2020(e)ko maiatzaren 25(a), astelehena

Ensayo sobre la filosofía moderna europea





Ensayo sobre la filosofía moderna europea

Juan José Angulo de la Calle


Renacimiento








 
En los burgos medievales de la península itálica ya se había desarrollado el comercio mercantil y la cultura. En estos antiguos burgos medievales y comerciales  se había dado un gran desarrollo económico y su consecuente desarrollo cultural, al haber mecenas que pagasen a artistas.  Los nuevos ricos, los comerciantes, para sentir real su status tenían que lograr gran cultura, que formaba parte de los rasgos de la nobleza; por ello, promocionaron a artistas, de forma que consiguiesen una imagen de status alto.

En el Quattrocento se dio un gran avance en las diversas ciudades de la península itálica, y aún antes aparecieron escritores de la talla de Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. 

Por otro lado, Marco Polo y otros exploradores empezaron la apertura de Europa al resto del mundo y a su apertura de miras.

Es en estas tierras, donde ya había un gran caldo de cultivo cultural, se produjo el Renacimiento. Muchos artistas y autores del Imperio de Bizancio huyen a la península itálica, a estos mismos burgos recuperando los cánones de arte clásicos (armonía: orden, medida y proporción), dando lugar al Renacimiento.  


La traducción de la obra del arquitecto Vitrubio (coetáneo a Julio César) impulsó la introducción de la perspectiva (las tres dimensiones necesarias para la arquitectura) a la pintura (dando lugar al uso del punto de fuga y a la técnica del sfumato), y la aplicación de la geometría y el uso de la proporción áurea (uso del número irracional phi o Φ para formar figuras armoniosas).  

Teóricos y artistas como Luca Pacioli, Leon Battista Alberti y Albrecht Dürer impulsaron la idea de que componer los cuadros -y esculturas- aplicando proporciones matemáticas daba lugar a elementos armoniosos, que eran vinculados a la belleza -seguramente por ser agradables a la vista-.  




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En el Renacimiento, la base más importante de la aplicación de la proporción áurea fueron las medidas de longitud del cuerpo humano: pies, palmos, dedos, pulgadas y yardas; dando lugar a que diera el mensaje indirecto de que el ser humano fuera la medida en función de la que se formaran el resto de figuras y espacios de la ordenación de los cuadros, las proporciones en la escultura y el ordenamiento de los elementos en arquitectura.  Ello fomentaría más adelante al humanismo renacentista.


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https://es.wikipedia.org/wiki/Hombre_de_Vitruvio#/media/Archivo:Vitruvian_Man_by_Leonardo_da_Vinci.jpg




 

Junto a la proporción áurea (posición de los rasgos faciales, estructura anatómica y tratamiento de los elementos del espacio de forma matemática), se introdujo en pintura el punto de fuga (la perspectiva) y la técnica de sfumato: difuminar el fondo de los cuadros para expresar distancia y perspectiva. 


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 Humanismo


El gran cambio que dio lugar al Renacimiento fue la caída del Imperio romano de oriente, Bizancio. La conquista de Constantinopla por parte del Imperio turco otomano en 1453 llevó a un gran cambio en las sociedades europeas.   

La consecuencia directa fue que las rutas comerciales (ruta de la seda, ruta de las especias...) fuera monopolizada por el Imperio turco y los europeos tuviesen que buscar otras rutas comerciales (circunnavegando África por parte del Reino de Portugal y que el Reino de Castilla buscase llegar a la India por el este -sin saber que en medio se encontraba América-). 
  
Europa tuvo contacto con nuevos continentes en su proceso de colonización e invasión.  Por presiones por parte de Bartolomé de las Casas, entre otros, y por las revueltas de indígenas, se acaba declarando el Estado de Gentes.  Sobre el papel y de forma meramente formal, Europa reconoce la humanidad de las personas de los pueblos no cristianos y tildados de "salvajes".

