El método genealógico de Foucault y su
“estructuralismo”
Juan José Angulo de la
Calle
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/7/76/Michel_Foucault_1974_Brasil.jpg |
Foucault considera a los
conceptos como un resultado de un proceso de eventualización, que es
una operación de un acontecer improvisto y salido de procesos
diversos. Lo que la Ilustración había entendido como universal y
necesario, Foucault ve los conceptos como eventuales. Los conceptos
cambian en el tiempo.
Para mostrar esto, Foucault
recoge el método genealógico de Nietzsche. Nietzsche investigó el
origen del concepto de moral y descubrió que había sufrido cambios
durante la historia. Él señaló que en la antigüedad clásica se
valoraba como “bien” la fuerza y la nobleza, y se consideraba
“malo” la bajeza y la debilidad. Dicha visualización fue
trastocada y dada la vuelta, hubo cambios en estos conceptos de tal
manera que se viese como “bueno” la humildad y la debilidad,
frente a la fortaleza. Se pasó a un código moral-judicial basado en
el castigo y la venganza, en función del cuál había normas cuyo
incumplimiento suponía una violación de la justicia frente al
afectado, el que incumple las normas queda en deuda con el afectado y
solamente puede el afectado ser redimido por un castigo (se repara un
daño por venganza). La moral es una moral de venganza, en la que se
considera que el dolor tiene un causante (generalmente visto como el
fuerte u opresor) y que se debe realizar venganza para poder acabar
con el dolor: debe haber un castigo para condonar una deuda.
Foucault utiliza el mismo
método para mostrar que los conceptos cambian en el tiempo y que los
perfiles sociales (loco, delincuente, enfermo, pervertido...) son
creados por una forma de poder o de control (dichos perfiles son
insertados en instituciones en las que son controlados). Foucault no
contempla de forma neutral estos perfiles: nos quiere hacer cambiar
nuestro pensamiento. Según él, los perfiles son presentados como
evidentes para borrar la arbitrariedad de su origen.
"Historia
de la locura”
Por poner un ejemplo, la idea
de la locura es un fenómeno de un momento histórico de una cultura
determinada.
En
la antigüedad se relacionaba la locura con la genialidad y la
divinidad. En la Edad Media, por su lado, no excluía al loco del
todo porque se consideraba que tenía algo de racionalidad (aunque
distorsionada). Se entendía que la locura era muestra del
apocalipsis y la vanidad humana. En el Renacimiento, la locura se
vincula a las letras al lenguaje. Es conciencia crítica. La locura
no es negativa, es argumento para cierta sabiduría moral: muestra
las insensateces o extremos de la razón. El loco es como un borracho
que dice verdades, frente a las personas racionales que se callan
críticas por una prudencia que se asemeja a la cobardía. Erasmo de
Rotterdam escribe un Elogio
a la locura
y
don Quijote es presentado como un loco que realiza acciones sin temor
y que da discursos que otros no darían, tales como sus discursos
sobre las artes y las letras (criticando el papel de la nobleza en
los comienzos de la modernidad).
A partir de mediados del siglo
XVI se empieza a encerrar a los locos en los lugares que ocuparan los
leprosos. Emerge la razón moderna (cartesiana, que separa la
conciencia de la materia), excluyendo a los locos. Se entiende que el
pensamiento no puede ser insensato, debe ser certero, preciso y
seguro. Así, la locura es la condición de imposibilidad del
pensamiento. La conciencia analítica toma al loco como objeto del
saber y no como sujeto.
Con posterioridad, reaparece
la locura excluida relacionándola con los problemas que la
asistencia médica, se la considera un trastorno clínico. Se
considera la locura como una enfermedad mental. Según Foucault, se
aprehende el funcionamiento de la mente (la psicología) por sus
disfunciones, se define la razón en función de su opuesto: la
locura. Foucault cree que las ciencias humanas se apoyan en actitudes
negativas (las sociología surge para explicar el suicidio, se define
la mente normal como lo contrario a la locura...).
