Materialismo histórico
El
desarrollo de las fuerzas productivas lleva a un tipo de relaciones
productivas y a un tipo de sistema económico que le sustente (en el
que el valor sea el valor-trabajo porque permite la acumulación).
Esas relaciones son jerárquicas y están llenas de contradicciones
sociales como la explotación. El sistema económico sustenta las
divisiones sociales porque se sustenta en la acumulación del valor
en cada vez menos manos. El proceso del desarrollo de fuerzas puede
tener lugar gracias a la propiedad privada: las clases ostentadoras
de la propiedad privada de los medios de producción promueven el
desarrollo de las fuerzas productivas para el logro del mayor
beneficio para las mismas clases dominantes.
Todo
ello deriva a unas condiciones de trabajo en el que aumenta la
dependencia de los obreros respecto a las clases dominantes. Se da
dicho proceso porque los trabajadores carecen de los medios de
producción necesarios para subsistir. Los proletarios no tienen
poder sobre los medios porque son acaparados por las clases
dominantes por la presencia de la propiedad privada. Y esto ocurre a
pesar que la producción y los beneficios y ganancias con los que se
permite invertir en mejoras en la empresa sea realizada por los
empleados. Todo ello lleva a que los empleados tengan que verse
obligados a resignarse a aceptar las condiciones impuestas por la
patronal.
El
desarrollo de las fuerzas productivas viene por el desarrollo de la
capacidad productiva: los trabajadores generan plusvalía y, de esa
forma, surgen beneficios. Dicho desarrollo va orientado a conseguir
el máximo beneficio (para los propietarios).
Entonces, el
desarrollo (optimización) da más cadenas, ritmos de trabajo cada
vez más acelerados, condiciones laborales con cada vez mayor
flexibilización o precariedad laboral (existente para conseguir más
productividad y dependencia) y salarios cada vez más alejados del
valor-trabajo realmente producido por los trabajadores. Lo cual
quiere decir que no se paga al trabajador el valor producido por el
trabajador, sino un sueldo que cada vez es más alejado de dicho
valor y le impide adquirir bienes y servicios del mismo valor.
Siempre ha de ser así en el capitalismo, dado que ante cada aumento
de los salarios, suben los precios de los productos. Desde el punto
de vista de los marxistas, el capitalismo siempre genera
contradicciones sociales.
No
solo hay mayor precariedad laboral, sino que el ritmo del trabajo ha
aumentado. En los países desarrollados hay más trabajo en peores
condiciones. En los países en vías de desarrollo la situación es
todavía peor.
La
descrita situación puede motivar la búsqueda del cambio social. En
este tipo de relaciones sociales se dan contradicciones, conflictos.
Los conflictos ocurren por haber entre las clases intereses
contradictorios e irreconciliables: la clase dominante busca el
máximo beneficio por cualquier medio, y la clase dominada aspira a
que el pago recibido se ajuste con lo que produce. Los objetivos de
la clase subordinada nunca se cumplirán porque entonces los
empresarios no obtendrían grandes beneficios y sólo les quedaría
un pago propio de un gerente, que es lo opuesto a sus aspiraciones.
Esto lleva a la lucha de clases. Ella puede conducir al cambio
revolucionario de la sociedad o a la aniquilación de ambas clases,
según Marx.
De
las contradicciones, aparece la motivación de buscar el cambio. Si
se consigue, se cambia la sociedad y se produce una variación en la
historia. Eso es el materialismo histórico: se explica los cambios
sociales, económicos y políticos en la historia como el resultado
de la presencia en cada época de una realidad material (relaciones
sociales y de su consecuente distribución de bienes y servicios)
llena de contradicciones (explotación de las clases productoras y
relaciones de dependencia o estratificadas de forma jerárquica), la
cuál lleve a la clase dominada de cada era a la búsqueda de
eliminar las contradicciones y cambiar la sociedad, cambiando la
historia si triunfa el cambio social.
