2021(e)ko apirilaren 5(a), astelehena

La insociable sociabilidad en Kant

 

La insociable sociabilidad en Kant


Juan José Angulo de la Calle
 

 
https://es.wikipedia.org/wiki/Immanuel_Kant#/media/Archivo:Kant_gemaelde_1.jpg

 
 
Kant consideraba que el ser humano tiene a la vez una tendencia a procurar vivir con los demás (para lograr los distintos recursos de los diferentes oficios, conseguir protección y para tener compañía y "calor humano"); pero señalaba que cuando vive en sociedad acaba en unas relaciones de conflicto y lucha de intereses, dado que los recursos son de acceso limitado y hay que competir con ellos.
 
La primera característica humana es la sociabilidad, la tendencia a buscar vivir con otros para sobrevivir y vivir de forma humana; y la segunda es la insociabilidad, es el enfrentamiento, la lucha por conseguir los mismos recursos, la competitividad y el conflicto de intereses.  El ser humano necesita y quiere vivir con otras personas, pero es consciente de que, debido a la competitividad, tiene que estar en tensión con otros porque se buscan los mismos objetivos y recibirá resistencias.
 
 
    "El medio de que se la Naturaleza para lograr el desarrollo de todas las disposiciones es el ANTAGONISMO de las mismas en sociedad, en la medida en que ese antagonismo se convierte a la postre en la causa de un orden legal de aquellas.  Entiendo en este caso por antagonismo la insociable sociabilidad de los hombres, es decir, su inclinación a formar sociedad que, sin embargo, va unida a una resistencia constante que amenaza perpetuamente con disolverla.  Esta disposición reside, a las claras, en la naturaleza del hombre.  El hombre tiene una inclinacion a entrar en sociedad; porque tal estado se siente más como hombre, es decir, que siente el desarrollo de sus disposiciones naturales.  Pero también tiene una gran tendencia a aislarse; porque tropieza en sí mismo con la cualidad insocial que le lleva a querer disponer de todo según le place y espera, naturalmente, encontrar resistencia por todas partes, por lo mismo que sabe hallarse propenso a prestársela a los demás." (1997, Kant, 46).
 
Según Kant, dicha insociabilidad es  positiva  porque cuando las personas se esfuerzan para conseguir cubrir sus necesidades y compiten con otras dan lo mejor de sí mismos, se esfuerzan y desarrollan mucho la técnica, el saber, la cultura y la Ilustración.  Como si refiriera la mano invisible de Adam Smith, Kant da cuenta que el egoísmo y la búsqueda de cubrir los intereses conduce al beneficio de la sociedad, en tanto que las personas se esfuerzan más para lograr sus objetivos, dan mayores y mejores contribuciones en su trabajo y generan más riqueza. [Habría que ver en qué medida no contribuirían más si actuara con otras personas en equipo, no grupo de individuos enfrentados, y produjese como tanto en conjunto como las cooperativas].
 
 
 "[...] Pero esta resistencia es la que despierta todas las fuerzas del hombre y le lleva a enderezar su inclinación a la pereza y, movido por el ansia de honores, poder o bienes, trata de lograr una posición entre sus congéneres, que no puede soportar pero de los que tampoco puede prescindir.  Y así transcurren los primeros pasos serios de la rudeza a la cultura, que consiste propiamente en el valor social del hombre; los talentos van desarrollándose poco a poco, se forma el gusto y, mediante una continuada ilustración, conviértese el comienzo en fundación de una manera de pensar que, a la larga, puede cambiar la ruda disposición natural para la diferenciación moral en principios prácticos determinados y, de este modo, también la coincidencia a formar sociedad, patológicamente provocada, en un todo moral.
 
     Sin aquellas características, tan poco amables, de la insociabilidad, de las que surge la resistencia que cada cual tiene que encontrar necesariamente por motivo de sus pretensiones egoístas, todos los talentos quedarían por siempre adormecidos en su germen en una arcádica vida de pastores, en la que reinaría un acuerdo perfecto y una satisfacción y una versatilidad también perfectos, y los hombres, tan buenos como los borregos enocomendados a su cuidado, apenas si procurarían a esta existencia suya un valor mayor del que tiene este animal doméstico; no llenarían el vacío de la creación en lo que se refiere a su destino como seres de razón." (1997, 46-48)
 
Finalmente, las tensiones entre las personas tienen que finalizar de alguna manera y, lógicamente que no cronológicamente, se tiene que construir al final una sociedad con un cuerpo jurídico, que dé garantías, seguridad y orden.  Como si siguiera el planteamiento de Hobbes, Kant señala que las personas terminan cediendo poder a cambio de un orden único fuerte, incluso sometiéndose a un poder al que se delega y cede poder a cambio de orden social. 
 
