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"Lo bello y lo siniestro" de Trías

 Sobre Lo bello y lo siniestro de Eugenio Trías

 

 Juan José Angulo de la Calle



Sandro Botticelli - La nascita di Venere - Google Art Project - edited.jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/El_nacimiento_de_Venus_(Botticelli)#/media/Archivo:Sandro_Botticelli_-_La_nascita_di_Venere_-_Google_Art_Project_-_edited.jpg

 

 

Atender a los asuntos públicos es básico porque en ellos se regula la distribución de recursos para la subsistencia; pero el arte es fundamental porque él hace que la vida merezca la pena: hace que parezca agradable y habitable el mundo, y da un gozo enriquecedor (el placer de la contemplación estética).  


Una creación artística es una obra cultural y, por tanto, debe tener contenido y riqueza, tiene que tener una gran carga de complejidad.  Las obras artísticas tienen que tener una composición, una ordenación de los elementos significativa, porque tienen que ser comprensibles para la persona que las contempla.  

 

Debe tener una estructura y una forma porque tienen que transmitir un mensaje coherente y comunicable [aunque se rompan las normas tradicionales y se haga arte de vanguardia, se debe establecer una nueva articulación que sea capaz de expresar una intención artística].  

 

La obra de arte debe poder evocar un pensamiento articulado por sí misma, sino no sería una adecuada creación cultural que utilice los medios que las propias artes disponen para plasmar sensaciones y conceptos [si es necesaria una explicación posterior, en ese caso es que la propia obra no dice mucho por sí misma y no está construída de forma precisa para cumplir la función de transmisión cultural].  Uno de los motivos principales del arte europeo es la presentación de la belleza bajo diferentes formas concretas y particulares.

 

Eugenio Trías había defendido que en las representaciones bellas tiene que haber un elemento extremo o siniestro, aunque sea velado, porque es la manera en la que las formas armoniosas dejan de ser puras formalidades ideales o matemáticas y tomaban cierta necesaria intensidad (imprescindible para que despierte un poco la sensibilidad). 

 

Lo representó sobre todo con el cuadro renacentista: El nacimiento de Venus de Botticeli, en el que se mostraba en todo su esplendor a la diosa de la belleza en su origen, imagen que esconde su horrendo mito: Afrodita o Venus surgió de la mezcla del mar con los restos de carne de la castración de Urano.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Urano_(mitolog%C3%ADa)#/media/Archivo:The_Mutilation_of_Uranus_by_Saturn.jpg

 

 

Lo siniestro tiene que ver con lo terrible, con lo horrendo, lo grotesco, lo esperpéntico. Toda obra de arte bella tiene que tener algo de terrible porque se tiene que despertar la sensibilidad, ir más allá de la formalidad matemática o la armonía [por mucho que se haga uso del canon de belleza clásico de orden, medida y proporción; por mucho que se use la armonía que se consigue haciendo uso de la proporción áurea o el número phi para articular la composición de una forma agradable a la vista, por ser matemáticamente proporcionado y ordenado].

 

 

Francisco de Goya, Saturno devorando a su hijo (1819-1823).jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/Saturno_devorando_a_su_hijo#/media/Archivo:Francisco_de_Goya,_Saturno_devorando_a_su_hijo_(1819-1823).jpg

 

 

Trías, por otro lado, relacionaba lo bello también con lo infantil, con su belleza inquietante y traviesa.  Lo siniestro puede estar en la ambigüedad de lo tierno de las imágenes de niños junto a su carácter vivaz, salvaje, poca conciencia moral y acitutdes picarescas, misteriosas y casi inquietantes.  Un ser infantil puede enternecer a la par que puede resultar extraño por lo imprevisible y por su posible malicia de su poca formación moral.

 

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Tiene cierta similitud con lo sublime: el juicio estético acerca de lo que es inmenso, magnífico e inmenso. Lo sublime no es la belleza porque ella da gozo por su forma agradable a la contemplación y, en cambio, al emitir al juicio de sublimidad se suele expresar aquello que es más impresionante, lo que está bajo el umbral o bajo el límite de nuestras consideraciones concebibles, sublimis etimológicamente: lo que es demasiado grande, lo que es excelso, eminente o extraordinario.  

 

Lo sublime es aquello que, al contemplarlo, nos abruma y nos hace sentir pasmo, pero que, por su magnificencia y esplendor, nos resulta soportable y gozoso de alguna manera, siempre que haya una distancia que permita sentirnos seguros frente a lo que es extremo.


Rubens saturn.jpg
https://es.wikipedia.org/wiki/Saturno_(Rubens)#/media/Archivo:Rubens_saturn.jpg




 

Según Kant y Schiller, lo sublime tiene que ver con lo que supera los conceptos y las capacidades de la imaginación, nos sobrecoge y abruma; pero se da un gozo ambiguo porque, aunque se esté frente a algo que parece terrible, sentimos un alivio de tensión por haber una distancia en su contemplación.


https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b9/Caspar_David_Friedrich_-_Wanderer_above_the_sea_of_fog.jpg
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Lo siniestro tendría parecido al juicio estético de lo que resulta sublime en la contemplación en tanto que resulta terrible a la persona que procesa ese discernimiento en su mente.  

 

Con la salvedad de que no habría desahogo por la distancia, sino que la belleza le daría satisfacción: la belleza que oculta o pone un velo a lo siniestro de toda obra artística es la que se ocuparía de que la contemplación de una obra de arte resulte agradable, a la vez que es viva e intensa por las emociones profundas que despierta lo siniestro.

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Prometeo#/media/Archivo:La_tortura_de_Prometeo,_por_Salvator_Rosa.jpg

 

Bibliografía:

 

-Aranda, C.  (2004): Introducción a la estética contemporánea.  Almería: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería. 

 

-Ardeo Rubio, Iñaki 2005: “Fundamentos de estética”, in: Revolución Neolítica, n. 5. Donostia/San Sebastián: Ti.Ta. Editores asociados. 

 

-Corbalán, F.  (2012): La proporción áurea.  El lenguaje matemático de la belleza.  Villatuerta: RBA.

 

-Crespo Sánchez, Javier 2004 “Apuntes sobre belleza y sublimidad en Kant y Schiller”, in: Thauma, n. 3. Donostia/San Sebastián: Vicerrectorado de alumnos de la UPV/EHU, pp. 30-45.  

 

-Kant, Immanuel 2001: Crítica del juicio. Trad. Manuel García Morente. Madrid: Espasa Calpe.

 

-Schiller, J. C. F. (1969):  
Cartas sobre la educación estética del hombre.  
 Madrid: Aguilar.
 
 

-Trias, E. (1996): Lo bello y lo siniestro. Barcelona: Ariel.

 

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