La
historia es construida por las acciones voluntarias y conscientes de
los seres humanos. Se llega a la decisión de realizar dichas
acciones por tener unas condiciones de vida tan difíciles que hacen
deseable un cambio social. Las duras condiciones de vida pueden
llevar a reflexionar sobre las posibilidades materiales o pensar si
puede llegar a construirse otro tipo de sociedad con los elementos de
la sociedad en la que viven. Las personas de una clase solo pueden
decidir intentar crear otro tipo de sociedad si interpretan que es
posible que pueda existir otra forma de organizar la sociedad. Si no
pudiese ser imaginable una sociedad alternativa, no sería
planteable la posibilidad de un cambio social y solo habría
resignación y pasividad.
Las
decisiones son derivadas de la razón. Se realiza un acto como
resultado de una reflexión sobre la situación de cada persona y
sobre las posibilidades que tiene la sociedad. Un curso de acción
revolucionario será llevado a cabo si sus agentes interpretan como
injusta la situación social, al creer que es viable construir otro
tipo de sociedad en el que ellos estarían mejor y en la que
recibirían lo que merecen.
Solo se tomará como injusta una
situación social si se interpreta que puede existir hipotéticamente
otro tipo de relaciones sociales y otras formas de distribución
–como ya se describió en la teoría de Roemer sobre la
explotación-. Dicha interpretación, no será solo la conciencia de
su situación tal como es en el presente. No lo será porque en ella
hay una reflexión acerca de una sociedad en la que no se vive (la
alternativa hipotética) y que será, entonces, fruto de su
imaginación.
La
conciencia de
cada persona,
entonces, le
lleva a
un tipo
de conducta
en la
sociedad, la
cual puede
afectar a
los demás.
El modo de proceder de una persona tiene consecuencias en la
sociedad. Si una persona tiene un
comportamiento
pasivo o
conservador,
fomenta un
ambiente social
de tranquilidad
o de
apariencia de
falta de
conflicto. Un
modo de
actuar
reformista, por
otro lado, impulsa
a que
haya un
entorno social
complaciente.
Una conducta
social más
radical, por el
contrario, produce
crítica y
un ambiente
de lucha
social.
Entiendo
que en la
conciencia de
cada persona
se reconocen
dos componentes
dentro de
ella. Por
un lado,
estaría su
aspecto material
(creencias acerca
de su
propia vida
y posibilidades,
bajo unas
condiciones de
vida material
-recursos-
determinadas).
Este aspecto
sería el
contenido de
la conciencia.
Esto es, las
cuestiones o
temas que
son objeto
de reflexión,
preocupación o
interés para
cada persona,
lo que
vendría a
ser el
material del
pensamiento).
Por otro
lado, estarían
los valores
o ideas
acerca del
modo de
vida de
cada persona,
la manera
de interpretar
o valorar
la vida
material
(interpretada
bien como
normal o
bien como
injusta). Este
componente
vendría a
ser la
forma del
pensamiento, la
estructura del
modo de
interpretar, la
manera acerca
de cómo
considerar la
propia situación
y si
es necesario
(y posible)
actuar para
modificarla (si
es interpretada
como injusta)
o no.
Las
elecciones son resultado, entre otros factores, de las posibilidades
de los agentes sociales. Entre dichas posibilidades se encuentran
sus propias capacidades. Dichas capacidades son su actividad, su
forma de transformar el entorno (para que sea más habitable, más
hecho para la vida humana, más humano).
La
principal posibilidad del ser humano es su capacidad creativa. Es la
capacidad de hacer cosas nuevas por su ingenio, a través de su
imaginación. Dicha creatividad se ve impulsada por la necesidad.
Es decir, se transforma el entorno para poder vivir en él, para
satisfacer nuestras necesidades. Por consiguiente, el ser humano
realiza sus instrumentos, máquinas y artificios a su manera,
mostrando su identidad, y, así, se reconoce en esa actividad y
desarrolla su personalidad.
