peso que tenemos en el mundo, lo que Kundera llama: la insoportable levedad del ser. No importaría tanto si no hubiese que competir en la sociedad y la balanza de la mano invisible no nos aplastase con su caótica inestabilidad.


8/12/2014

La ausencia de dolor es sublime.  La tensión todavía está ahí, pero incubada (y preparada para eclosionar cuando menos me lo espere).
Procuro sentir la ataraxia con moderación, sé que no va a durar.

Hoy he terminado un cuadro.  El proceso creativo me ha distraído lo suficiente como para abstraerme y dejar de sentir por un momento.  Pronto desaparecerá, fugazmente como el rocío que es la vida.

Deposito mi última esperanza en la muerte.  Cuando desaparezca la sensación, cesará el dolor.  Esta ilusión me ayuda a seguir adelante...  Saber que tengo esta opción como último recurso... para cuando no pueda soportarlo más..., me quita un gran peso de encima.  La muerte redime la vida.

2014(e)ko abenduaren 5(a), ostirala

Narciso, el narcisista


NARCISO, EL NARCISISTA

-ME ENCANTAN TUS OJOS.
-¿EN SERIO?

-SÍ, PORQUE PUEDO VERME REFLEJADO EN ELLOS.
-¡QUÉ POÉTICO!
SIMONE NO SABE QUE NARCISO LO HA DICHO LITERALMENTE.

2014(e)ko abenduaren 1(a), astelehena

La aparente esterilidad de la filosofía


La aparente esterilidad de la filosofía


Juan José Angulo de la Calle



Más allá de la escasa capacidad de difusión de ideas que pueden tener las personas filósofas, hay una escasa receptividad en la mayoría de la gente respecto a la crítica y al cuestionamiento constante que se realiza desde la filosofía.

Por un lado, la mayoría de la gente no tiene un interés real hacia los debates académicos, hacia los libros de filosofía o hacia las cuestiones de la filosofía. Vivimos en la sociedad de la información y la mayoría de las personas, en el mejor de los casos, recurre a los medios de comunicación para informarse. Muchas personas quieren estar al día de los sucesos que le pueden afectar o que son de actualidad. No tienen normalmente interés en buscar conocimiento, que es diferente de la información en tanto que la información ofrece datos sobre los hechos y el conocimiento, por su parte, ayuda a interpretar esos datos y ordenarlos para conocer la realidad.  


La mayoría de las personas cree que ya dispone de la capacidad, los conceptos básicos y los métodos de análisis suficientes como para interpretar la realidad, sin reflexionar que el conocimiento más riguroso, la ciencia, está en constante proceso de cambio. Sus teorías, metodología (dentro de ella, el método de análisis) e instrumentos están en continua transformación.

De hecho, cada ley científica solamente tiene una presunción de verdad, la experimentación científica no verifica, comprueba en laboratorios o por otros medios que se produce un proceso en unos casos comprobados (pero no en toda la inmensidad de casos dados en el pasado y los que tienen que aparecer en el futuro, lo cual es imposible) y solamente tiene una capacidad de contrastación, puede comprobar si en un caso no se da un proceso previsto y refutar una ley científica. Las verdades en ciencia son verdades hasta que se demuestre lo contrario, éste es el principio de presunción de verdad en ciencia.
  
No hay un conocimiento del todo seguro, no hay un método de análisis definitivo y, por tanto, para conocer se debe estar constantemente reflexionando sobre las creencias que se disponen para comprobar si son del todo válidas, de forma que se pueda buscar otras si es preciso. Toda manera de interpretación no es definitiva del todo y, por ello, las aportaciones de la filosofía, de la hermenéutica en concreto, pueden ayudar a las personas a mejorar su capacidad de interpretación. Pueden dar algunas claves a las personas para que puedan interpretar mejor, puede servir de ayuda.

Sin embargo, a la mayoría de la gente no le interesan en absoluto las aportaciones de la filosofía, su temática les aburre o la consideran oscura y pesada. No suelen leer ensayos ni libros técnicos o científicos, prefieren leer la literatura como medio de entretenimiento y de cultivación o leer periódicos (aunque sean digitales o de prensa gratuita) para informarse, lo que es ciertamente positivo pero limitante. Hay personas que creen que conocen bien la realidad y que tienen un conocimiento seguro, pese a no ser segura ni la ciencia y no se replantea nada, ni suele reflexionar a menudo.

Aún diría más, hay gente que aborrece las preguntas filosóficas. El cuestionamiento de sus más arraigadas creencias les crea inseguridad y ansiedad, por lo que pueden llegar a irritarse cuando se encuentra con personas filósofas que analizan críticamente todo lo dado por supuesto. La gente basa su vida en sus creencias o teorías sobre la realidad, y actúan conforme a ellas. Les da seguridad pensar que conocen la realidad y tienen cierta capacidad para desenvolverse en ellas. 
Las dudas y las incertidumbres perturban. Pueden producir un rechazo e irritación los cuestionamientos que realiza la filosofía, pueden ser tomados incluso como algo personal y sentirse agredidos. Y como resultado de ello, se rechaza a la persona filósofa y no se le escucha (no al menos como para que se replantee sus más profundas creencias). 

Quizás el caso más sonado de este rechazo, fuese la condena a muerte de Sócrates por parte de un tribunal popular. Sócrates hacia preguntas y cuestionaba las ideas más arraigadas y dadas por  válidas. Solamente hacía preguntas, no hacía críticas destructivas; como mucho usaba la ironía, ¿por qué produjo tanta irritación como para que le condenasen y no se hiciese en Atenas algo parecido con Diógenes el cínico, que hacía uso del sarcasmo más mordaz, dejando en ridículo a aquellos que eran blancos de sus críticas mordaces? Hay preguntas que alteran más que las agresiones verbales. No es posible que los discursos filosóficos reciban demasiada atención o que sirvan para que haya reflexión.

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