Las leyes de Platón
Juan José Angulo de la Calle
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En principio, Platón defiende que deberían gobernar los filósofos o que deberían convertir en filósofos a los gobernantes. Considera que deben gobernar los sabios porque son los tienen el conocimiento de la política, debe gobernar el que sabe, y porque solamente los filósofos disponen del concepto propio de la Justicia y pueden, por mor de ello, aplicarlo. Una ilegítima dictadura, en realidad. Esto es lo que defiende en su diálogo de La República.
Sin embargo, en su vejez renuncia a esta propuesta por considerarla idealista y escribe Las leyes. En este diálogo afirma que las leyes aseguran el cumplimiento de las directrices de la virtud, de la razón. Las leyes pueden fomentar la razón y la virtud porque dan regularidades y normas que pueden estar más allá de las pasiones y los meros caprichos, ya que son deberes generales y alejados de los intereses particulares. La ley sería la forma de fomentar unos hábitos de vida y de convivencia que lleven al equilibrio sensato de la razón y la armonía.
Según Platón, la ley regula las pasiones (por medio de la educación, las recompensas y castigos...) y considera que se habla de ley cuando el juicio de la razón se convierte en una decisión general del Estado.
Platón, en este texto, defiende que las leyes procuren generar un Estado que funcione como una comunidad unida y grupal, en el que los individuos se orientan al considerado bien colectivo (metiéndose incluso en los matrimonios, que son orientados al bien de la Ciudad, en lugar de estar dirigidos por el agrado particular). Todo debe servir para obedecer a la noción de Justicia general, basada en la igualdad formal y en la distribución de poder proporcionada para los ciudadanos-soldados de todas las clases..
Entre otras medidas, las leyes de Platón ponen límite a las ganancias de los ciudadanos para evitar la pasión de la avaricia, fomentan las comidas colectivas para conformar unidad y amistad entre los conciudadanos (como en Esparta), exhortan por persuasión hasta con la concertación de los matrimonios por ley (que son orientados al bien de la Ciudad, en lugar de estar dirigidos por el agrado particular), establece la educación como pública (en gimnasios y festivales de música -en los que se transmiten canciones artísticas, pero también técnicas y moralizantes-) y muchas más.
Todas ellas orientadas para dirigir la vida de los ciudadanos de forma que sirvan a la comunidad (y a la razón, cumpliendo las virtudes) y reduciendo las posibilidades para llevar una vida individual libre efectiva. El individuo queda sujeto al interés general, primando lo colectivo sobre lo particular. Pretende formar un grupo encorsetado y homogéneo.
Bibliografía
-Arana, J. R. 2001: Hacia un nuevo Platón. Barakaldo: Ediciones de Librería San Antonio.
-Arrieta, A. & Uribarri, I. (koord.) (2008): Filosofiaren historioa. Donostia: Elkar.
-Chátelet, F. 1967: El pensamiento de Platón. Madrid: Editorial Labor.
Barcelona: Edicomunicación.