Cada
ser humano hace su vida, se hace a sí mismo, a partir de transformar
el entorno a partir de su propia forma de hacer las cosas, con su
conciencia y su voluntad propia (no con la de otros).
El
problema surge cuando el trabajo no sirve a la propia persona. Es
decir, hay conflicto cuando el trabajo es para otro. Es la situación
en el que el productor no realiza los medios de subsistencia a su
manera y para sí mismo. Es el caso en el que dicho productor
trabaja con ritmos establecidos y forzosos y se trabaja para otro.
Cuando trabaja para lograr los beneficios de otro, a costa de no
recibir los recursos que le corresponden -a costa de ser explotado-,
convirtiéndose así el trabajo en algo ajeno, en algo alienante.
El
trabajo, en esta forma, es alienante, ajeno al trabajador y extraño
a él. Ya no es suyo, sino que el trabajo es el que posee al
productor.
En
una sociedad en la que el trabajo que realiza el productor es para
otro (para beneficio de otro, con las condiciones, ritmos acelerados
y entorno de trabajo que impone alguien externo), el trabajo se torna
extraño. Ya no sirve a uno mismo, ya no satisface las necesidades
vitales e inquietudes del propio productor y se torna insoportable.
Se realiza únicamente por lograr dinero, no puede ser interiorizado
y considerado como propio, en cierta medida es tomado como una forma
de prostitución.
El
objeto creado por la actividad técnica, el fruto del trabajo (bienes
y servicios) es la objetivación del esfuerzo, dedicación,
personalidad y voluntad de la persona que lo fabrica.
Es
a través de ese objeto o de la forma de producirlo (en qué
condiciones, y con qué objetivos) por el que se puede empezar a
juzgar el tipo de trabajo que se está realizando en cada etapa de la
historia. Según como sea el trabajo que realiza el productor, puede
animarle a buscar un cambio en la sociedad en la que está enmarcada
este tipo de producción y de distribución de recursos. El objeto
debería servir a la persona a satisfacer sus necesidades. Debería
ser una finalidad, no solo un medio para la pura subsistencia.
Tendría que ser también un producto de las inquietudes del
productor, de su personalidad. De esa forma, el trabajador podría
verse reflejado en él y poder sentir que ha aportado algo propio al
mundo, que su esfuerzo y habilidad particular ha podido exponerse.
Sin
embargo, en la producción del capitalismo, el trabajador debe servir
al objeto (y no al revés). El objeto se convierte en un fin en sí
mismo y el empleado en un medio, un instrumento para que pueda ser
producido. El trabajador se convierte poco más o menos en un
apéndice de la máquina o proceso que permite su producción. Queda
reducido a algo parecido a un “programa de ordenador” que tiene
que planificar y pensar qué hacer a cada momento, qué botón
apretar en el momento justo, cómo ordenar cada tarea y realizarlo
con eficacia para conseguir servir a la lógica de la producción de
un objeto. Su actividad se ve reducida a ser un mecanismo eficaz
para ajustarse al sistema (independiente o con fines separados de los
del productor) de producción de dicho objeto.
El
proceso de producción también le es ajeno al trabajador. Se ve
presionado a forzarse a cumplir los ritmos acelerados de la
producción capitalista, a adaptarse como buenamente pueda a la
intensificación del trabajo, al cumplimiento de los plazos impuestos
desde arriba. En lugar de trabajar cada cual a su manera y a su
ritmo en un trabajo que sólo atienda a sus necesidades particulares
básicas, se adentra en una dinámica ajena.
El
propio proceso de trabajo se le impone desde afuera. No tiene nada
que ver con la forma de hacer las cosas de cada empleado, ni tiene
como objetivos la producción para los propios productores, sino la
lógica de un mercado competitivo, que fomenta la producción
acelerada, intensificada y descontrolada para barrer la competencia y
lograr el mayor beneficio para unos pocos.
