Extracto-resumen de mi texto
Justicia marxista e imaginación
Juan José Angulo de la Calle
6.1
Recapitulación
Comencé la
exposición describiendo la carencia, en la teoría marxista clásica,
de un concepto de justicia. Di cuenta de que dicha falta resultaba
relevante dado que resultaba una incongruencia que en una teoría de
tipo emancipatorio se careciera de una idea de justicia. No resultaba
demasiado congruente el uso de términos tales como “explotación”
sin un concepto de justicia en el que estuviesen enmarcados y a
partir del cual se pudiese realizar la valoración de que existiese
explotación. Solamente se puede entender la explotación como una
vulneración la justicia y si no se describe la explotación como
carencia de justicia, resulta un concepto poco inteligible.
A
continuación, exponía las posibles razones que podían explicar la
presencia de dicha carencia:
1)
La separación del idealismo por parte de Marx y Engels. Ellos se
centraron en las motivaciones materiales -necesidades, intereses- y
las contradicciones sociales -conflictos, relación asimétrica entre
clases, formas de explotación-. De esa forma, ellos no ponían el
mismo énfasis que daban los idealistas al papel de las ideas e
ideales, sino que le asignaron un papel fundamental a las causas
materiales;
2)
La necesidad de distinguirse de los socialismos utópicos. Ellos eran
considerados voluntaristas: tenían proyectos idealistas, pero no
tenían presentes los movimientos sociales reales ni las capacidades
tecnológicas de cada etapa de la historia;
3)
Su consideración de que los conceptos de justicia y moral forman
parte de la ideología. Las ideas de moral y de justicia de cada
época son los conceptos de las clases dominantes. Por tanto, ambas
fomentan el mantenimiento del statu quo.
4)
La creencia de que no era necesario una conceptualización de valores
morales por ser evidentes, por estar dentro ya de forma implícita en
el proyecto revolucionario.
Sin
embargo, como ya se mostró en el primer fragmento del texto, los
autores del marxismo clásico daban cierto papel a la conciencia, la
voluntad y la libertad. Según estos autores, las personas
trabajadoras, la clase dominada en el capitalismo, se veían
impulsadas a la lucha social por presiones materiales -necesidades de
subsistencia- y por las contradicciones sociales -explotación y
dominación-, pero acaban eligiendo dicho curso de acción
voluntariamente y tras un proceso de cambio en su conciencia, por una
reflexión racional que les especifique la mejor opción.
Resultado
de dicho descubrimiento, he procurado dar cuenta de un concepto de
justicia marxista: una exposición del propio concepto, una
explicación de cómo se encuadra dentro de la teoría marxista (la
interpretación materialista de la historia). Asimismo, he descrito
qué papel tiene la idea de justicia en el materialismo histórico, y
su relación con la imaginación.
Para
realizar una teoría de la justicia marxista, he consultado varias
teorías de justicia distributiva para exponer qué elementos de cada
una de ellas son necesarios para configurarla. Al final, expuse que
la justicia, según el marxismo, es la distribución de recursos
según méritos, con igualdad de oportunidades y, por consiguiente,
carencia de jerarquías que menoscaben la igualdad restando
autonomía. Una distribución justa sería aquella en la que se
repartiese en función de lo producido o creado con el trabajo, de
forma contraria a la explotación.
Para
describir la justicia conforme a las ideas expuestas por el marxismo
clásico y para enmarcarlas dentro de sus conceptos de forma
coherente, se tiene que relacionar con la idea de explotación. No ha
habido una exposición de idea de justicia en el marxismo clásico.
Por eso, para poder elaborarla, se puede partir del concepto de
explotación y, a través de él, describir la justicia como negación
de la explotación.
Roemer,
desde el marxismo analítico, presentó la explotación como la
distribución en la que los recursos entregados a los trabajadores no
tienen el mismo valor-trabajo producido durante la jornada laboral.
Explicó que dicha distribución era posible por la presencia de
estratificación clasista. La presencia de clases con distintos
grados de propiedad genera que haya grados de dependencia que
permiten formas de dominación.
La
explotación es concebible en tanto se entiende que podría existir
una distribución más equitativa respecto a la que se realiza en
cada etapa de la historia. Dicho reparto es pensable gracias a la
imaginación, que es capaz de idear una hipótesis viable. El modelo
hipotético que podría establecerse en cada época de la historia no
es resultado del simple entendimiento, ya que él únicamente podría
establecer el estado de cosas presentes: solamente es capaz de
realizar una mera observación descriptiva. La explotación se iría
cambiando en cada etapa de la historia y el materialismo histórico
solamente describiría cómo en cada momento se procura cambiar la
explotación.
