Cooperativismo, potencial alternativa
Juan José Angulo de la Calle
El neoliberalismo ha convertido la economía en un juego de
especulación desregularizada que ha llevado a crear burbujas
financieras, que han acabado estallando y ha arrastrado al resto de
la sociedad. Junto a la mayor especulación se ha sumado la mayor
precarización del trabajo (con sus consecuentes menores salarios y
falta de estabilidad), que ha llevado al menor consumo y a la
consecuente crisis.
El liberalismo salvaje deja a la patronal que busque el
máximo beneficio para cada vez menos manos sin ningún otro objetivo
ni valor. La búsqueda del crecimiento desmedido sin buscar
asentamiento en un desarrollo económico (inversión en desarrollo y
búsqueda de estabilidad) lleva al caos. No se tiene presente que si
no se mejoran los salarios, no aumenta el consumo. Estas prácticas
son una ceguera.
Además fomenta peores condiciones laborales y mayores formas de
explotación (precariedad laboral), por no hablar del sustento de la
mano de obra barata en los países del tercer mundo, que viven en
condiciones draconianas.
De todas maneras, el capitalismo supone de por sí la regulación de
la explotación. El capitalismo supone en sí el que se pague a los
trabajadores no en función de los bienes y servicios efectivos que
producen, sino por su fuerza de trabajo o esfuerzo, a través de un
salario que es inferior a lo que ellos producen (de forma que en sí
mismo el trabajo asalariado ya es explotación).
Como alternativa a esta organización de la economía tan inhumana,
las cooperativas pueden ser una alternativa o una muestra de que la
sociedad podría producir sin que haya asalariados, formas de
dependencia a las clases altas, ni tratos asimétricos. El proyecto
cooperativo puede desarrollarse hasta hacerse integral, sin presencia
de asalariados.
Humanismo cooperativo
Joxe Azurmendi analizó en su libro Gizabere kooperatiboaz si los seres humanos somos
más egoístas o más cooperativos. La lectura de autores
evolucionistas, le llevó a la conclusión de que, si bien los seres
se hayan en competencia, la especie humana, entre otras, encontró en
la colaboración una ventaja evolutiva. Surgió como búsqueda de
protección y de obtención de mejores formas de organizar la
adquisición de recursos, pero de forma emergente acabó formándose
una apreciación social de la comunidad y la glorificación de su
protección, hasta el punto de que algunos de sus miembros estuviesen
dispuestos a sacrificarse por el grupo (aunque también tuviera que
ver ser leal al grupo fuera una forma de garantizar la vida de sus
hijos).
Continua Azurmendi, señalando la teoría de Dawkins acerca del gen
egoísta. Según éste, las personas poseemos un gen egoísta que
fomenta que tengamos actitudes egocéntricas. Sin embargo, este gen
egoísta al final también es un gen cooperativo, en tanto en cuanto
la cooperación permite la obtención de más recursos que actuando
solo (colaborar con otros satisface los intereses particulares).
Termina Azurmendi recordando que el ser humano es un ser social y que
puede cooperar. Después hace un llamamiento a recuperar y reactivar
el pensamiento humanista y personalista de Arizmendiarrieta (promotor
de las cooperativas de Mondragón), que defendía que el ser humano
se realiza con los demás, se forma como persona colaborando con
otros y, además, logra los recursos que necesita de una manera
humana. Azurmendi entiende que este pensamiento se podrá reactivar
si se fomenta en la educación (sobre todo en los centros vinculados
a las cooperativas de Mondragón, pero también en la educación en
general) y si se extiende fuera, fomentando una praxis, una forma de
actuar, más humana y cooperativa.
Cooperativas de Mondragón
El cooperativismo surgió en Mondragón en los años 60-70 bajo la
iniciativa de Acción católica
(la iglesia no era objeto en sí de vigilancia si sus actividades
solamente eran relativamente transformadoras y no radicales). Su
objetivo era satisfacer las necesidades de la comarca (económicas,
sociales y laborales), permitiendo que los propios obreros levantasen
la comarca por sí mismos con dignidad y que ellos se autogestionasen
de forma autónoma y responsable.