La
propiedad privada es la que engendra este tipo de producción. Ella
permite un tipo de relaciones sociales asimétricas, por las que las
clases desposeídas se ven forzadas a trabajar para las clases
poseedoras por carecer de los medios de producción. Eso ocurre a
pesar de que la propia producción e inversión solo puede ser
realizada y se realiza con el trabajo de las personas que carecen de
propiedad sobre los medios de producción. Los trabajadores son los
que producen la riqueza y se ven forzados a trabajar con las
condiciones establecidas por los poseedores.
Las
contradicciones
sociales
(explotación,
alienación,
dependencia
jerárquica)
son
las
que
impulsan
a
buscar
un
cambio
y
lleva
a
la
lucha
de
clases,
que
es
el
motor
del
cambio.
No
hay
historia
cuando
no
producimos
nuestra
propia
vida.
Si
nos
alimentásemos
solo
de
la
caída
de
los
frutos
nada
cambiaría
porque
no
haría
falta
que
nada
cambiase.
El
imperativo
de
sobrevivir
nos
crea
propósitos
y
nos
fuerza
a
la
producción,
las
circunstancias
nos
fuerzan
y
esas
condiciones
materiales
pueden
ser
tan
contradictorias,
que
fuercen
al
cambio
social.
El
desarrollo de la historia tendría como final (si es que es
alcanzado) el comunismo. El comunismo sería la etapa de la historia
en la que la actividad sería libre, en la que sería posible el
desarrollo de nuestra creatividad sin restricciones ni imposiciones.
La
historia es el desarrollo de la fuerza productiva humana (la búsqueda
de mejorar la capacidad de transformación del entorno), ya que la
optimización de los medios de producción exige ajustar la sociedad
a ella; esto es, cambiar las relaciones de producción para lograr
una aparente mejor organización, a través de jerarquías de mando
surgidas por la propiedad privada y así forjar las sociedades de
clases.
Hay
una relación entre fuerzas, relaciones y superestructura. Las
fuerzas fomentan que existan un tipo de relaciones sociales en las
que la organización del trabajo aporte más beneficios a las clases
altas y en dicha dominación deberá ser respaldada con unas ideas
dominantes producidas por editoriales y medios de comunicación con
gran poder de difusión (obtenida por ser propiedad de las grandes
empresas).
Sin
embargo, no todo el espectro cultural y artístico es ideología,
entendida ésta como el conjunto de las ideas dominantes difundidas
por las clases altas. La producción cultural puede ser realizada
por las clases dominadas. No todo el arte y cultura provienen de las
grandes editoriales, los medios de comunicación y otros medios de
difusión que son propiedad de las clases altas. La cultura no se
reduce a ideología, aunque las clases dominantes dispongan de más
medios para expandir sus ideas y conceptos.
La
capacidad creativa del ser humano puede llevar a la revolución, ya
que el lado creativo de la humanidad encuentra plenitud antes y
después de la revolución (en el primer caso porque se siente la
necesidad de cambiar la realidad y en el segundo porque se ve la
oportunidad para el cambio).
Cohen
indica en su análisis sobre el materialismo histórico, que los
factores materiales (condiciones de vida, contradicciones o
conflictos sociales) afectan a las personas sobre su conciencia y
voluntad (motivándolas a la lucha de clases en algunos casos de la
historia). Aún y todo, sus elecciones, al final, dependen de un
proceso de razonamiento, eligen entre opciones posibles. Solo se
plantea un modo de actuar si es viable, por lo que solo luchará por
un proyecto que sea interpretado como realizable.
Dado
que en el presente de cada época no existe un modelo de estructura
social nuevo (puesto que solo existe la estructura social de cada
época), deberá recurrir a la imaginación para plantearse un tipo
de sociedad que no está todavía vigente. Y para que esa imaginación
sea realista, deberá estar asentada en las posibilidades materiales,
contar con la necesaria tecnología y organización colectiva para
poder hacer un reparto justo que sea suficiente para todos. La
humanidad tiene esa capacidad de ingeniarse nuevas posibilidades por
la capacidad creativa del trabajo, que transforma el entorno. Por
tanto, la imaginación es parte necesaria en la conciencia y la
voluntad, por lo menos en aquellas personas que busquen el cambio
social o la variación de la historia.