“Las
palabras y las cosas”
Los
seres se ordenan por la episteme.
La
episteme son los conceptos y el orden o estructura en la que se
fundamentan los saberes. La episteme
(u
ordenación y estructura global de las teorías) es cambiante durante
la historia. Según Foucault, hay tres ámbitos del saber: lenguaje,
seres vivos y riquezas. Estos valores son sostenidos por un sistema
de reglas. Existe una servidumbre del pensamiento a sistemas
arbitrarios. La episteme
es
una construcción de la razón que nos dice lo que debemos de pensar
y cómo. Durante la historia van cambiando las epistemes,
una sucede a otra como resultado de discontinuidades de los regímenes
de pensamiento. No hay razón ni motivo para los cambios de episteme,
se han cambiado por saltos las estructuras del conocimiento.
Por ejemplo, en el
Renacimiento el principio del conocimiento es la semejanza, ella es
la categoría que domina sobre otros criterios. Se recogían
parentescos entre las cosas. El lenguaje no es un sistema arbitrario,
está en el mundo y es parte de él; y por eso, se consideraba que
había similitud entre las palabras y las cosas. En esta episteme, el
“ser humano” está ausente como objeto y sujeto (está con los
demás animales).
La
episteme
clásica
(siglo XVII-XVIII) considera el mundo como una representación
humana. Las palabras no son como las cosas, solamente son
representaciones. La semejanza es la sinrazón y la imaginación. Hay
que ver el encadenamiento de las representaciones. El lenguaje se
separa del mundo y es un instrumento, una convención que representa
representaciones.
La era moderna da a un gran
cambio. La primera fase (1775-1795) pasa de la representación de las
especies a la historicidad. El trabajo (Adam Smith), la organización
funcional de los seres vivos (Lamarck) y la flexión en el lenguaje
(William Jones) llevan a la independización con respecto a las
representaciones. Estos saberes no se reducen a la mera
representación, tienen su propia entidad y funcionamiento interno
sin entrar en la lógica representacional.
En estos tres ámbitos hay
tiempo: historia. La historia dirige los análisis de producción,
lenguaje y vida. Por debajo de las representaciones surge el sujeto
trascendental (que organiza las representaciones y es limitado).
Se inventa el “ser humano”.
Antes no se era consciente de ser el objeto de saber y el sujeto que
investiga ese saber. Hay cuatro cualidades de hombre: es finito (es
un ser limitado y condicionado por su ser): es un ser dominado por la
vida, el trabajo y el lenguaje; es un duplicado
empírico-trascendental (conoce por los sentidos y por los medios de
enfocar las sensaciones a través de categorías); es una presencia
de lo impensado (es más que conciencia y pensamiento, es más que
sus conceptos y representaciones: es el que los organiza); es un ser
relacionado con el origen (conoce la vida que le preexiste, la
sociedad anterior a él y el lenguaje desplegado).
Desde
el punto de vista de Foucault, las ciencias forman un triedro, del
que no forman parte las ciencias humanas. En un lado están las
ciencias físico-matemáticas, que muestran la concatenación de
causas evidentes y las causas comprobadas. A otro lado están las
ciencias empíricas, que estudian fenómenos. Y la base la forma la
filosofía, quedando entonces excluídas del triedro epistemológico
las ciencias humanas. Según Foucault, las ciencias humanas están
excluidas del triedro epistemológico y vagan por el interior hueco
de él, perdiéndose entre las ciencias. Cabría preguntarle a
Foucault si no tienen entidad dado que el desarrollo y teorización
de las ciencias sociales le ha separado de la filosofía, y que
su
peculiar fuente de contrastación (las pruebas “blandas” tales
como los tests, estadísticas y encuestas) le diferencia de las
ciencias naturales.