El sistema cooperativo de Mondragón está basado en una serie de
valores:
lana edo lanaren etika, ardura, austeritatea, zintzotasuna eta
zuzentasuna, elkartasuna, eraginkortasuna eta errealismoa,
demokrazia, elkarlana eta elkartasuna.
Esto es: trabajo o ética del trabajo, responsabilidad,
austeridad, honestidad y corrección, solidaridad, efectividad y
realismo, democracia, trabajo en equipo y solidaridad.
La solidaridad se repite dos veces
porque es el valor más importante, se procura apoyo mutuo o ayudarse
unos a otros de forma que se logre mutuo beneficio. El trabajo se
reparte y la ética del trabajo consiste en éso, en repartir el
trabajo y hacerlo en equipo, y trata también de procurar un reparto
de beneficios que sea de la forma más equitativa (con
unas diferencias proporcionales de retribuciones de, como mucho, de 5
a 1). La austeridad es la exigencia de elegir reducir retribuciones
en favor de invertir más para después ganar más; esto requiere una
gestión responsable
La democracia se realiza por su organización en la que las
decisiones fundamentales se realizan en Asamblea general y se delegan
decisiones concretas y puesta en práctica de los proyectos a
distintas juntas, consejos, gerencias y direcciones cuyos cargos son
rotativos o cambiables. La organización es horizontal, equitativa
entre sus socios y en trabajo en equipo.
Sin embargo, estas empresas también contratan trabajadores
asalariados, conllevando algunas de las contradicciones del
capitalismo. Al final, el cooperativismo de Mondragón es un
capitalismo de un rostro más humano, pero sigue dentro del
capitalismo.
Cooperativas integrales catalanas
Joan Enciam en su artículo Cooperativas integrales. Hacia una sociedad autogestionada describió las cooperativas integrales catalanas. Son una serie de cooperativas situadas en determinadas zonas de Cataluña que están ahondando en el cooperativismo. Basadas en principios
anarquistas como el apoyo mutuo, la igualdad plena y el
asamblearismo, se organizan de forma horizontal, sin tener
trabajadores asalariados, y fomentando la construcción de una red de
colaboración.
Dicha colaboración es una coordinación de acción en la que se
construyen mutuos acuerdos comerciales y tratos con comercios
locales; así como supone también un fomento de una serie de
proyectos sociales que procuran mejorar las condiciones de vida de su
comarca, fomentar una educación más social.
La organización es horizontal (sin cargos jerárquicos) y las
decisiones se toman en una democracia directa. Consideran que su
proyecto es un comienzo para la transformación integral
revolucionaria de la sociedad a través de la difusión de su
organización social, el cambio en el sistema de valores y la
modificación de la forma de ser y actuar de las personas.
Las cooperativas integrales son una forma de contrapoder popular, que
muestran que es posible organizarse de forma horizontal, en
democracia directa, descentralizada y capaz de cooperar en red (con
otras cooperativas integrales, comercios locales, asociaciones
locales y proyectos sociales). Buscan extender su modelo y
fomentarlo a través de su promoción y de la colaboración con
proyectos locales que mejoren las condiciones de las comarcas en las
que se hayan.
Hacen uso de la legalidad vigente, el registro como entidad jurídica
cooperativa, pero como medio para construir otros modos de producir
(de manera autogestionaria, minimizando la delegación por uso de la
rotación y como medio de proteger recursos colectivos (naturales y sociales, a través de sus proyectos exteriores).
Las cooperativas son usadas para hacerse con la actividad económica
y gestionarla con otros valores, permitiendo que se puedan financiar
centenares de proyectos autónomos en el territorio por medio de
redes autogestionarias: se crea una red de proyectos locales basados
en el apoyo mutuo comarcal. Se toma la actividad económica para
conducirla de manera diferente a la competitividad y las exigencias
del mercado liberal actual, sustituyendo esta dinámica por una
economía basada en los acuerdos en igualdad con comercios locales y
el apoyo mutuo o complementación entre empresas.