La
historia de las sociedades es la historia de la lucha de clases. Las
clases desposeídas tienen contradicciones con las clases dominantes.
Hay conflictos sociales porque entre ambas clases hay intereses
opuestos y contradictorios entre sí: no se puede cumplir las
expectativas de una clase sin restar las de la otra. En cada etapa
de la historia, existe la gran contradicción social de que los
productores son explotados (no reciben lo que producen). Por eso
surge la lucha social.
Las condiciones de vida materiales, la
necesidad, la carencia de recursos y la explotación, conducen a una
parte de las clases dominadas a querer cambios en su situación y a
preguntarse cómo producir dichos cambios. Entiendo que esto le lleva
a reflexionar sobre si la situación de las clases bajas es justa y a
pensar qué posibles cursos de acción viables se pueden tomar. La
conciencia de vivir una situación injusta, llevan a las clases bajas
a buscar el cambio en la estructura de la sociedad, llámese cambio
social o revolución, en términos más marxistas.
Los
esclavos y los plebeyos se rebelan contra los patricios, los siervos
de la gleba se rebelan contra los nobles, los burgueses hacen la
revolución contra la aristocracia y finalmente los trabajadores
realizan la revolución socialista contra los empresarios. Cada
etapa puede llevar a un cambio en la estructura social, un cambio en
la estructura de la sociedad, en las divisiones jerárquicas (o
eliminación de jerarquías de clase en el comunismo).
Se pasa de la
sociedad esclavista a la estamental (sociedad dividida en estamentos,
clases por nacimiento, en la que los siervos reciben algo de lo
producido por la tierra y no son objetos), de la estamental a la
sociedad de clases moderna (sociedad dividida la sociedad en clases
en función del grado de propiedad privada, en la que el trabajador
es “libre” para estar en una empresa u otra, no está atado a una
tierra o sometido a un señor en particular) y, al final, según
Marx, la sociedad sin clases o sociedad comunista.
Solo
se puede hablar de variaciones en la historia cuando se cambia la
estructura de las clases sociales, dado que la base de la sociedad
son las relaciones sociales y en la estructura económica que
conlleva. Entonces, solo se puede hablar de cambio en las sociedades
cuando se realizan transformaciones en la base que la sustenta (y que
hace que cambie el resto de la sociedad).
Se
busca transformar la sociedad de forma que sea más humana (sin
explotación y sin las demás injusticias) en el caso de que se
interprete (por la conciencia) que es posible realizar dicho cambio.
Si se dan las posibilidades materiales -medios de producción que
produzcan masivamente y que permitan una suficiente distribución
equitativa para todos que permita sobrevivir- y si existen las
condiciones sociales suficientes y necesarias -una clase explotada
concienciada y organizada-, entonces puede surgir una conciencia
revolucionaria.
No
existirá,
entonces,
cambio
social,
si
no
se
ve
posible
dicho
cambio.
Entiendo que nadie
se
arriesgará
a
luchar
en
el
caso
de
que
la
victoria
sea
imposible
y
no se
vea
posible
una
realidad
social
distinta.
La
clase
trabajadora
no
se
embarca
en
una
revolución
cuando
el
statu
quo
todavía
no
es
intolerable,
los
costes
y
daños
de
insurrección
son
altos
y
el
éxito
es
incierto:
no
luchará
mientras
haya
dudas.
Los
socialistas
convencerán
a las personas trabajadoras de que la revolución es lo más adecuado
para la sociedad solamente si logran demostrar
que
el
socialismo
es
viable
y
que
ofrece
un
mejor
modo
de
vida.
-Cohen,
Gerald Allan [1978] 2000: Karl
Marx´s Theory of History.
A
Defense.
New Jersey. Princeton University Press.
-Karl
Marx 2006: Manuscritos económicos y filosóficos. Madrid:Alianza Editorial.