Así,
la justicia se va realizando a lo largo de la historia. Es una
realidad que tiene que ser construida. Por eso y para mostrar el
papel de la idea de justicia en el desarrollo de la historia, me
detuve a describir el materialismo histórico.
Según
Cohen, fundador del marxismo analítico, las fuerzas productivas, su
desarrollo, fomentan un determinado modo de producción y unas
consecuentes relaciones sociales que permitan un mayor
aprovechamiento de las fuerzas o una mayor productividad. Todo este
proceso genera desigualdades y contradicciones sociales que fomentan
el cambio social. Generan en las clases dominadas las inquietudes de
tratar de mejorar su situación y, por elección, deciden realizar la
opción que entienden más racional o justa, adentrándose en la
lucha de clases que realizará la revolución o el cambio social de
cada etapa de la historia.
El
texto de Cohen nos indicó que las variaciones de la historia son
resultado de la lucha de clases. Dicha lucha es motivada por las
presiones materiales y sociales, pero en última instancia ella es
resultado de una determinada formación de la conciencia y de la
elección de las personas inscritas en dicha actividad
revolucionaria. Por eso, me detuve a analizar el comportamiento
social o colectivo de los grupos sociales, para profundizar en los
aspectos mencionados, en la conciencia y en la voluntad de los grupos
sociales (que son los que realizan la lucha de clases).
En
concreto, investigué el grupo social conocido como la clase
trabajadora. Para ello, describí la interpretación de Jon Elster
(participante del grupo de septiembre, un marxista analítico) acerca
del comportamiento social de los grupos en juegos. Su teoría de
juegos se halla bajo el principio del individualismo metodológico o
descripción de los grupos como composiciones de agentes sociales con
intereses particulares que deciden actuar de forma colectiva en tanto
en cuanto entienden que la actuación común reportará beneficios a
cada uno de ellos.
Las
conclusiones que podrían interesar a la cuestión que se está
tratando son: 1) dentro de los grupos se suele valorar la igualdad y
la justicia; 2) los agentes de los grupos necesitan seguridad, esto
es, tener la suficiente información, creencias e ideas que les
muestren que el proyecto compartido es realizable (viable y posible
según los medios disponibles) y que es estable (que en el grupo hay
equilibrio, es una asociación con garantías de que cada fracción
va a cumplir su parte de la actuación colectiva, a través de
sanciones y recompensas), resultando las ganancias mayores que los
costes o posibles riesgos; 3) se tiene que mostrar que el curso de
acción conjunto es la opción más racional y las asociaciones deben
fomentar la racionalidad para evitar que los agentes actúen fuera de
la acción colectiva por merced de factores irracionales (miedo al
riesgo), conformismo y pasividad, asunción extrema a las normas
sociales u oportunismo.
La
colaboración, el juego de grupo en el que la cooperación se basa en
el apoyo mutuo y no solamente en la mera coordinación de actividad,
es una de las claves principales desde esta posición: se logra si se
muestra con claridad que el curso de acción conjunto es la opción
más racional o más favorable para todos.
Las
creencias tienen un papel importante en la conducta social y, para
que fomenten aceptación del proyecto colectivo, los datos que
dispongan los agentes sociales (sea por ser extraídos por la
reflexión de cada uno de ellos o difundidos por los cargos de la
asociación) deben mostrar que el proyecto es viable o verosímil.
Por lo tanto, un concepto de justicia (que podría ser una de las
ideas que lleve a una acción colectiva revolucionaria), debe
disponer de elementos, creencias y datos, que muestren que el
objetivo propuesto se puede conseguir.
A
continuación, he especificado las características particulares del
grupo designado clase trabajadora. Elster entiende que una clase es
un conjunto de agentes que se unen en acciones conjuntas para lograr
mayores beneficios. Surge así la inquietud de unificarse por el
resentimiento surgido en los conflictos sociales. Con ello aparece
una voluntad de cambio, debido a la necesidad de buscar un cambio
efectivo. La búsqueda de mejoras lleva a los agentes a identificarse
entre ellos por entender que son igualmente afectados por la falta de
autonomía y por comprender que tienen, por tanto, intereses comunes.