    "El problema mayor del género humano, a cuya solución la constriñe la Naturaleza, consiste en llegar a una SOCIEDAD CIVIL que administre el derecho en general.  Como sólo en sociedad, y en una sociedad que compagine la máxima libertad, es decir, el antagonismo absoluto de sus miembros, con la más exacta determinación y seguridad de los límites de la misma, para que sea compatible con la libertad de cada cual, como sólo en ella se puede lograr el empeño que la Naturaleza tiene puesto en la humanidad, a saber, el desarrollo de todas sus disposiciones, quiere también la Naturaleza que sea el hombre mismo quien se procure el logro de este fin suyo, como el de todos los fines de su destino; por esta razón, una sociedad en que se encuentre unida la máxima libertad bajo leyes exteriores con el poder irresistible, es decir, una constitución civil perfectamente justa [...] La necesidad es la que fuerza al hombre, tan aficionado, por lo demás, a la desembarazada libertad, a entrar en este estado de coerción; necesidad la mayor de todas, a saber, la que los hombres se infligen entre sí, ya que no pueden convivir ni un momento en medio de su salvaje libertad.  Sólo dentro del coto cerrado que es la asociación civil, esas mismas inclinaciones producen el mejor resultado [...]" (1997,48- 50)
 
 
Para que haya sociedad, tiene que haber delegación en un poder que ponga orden y dé garantías jurídicas (como defendía, más bien, Locke); aunque Kant consideraba que dicha delegación era más bien sometimiento a un amo y poder soberano.
 
"[...] La dificultad que la mera idea de la tarea nos patentiza es la siguiente: el hombre es un animal que, cuando vive entre sus congéneres, necesita de un señor. [...] Necesita un señor, que le quebrante su propia voluntad y le obligue a obedecer a una voluntad valedera para todos, para que cada cual pueda ser libre.  Pero ¿de dónde escoge este señor?  De la especie humana, claro está.  Pero este señor es también un animal que necesita, a su vez, un señor.  Ya puede, pues proceder como quiera, no hay manera de imaginar cómo se puede procurar un jefe de la justicia pública que sea, a su vez, justo; ya sea que lo busque en una persona, o en una sociedad de personas escogidas al efecto.  Porque cada una abusará de su libertad si a nadie tiene por encima que ejerza poder con arreglo a las leyes.  El jefe supremo tiene que ser justo por sí mismo y, no obstante, un hombre. [...]  Que será también lo último en ser puesto en obra se deduce asimismo del hecho de que los conceptos correctos acerca de la naturaleza de una constitución posible exigen una experiencia muy grande, entrenada por la historia, y, sobre todo, una buena voluntad dispuesta a aceptarla; y estos tres factores podrán coincidir muy difícilmente y, si ello sucede, muy tarde, luego de muchos intentos." (1997, 50-51)
 
Las tensiones entre personas no desaparecen, cobran otra forma, en forma de competitividad social, conflictos y tensiones; no es posible o no hay voluntad para que la coexistencia entre personas pueda establecerse sin presiones sociales, hostilidades de algún tipo y enfrentamientos en otro orden.  Sin embargo, Kant señala que en la sociedad se da un Contrato Social, en el que supuestamente se mitiga en parte la insociabilidad y se dan ciertas libertades (como la posibilidad de la crítica pública, pero que Kant limita al sometimiento a un despotismo ilustrado en el que tiene que prevalecer la norma: piensa lo que quieras, pero obedece). 
 
El orden social prevalece y se establece (o, más bien, se mantiene) una sociedad organizada; pero dicho orden no se da entre los Estados.  Entre ellos no hay un poder por encima de ellos que imponga un orden único, dé garantías de cumplimiento de los compromisos y haga valer un derecho internacional por medio de sanciones.  Dicha lucha entre países puede ser motor de la historia, dado que hace que haya guerras, se repartan las tierras generando imperios más ricos, avanzados, civilizados e ilustrados.
 