Consideraciones
Las cooperativas integrales son una forma alternativa de vivir y se
esfuerzan por extenderse lo máximo posible. Sin embargo, no llegan
a mucha gente para la que su realidad está inscrita en el mundo
laboral (por estar trabajando o preparándose para lograr un
trabajo); para la mencionada gente, las cooperativas integrales
pueden resultar realidades paralelas o ajenas, siendo su realidad las
condiciones laborales en las que se hayan. Estas personas en su
estado actual requieren asociaciones obreristas y sindicales que
luchen por las condiciones en las que se hayan inscritos, y la
colaboración con ellas puede pasar por la solidaridad y ayuda en las
luchas obreras.
El cooperativismo es importante, se esfuerza por extenderse
socialmente y una forma de acercarse a mucha gente puede pasar por la
ayuda a luchas obreras (que ya se hace, pero que podría ser reforzado algo
más).
Por otro lado, la efectividad de las cooperativas de Mondragón queda
probada por su duración de décadas y algunas de sus formas se
podrían adoptar y extender. Un cierto grado de competititivad y de
libre mercado puede ser necesario, al menos como puente intermedio
hacia otro tipo de sociedad diferente que se procure fomentar (opino
que los cambios sociales se deberían dar paso a paso).
A partir del cooperativismo como base organizativa y valores, se
puede procurar llegar a un socialismo de mercado, compuesto por
empresas de control obrero y por cierta competición entre ellas que
evite una excesiva economía planificada con los problemas que puede
contraer. Me puedo equivocar, pero una coordinación excesiva y
orientada hacia unos objetivos unificados puede llevar de facto a una
planificación de la economía con su consecuente: anquilosamiento,
falta de versatilidad, carencia de incentivos por percibir mismas
retribuciones siempre, planificación demasiado rígida y poco
incentivo hacia la iniciativa.
Seguramente, me equivoque, dado que
la coordinación es completamente distinta de la planificación
centralizada de las dictaduras burocráticas del antiguo socialismo
real (ella es descentralizada y asamblearia); sin embargo, considero
que lo que más aleja de la planificación rígida es el socialismo
de mercado que propone Roemer en su libro (empresas compitiendo y buscando continuas mejoras, pero
controladas por los trabajadores y evitando así que haya formas de
dominación o jerarquías).
Cómo construir ese socialismo de mercado es una cuestión por
resolver. Una manera puede ser fomentando el cooperativismo y
conduciéndolo a este modelo; tal vez puedan hacerse cambios
progresivos por presiones sociales de una unión de acción entre
asociaciones sociales, sindicatos y partidos de izquierdas, aunque no
sé si ahora conseguirían suficiente fuerza o si de por sí
llegarían a ejercer gran influencia por protestas sociales,
manifestaciones y huelgas. Saber construir un movimiento de lucha que consiga establecer una democracia participativa es un gran reto.
En cualquier caso, el cooperativismo es la prueba de que la sociedad
puede organizar la economía de una manera diferente, más
democrática, más igualitarista, más justa y más humana.
Bibliografía:
-Azkarraga Etxegibel, Joseba 2006: Nor bere patroi. Arrasateko kooperatibikstak aro globalaren aurrean. Vitoria-Gazteiz, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco.
-Azurmendi, Joxe 1984: El hombre cooperativo. Pensamiento de Arizmendiarreta. Oiartzun: Caja Laboral Popular.
-Azurmendi, Joxe 2016: Gizabere kooperatiboaz. Andoain: Jakin irakurgaiak.
-Enciam, Joan 2014: "Cooperativas integrales. Hacia una sociedad autogestionada" in Ekintza Zuzena, n. 41., Bilbao: Revista Ekintza Zuzena.
-Palacios, Carlos R. 1983: "Problemas macroeconómicos de los países socialistas", in Juan Manuel Prado, (ed.): Enciclopedia práctica de economía. Volumen III. Barcelona: Ediciones Orbis, pp. 261-280.
-Palacios, Carlos R. 1983: "Problemas macroeconómicos de los países socialistas", in Juan Manuel Prado, (ed.): Enciclopedia práctica de economía. Volumen III. Barcelona: Ediciones Orbis, pp. 261-280.
-Roemer, John E. 1995: Un futuro para el socialismo. Barcelona: Crítica
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