La dominación de las clases altas conduce a la explotación y a la
consecuente posibilidad de la indignación. Asimismo, puede surgir en
los trabajadores la conciencia de que la lucha puede reportar mutuos
beneficios.
La
conciencia de clase, de esa forma, cobra forma de solidaridad (el
valor que indica que ayudarse mutuamente reporta beneficios a todos
los implicados). La lucha continuada y tenaz puede llevar a aumentar
dicha conciencia de clase hasta, tal vez, llegar al radicalismo y al
activismo transformador. Aunque para que se llegue a ese punto se
debe fortalecer la asociación (o asociaciones distintas con unidad
de acción o coordinadas) con estabilidad.
Para
ello, en las organizaciones obreristas se tiene que procurar que cada
agente cumpla su papel en la lucha conjunta. Se logra por medio del
liderazgo y la presencia de cargos de agentes dinamizadores que
coordinen, castiguen las actitudes unilaterales que perjudiquen al
grupo y a su actividad, y que proporcionen la suficiente información
acerca de las posibles pérdidas y ganancias de la lucha conjunta
como para que lleve a cada agente a la lucha social por convicción,
es decir, se tiene que conseguir el caso de que cada agente llegue a
la conclusión de que la acción colectiva es la más racional.
Nuevamente
las creencias son mostradas como relevantes, dado que la acción
colectiva ha de ser racional para convencer y para superar formas de
irracionalidad que lleven a actitudes no cooperantes por miedo u
otros factores, tales como la no identificación con el grupo por
existir diferencias irrelevantes como las diferencias raciales,
nacionales o sexuales. Es necesario presentar el proyecto como la
opción más racional. Se debe mostrar que los objetivos son
realizables (están compuestos de fuertes creencias, bien asentadas)
y son positivos. Para ello, la imaginación tiene que tener un papel
en el funcionamiento de la conciencia de clase.
Terminé
este texto explicando el papel de la imaginación en la formación de
la conciencia revolucionaria y exponiendo, en parte, su relación con
el concepto de justicia marxista. El concepto de imaginación
que he utilizado es el planteado por Marcuse, perteneciente a la
Escuela de Frankfurt, que criticaba la razón instrumental occidental
(que reduce el pensamiento al cálculo de buscar el mejor medio para
lograr un fin, sin replanteárselo) y que entiendo que encontró una
alternativa a este tipo de racionalidad en la imaginación y su
capacidad de pensar nuevas realidades.
Tenía
que mostrar la relación de la imaginación y la idea de
justicia. Con este propósito, tuve que seguir las observaciones
de Marcuse realizadas en Eros
and Civilitation,
en las que se indicaba que la imaginación es revolucionaria: es
capaz de mostrar que es posible vivir en otro modelo social en el que
se logre satisfacción si se construye una sociedad de economía
artesanal e industrial.
Es
una facultad que va más allá del entendimiento (que es mera
observación no crítica de la realidad) y permite idear nuevas
formas de sociedad, en función de las que sí sea posible lograr
gratificación si se fomenta que la producción sea una actividad
artística. Marcuse hace uso de esa imaginación revolucionaria
presentando un tipo de sociedad que no existe en la actualidad, pero
que puede ser realizada por utilizar elementos de la sociedad actual,
como la tecnología avanzada que permita crear más tiempo libre para
la producción lúdico-artística.
Concluí,
a partir de lo expuesto por Marcuse, que para que la conciencia
transformadora aparezca necesita ser activada por medio de la
imaginación. El mero conocimiento del estado de cosas actual no
impulsa a los agentes a la lucha social. Saber que tienen
dificultades para vivir y que hay contradicciones sociales, no les
lleva a buscar el cambio porque si no son capaces de concebir un tipo
de sociedad alternativo hipotético, podrían llegar a la conclusión
de que el estado de cosas presente es el único posible y que es
necesario.