    "El problema de la institución de una constitución civil perfecta depende, a su vez, del problema de una legal RELACIÓN EXTERIOR ENTRE LOS ESTADOS, y no puede ser resuelto sin éste último.  [...] La misma insociaciabilidad que obligó a los hombres a entrar en esta comunidad, es causada, nuevamente, de que cdad comunidad, en las relaciones exteriores, esto es, como Estado en relación con otros Estados, se encuentre en una desembarazada libertad y, por consiguiente, cada uno de ellos tiene que esperar de los otros ese mismo mal que impulsó y obligó a los individuos a entrar en una situación civil legal.  La Naturaleza ha utilizado de nuevo la incompatibilidad de los hombres, y de las grandes sociedades y cuerpos estatales que forman estas criaturas, como un medio para encontrar en su inevitable antagonismo un estado de tranquilidad y seguridad; es decir, que, a través de la guerra, del rearme incesante, de la necesidad que, en consecuencia, tiene que padecer en su interior cada Estado aun durante la paz, la Naturaleza los empuja, primero a ensayos imperfectos, por último, y después de muchas devastaciones, naufragios y hasta agotamiento completo de sus energías, al intento que la razón les pudo haber inspirado sin necesidad de tantas y tan tristes experiencias, a saber: a escapar del estado sin ley de los salvajes y entrar en la unión de naciones [...]
 
[...] En la actualidad los Estados se hallan entre sí en una tan delicada relación, que ninguno puede perder su cultura interior sin padecer en seguida en poder e influencia sobre los demás; por lo tanto, las ambiciones de gloria de los Estados se bastan para asegurar, si no el progreso, por lo menos el mantenimiento de este fin de la Naturaleza. [...]  Si se le impide que busque su bienestar en la forma, compatible con la libertad de los demás, que bien le parezca, se amortigua la vivacidad de todo el tráfico y, con ello, también las fuerzas del todo.  Por esta razón van derogándose las limitaciones al hacer y omitir los personales, y se concede la plena libertad de religión; y así surge, gradualmente, interrumpida por delirios y fantasmas, la ilustración, como un gran bien que la humanidad ha de preferir a los egoístas deseos de expansión de sus imperantes, con solo que comprenda su propio beneficio." (1997, 52-59) 
 
 
Sin embargo, el desorden que da la guerra tiene consecuencias negativas, porque ella es destructiva y genera incertidumbres.  Así que, en el desarrollo de la historia, acabará estableciéndose poco a poco un entendimiento entre los países, acuerdos y compromisos internacionales, y una formación de un mundo cada vez más cosmopolita.  
 
"[...] Por último, la misma guerra, no sólo resultará poco a poco una empresa artificiosa, de inseguro desenlace para ambos contrincantes, sino también muy de sopesar por los dolores que luege siente el Estado con su deuda pública en incremento constante - una nueva invención - y con una amortización que se pierde de vista; añádese a esto la influencia que toda conmoción de un Estado, gracias a la tupida red que sobre ésta parte del mundo en que vivimos extienden las industrias, ejerce sobre los demás, y de una manera tan sensible, que éstos, sin ninguna referencia legal en qué apoyarse, se ofrecen como árbitros, preparándose así desde lejos para un futuro gran cuerpo político del que el mundo no ofrece ejemplo.  Y aunque este cuerpo político se halla todavía en estado de burdo proyecto, sin embargo, ya empieza a despertarse un sentimiento en los miembros, interesados en la conservación del todo; lo que nos da esperanza de que, después de muchas revoluciones transformadoras, será a la postre una realidad ese fin supremo de la Naturalez, un estado de ciudadanía mundial o cosmopolita, seno donde pueden desarrollarse todas las disposiciones de la especie humana." (1997, 60-61)
 
En el final de su vida, Kant señala que el mundo acabará estableciendo una paz perpetua porque las guerras son malas para la economía.  Se tendrá que formar un Estado mundial para que haya mecanismos de poder efectivos que castiguen el incumplimiento del orden mundial, den sanciones y establezcan unas garantías jurídicas a las que se pueda apelar y que sean efectivas.  Dicho Estado mundial sería una República (Estado basado en la res publica) con separación de poderes, aunque los podría ostentar un rey [pero que en su manera de actuar ejerciera cada poder de manera diferente y por diferentes protocolos de actuación, claro].
 

Bibliografía y webgrafía:

 

- Canal Adictos a la filosofía: 

"TODO sobre la PAZ PERPETUA de KANT en 7+2 puntos (ft. Date un Vlog)" [subido el 9 de octubre de 2019]: https://www.youtube.com/watch?v=MytJHVWQxOk

 

- Canal de Jorge Moguel (editor del fragmento de vídeo de la serie Merlí. Sapere Aude del Estudio Divisa Red):

"Carpeta Verde o Roja - Presión Ambiental" [subido el 8 de mayo de 2020]: https://www.youtube.com/watch?v=G_P2GwuAtbE

 

-Kant, I.  1997: Filosofía de la historia.  Madrid: Fondo de Cultura Económica.

 

-Kant, I. 2016: La paz perpetua.  Madrid: Alianza Editorial.


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