En
cualquier caso, en la episteme
moderna,
el lenguaje no se reduce a la representación. El nuevo lenguaje está
fragmentado: las lenguas están cargadas de historicidad (son
resultado de tradiciones cambiantes y de connotaciones culturales),
hay ambigüedad y equivocidad. Si se reunificase el lenguaje daría
lugar una nueva episteme.
Foucault se fija en tres
disciplinas: la lingüistica de Saussure (que considera el lenguaje
como una estructura compuesta por las relaciones entre significado,
significante y referente), el psicoanálisis de Lacan (que considera
que la mente es el resultado de la ordenación lingüística-mental
de la diferencia entre significado y significante) y la etnología de
Levi-Strauss (que considera que las sociedades se consolidan por la
obediencia a una estructura de intercambio de dones o regalos). Todas
muestran un inconsciente, una parte de la mente que no es controlada
por el sujeto constituyente, sino que le influye profundamente. Así,
Foucault considera que ellas son contraciencias de las ciencias
humanas. El “ser humano” de la era moderna deja paso a un
inconsciente anónimo e impersonal. Foucault sentencia la muerte del
ser humano, tal como Nietzsche sentenció la muerte de Dios.
Microfísica del poder
Estos
conceptos, que cambian en el tiempo en función del cambio
discontinuo de epistemes,
conforman el conocimiento, que es resultado del conflicto entre
verdad y mentira. El conocimiento busca la verdad y Foucault se
pregunta por qué se ha tendido a la búsqueda de la verdad (y no de
la mentira). Según él, hay una vinculación entre verdad y poder.
Se busca la verdad porque da poder.
La verdad se asocia a la
iluminación y emancipación de la ignorancia. Éso permite disociar
la verdad de los discursos, justifica al poder permitiendo la
coherción e impidiendo la creatividad (se dice que hay una sola
verdad y que no es posible pensar otras posibilidades que lo que
actualmente existe y es conocido). El poder produce verdades.
El poder son relaciones de
poder. El poder no es una posesión de unas pocas personas, el poder
circula. Funciona como una cadena. Los individuos no son solamente
blancos del poder, sino una parte por el que fluye. El poder es una
red de relaciones. En Occidente se ha privilegiado la visión del
poder como derecho (en los juicios se dice que se esclarece la verdad
y eso justifica su poder, fuera de los tribunales parece que hay
menos verdad). El poder, así, se presenta como impersonal y
omnipresente.
Saber y poder están
integrados. No es posible que el poder se ejerza sin saber y no hay
saber sin que cree poder. Las instituciones de saber son
instituciones de poder, sometidos a disciplina (horarios, normas del
entorno académico) y al control.
Los
hospitales (dotados del saber de la medicina) regulan a los enfermos,
separándolos de los sanos y controlándolos. Los psiquiátricos
localizan y encierran a los excluidos de racionalidad. Las empresas
(dotadas de poder y cierto saber) controlan a los trabajadores con su
disciplina laboral. Las cárceles (última instancia del saber del
derecho) dirigen y reducen la vida de los presos. Las instituciones
se reducen a los principios de vigilar y castigar.
-Galparsoro, J. I. 2010:
Pensar la Filosofía hoy.
Madrid:
Plaza y Valdes.
-Galparsoro,
J. I. & Cordero, A. (de.) 2013: Reflections
on Naturalism.
Madrid: Sense Publishers (REF).
-Nietzsche,
F. 2000: La genealogía de la moral. Madrid:
Editorial EDAF.
-Foucault, M. 1979:
Microfísica del poder.
Madrid: Las Ediciones de la Piqueta.
-Foucault,
M. 1997: Las
palabras y las cosas.
Madrid: Siglo XXI.
-Foucault,
M. 2006: Historia
de la locura.
Madrid: Alcaná.
-Foucault,
M. 2012: Vigilar
y castigar.
Madrid:
Biblioteca Nueva.
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