Para
que haya una conciencia revolucionaria en las personas trabajadoras,
tiene que realizar una reflexión que les indique que es posible otro
tipo de sociedad y esa conclusión solo puede tener lugar si
previamente han sido capaces de imaginarse otra verosímil sociedad
organizada bajo otras formas, aunque con elementos de la presente. Si
son capaces de idear una hipotética sociedad realizable, entonces
podrían desear construirla y luchar por ella. Pero, para que se
llegue a ese punto, tienen que haber cogido y adaptado elementos de
la sociedad presente, adoptando una postura realista, y
estructurarlos de otra forma, a fin de que sea un proyecto
revolucionario. Por
otro lado, como ya se ha descrito, dentro de la propia teoría
marxista, no puede configurarse un concepto de explotación si no se
puede concebir una distribución hipotética alternativa en la que
sea viable un reparto de recursos más equitativo. Si no es posible
construir esa hipótesis por medio de la fantasía, no se podría
comparar cada tipo de producción y distribución de cada época con
su alternativa; y, por tanto, no se podría señalar que un tipo de
distribución es un abuso porque se podría repartir de forma más
justa.
La
idea de justicia necesita del concepto de explotación, ya que la
explotación es lo que en la idea de justicia marxista se designa
como injusticia; y el concepto de explotación requiere de la
imaginación para poder hacer comparaciones entre las sociedades
existentes y las hipotéticas, y así poder decir que las primeras
son menos equitativas que las segundas. Por tanto, la propia idea de
la justicia marxista requiere que se incluya la imaginación como
método para analizar la explotación.
Finalmente,
expuse el socialismo de mercado de Roemer porque es un ejemplo mejor
de creación de la imaginación revolucionaria ya que el de Marcuse
era impreciso. En el socialismo de mercado, por un lado, están mejor
concretados los elementos de la actual sociedad (empresas sin
jerarquías y organizaciones obreristas) que se van a usar en la
nueva; y, por otro lado, en él está mejor especificada su nueva
estructura (mercado libre, pero sin poder de clase –sin propiedad
privada en algunos de sus modelos-).
El
primer modelo son empresas gestionadas por trabajadores y en
propiedad coleciva(similares a las cooperativas integrales). En
el segundo, las empresas son colectivas pero dirigidas por
directivos. En ambos modelos, las empresas se forman por
acumulación de bonos (incomprables con dinero): cada trabajador
dispone de un número de bonos igual e intransferibles y para
adquirir una empresa de coste de un elevado número de bonos,
solamente asequible si los trabajadores se juntan y usan los bonos de
todos (propiedad colectiva.
Y
en el último modelo, los trabajadores tienen una parte importante de
las acciones de la empresa y tienen poder sobre la toma de decisiones
de la empresa (es un capitalismo sin poder de clase.
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Consideraciones posteriores
El
capitalismo ha llegado a sus últimas consecuencias en su forma
neoliberal. El neoliberalismo, al dejar hacer al mercado sin ningunos
mínimos de regulación y prevención, ha conducido a formas de
peligrosa especulación bancaria, burbujas financieras,
privatizaciones, recortes en derechos sociales, incremento de la
precariedad laboral (con dificultades para consumir) y una asimétrica
globalización en la que se liberan mercados pobres que no pueden
competir con la potencia de las multinacionales, incremento de la
mano de obra barata y pago ínfimo de las materias primas por parte
de multinacionales (provocando que se incremente la deuda externa de
los países en desarrollo).
Las
políticas sociales y socialdemócratas están retrocediendo terreno
frente a las presiones de la FMI, el BM y la troika; por no decir que
partidos que se dicen socialdemócratas han adoptado las medidas
neoliberales cuando han gobernado y han traicionado sus supuestos
principios. Al final, el liberalismo salvaje se ha impuesto.
El
liberalismo salvaje ha incrementado las desigualdades sociales, para
la gente es muy necesario la resistencia y la lucha social. Pero es
bastante complicado que la lucha social, las protestas y las huelgas
lleguen a estar tan reforzadas y unificadas como para conseguir
grandes cambios sociales.
Elster
señalaba que no habrá gran cambio social porque en los países
desarrollados, donde se dan condiciones objetivas (gran desarrollo
tecnológico que permita otra distribución social de los recursos),
no se dan las condiciones subjetivas (motivaciones, organizaciones
dispuestas); y en los países en desarrollo, donde se dan las
condiciones subjetivas, no se dan las condiciones objetivas.
Por
otro lado, la reacción de las clases altas, que no quieren perder
beneficios para cada vez menos manos, puede ser muy fuerte, usarán
todos sus recursos y presión sobre los gobiernos para reprimir la
lucha social o para quitar leyes que blinden las mejoras en las
condiciones laborales y sociales. O bien, si se suben salarios,
suben a conciencia los precios y se devalúa el poder adquisitivo de
los trabajadores.
En
realidad, los intereses entre trabajadores y patronal son
irreconciliables. Unos luchan porque el salario se corresponda
más con lo que producen y otros buscan el mayor beneficio para cada
vez menos manos (un 1% de la población mundial ya tiene en propiedad
la mitad de las riquezas del mundo).
Para
arrancar el problema de raíz, el sistema clasista y explotador,
habría que hacer una revolución social. Si hay salarios,
siempre habrá explotación (porque no se pagará por lo que se
produce, sino por el esfuerzo) y ella, como dice Roemer, se ve
garantizada por el sistema jerárquico de clases y sus formas de
subordinación. Solamente una revolución social acabaría con
la sociedad de clases y permitiría llevar a cabo el socialismo de
mercado, el cual es posible como demuestran la eficacia y viabilidad
de las cooperativas de Mondragón -con todos sus defectos- y las
cooperativas integrales.
Según
Marx, la revolución proletaria establecería el comunismo. Al tomar
el poder se hará clase dominante y cambiará la sociedad a su imagen
y semejanza, se generará una sociedad de trabajadores y, por tanto,
sin clases (los trabajadores trabajan para sí, una sociedad de
trabajadores será una sociedad sin nadie por debajo, sin
clases). Los proletarios tomarán el poder y formarán una
dictadura temporal del conjunto de los trabajadores, formarán una
organización similar a la comuna de París: la cual fue asamblearia,
horizontal, de democracia directa, con cargos rotativos y
destituibles por la asamblea, y compuesta de organizaciones obreras
diferentes. Marx entendía el partido como la clase trabajadora
organizada como clase, partido entendido como parte de la sociedad.
En
vida, Marx y Engels estuvieron más activos en la Asociación
Internacional de Trabajadores, en la que había diversidad de
organizaciones obreras. La praxis que llevaron ambos fue más
contribuir a que las diferentes Internacionales fueran activas,
coordinadas y efectivas, más que en formar partidos políticos.
El propio Marx señaló que él no era marxista, en alusión de no
formar sectas, sino fomentar más la unión de los trabajadores (ir
más a unir fuerzas que a actuar como partido político
profesionalizado y lejano a los grupos obreros existentes).
La
dictadura sería del conjunto del proletariado, de todas las personas
trabajadoras y sería temporal (Marx entendía la dictadura bajo la
forma jurídica romana: un gobierno con poderes especiales
temporal). Es una toma del poder para realizar las medidas
oportunas para eliminar las clases. Y una vez eliminadas las
clases, como el Estado es la herramienta de la clase dominante, la
sociedad se organizará sin Estado.
Sea
como fuere, aunque el socialismo se formase en un Estado democrático
(de democracia participativa y asamblearia) y las empresas estuviesen
en un socialismo de mercado con empresas gestionadas directamente por
los trabajadores, solamente podría establecerse tras una revolución
social.
Sin
embargo, las clases altas, naturalmente, se opondrían totalmente a
la revolución, tanto como para usar sus influencias y presionar para
que haya una gran represión estatal o, incluso, uso de la violencia
(el ejército).
La
revolución conlleva la guerra y, la verdad, no sé si buena parte de
la gente estaría dispuesta a ella [personalmente, no me veo capaz de
usar un arma, así que no soy un revolucionario]. En muchos casos que
se ha dado esta situación, una parte de la resistencia popular
adoptó actitudes autoritarias (uso de fuerza frente al enemigo), que
acabó corrompiéndose redundando en una dictadura burocrática. En
la URSS y países del Este gobernaba la nomenklatura, una élite del
PCUS acaparaba el poder, perseguía las opiniones divergentes y la
gente no disponía de un espacio para participar en las cuestiones
públicas: era una dictadura burocrática. Ésto podría volver a
pasar.
Cómo
llevar un movimiento popular organizado y fuerte que logre una
democracia participativa es un gran reto que todavía se tiene que
idear cómo hacerlo. Tal vez una confluencia entre partidos de
izquierdas, movimientos sociales y sindicatos pueda lograr conformar
un movimiento fuerte, pero hay incertidumbres acerca de cómo pueda
acabar. No es que sea un gran activista como para decir esto, pero la
verdad es verdad la diga Agamenón o el porquero de Agamenón.
Lo
más probable es que el único cambio que se produzca sea el
climático y que tengamos una muerte lenta y dolorosa.
*Artículo relacionado mío:
"El materialismo histórico de Marx y Engels":
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