Estos hechos, junto a la recuperación de textos clásicos grecorromanos y a la importancia del ser humano otorgada por parte de los pensadores de la época, conduce al humanismo renacentista.  


La visión medieval de Agustín de Hipona había consignado que el ser humano estaba en Caída y no podía hacer el bien por sí mismo (carece de fuerza de voluntad y necesita a Dios).  


Por contra, humanistas como Pico della Mirandola aseveran que el ser humano es un ser pensante y capaz de tomar sus propias decisiones, y es un ser capaz de actuar y ejercer influencia sobre asuntos mundanos [como lo demuestra la tradición grecorromana clásica, en la que aparecen las habilidades históricas del ser humano para moverse en asuntos humanos por medio de la astucia, la estrategia y la razón].


Maquiavelo realiza varios escritos en los que describe que, teniendo presentes las pasiones humanas, el gobierno del Estado puede regularizar la sociedad por medios desacralizados y fuera de la moral cristiana.  

 



 

En El príncipe, distingue entre la bontá (bondad, moralidad individual) y la virtù (virtud o habilidad política táctica).  La bondad se tiene que ejercer en la vida individual, mientras que el príncipe debe poder usar aquellos métodos que le permitan mantenerse en el poder y ejercer el poder.  


Por supervivencia y para establecer un orden, el príncipe tiene que tener libertad para "ser un zorro entre aliados [engaños] y león con los lobos [castigos]".  


Maquiavelo considera que los seres humanos son malvados (egoístas, interesados) y que se tiene que establecer un Estado para que haya orden, un orden establecido por medios mundanos, alejados de la moralidad cristiana (y cercanos a los utilizados en la época clásica grecorromana -Maquiavelo escribió sobre la historia en tiempos de Tito Livio-).


Con una cierta apertura a otros pueblos (sobre todo los antiguos europeos -ensalzados en el arte renacentista-), la mentalidad cambia.  Hay una mayor disposición a una apertura a teorías divergentes.  Los descubrimientos en artillería y su consecuente estudio de las trayectorias de los proyectiles condujeron al avance en matemáticas.


Dicho avance científico, propició el desarrollo en diferentes teorías astronómicas.  Dio lugar a un cierto relativismo: podían existir diferentes teorías acerca de la astronomía que fuesen consistentes [el progreso era visto como algo negativo: conducía a darse cuenta de que las teorías iban cayendo, según se avanzaba se hundía lo que se había concebido]. 


En este clima, pudo ser publicado el escrito de Copérnico sin crear ningún malestar social: había muchas teorías y una teoría más, aunque pudiese ser polémica, no implicaba nada, porque no dejaba de ser una hipótesis matemática más que valía en el papel.




Reforma y filosofía moderna


El estado de tolerancia respecto al relativismo y a la valoración de la tradición pagana acabó con la Reforma protestante.  Solamente podía haber una verdad, o la católica o la protestante.  


Cualquier posicionamiento relativista o idea divergente podía ser vista como un cuestionamiento de la verdad, que ahora no podía ser puesta en duda porque el monopolio de ella y del poder ya no lo tenía la Iglesia católica y ella no podía permitirse medias tintas, que le podían hacer el juego al nuevo foco del poder sobre las ideas.


En el Renacimiento, la Iglesia católica tenía asegurado el poder sobre las ideas y no importaba que hubiese acercamientos divergentes (relativismos, hipótesis meramente matemáticas como la de Copérnico y coqueteo con la cultura pagana clásica), ya que no tenía efectos sobre su poder.


Sin embargo, cuando empezaron a surgir iglesias cristianas protestantes en diversos Estados europeos que trataban de justificarse señalando que eran ellas las que tenían la verdad, la Iglesia reaccionó con dureza frente a posicionamientos divergentes: solamente podía haber una verdad y quien no la defendiese, era visto como una persona que cuestiona la verdad de la Iglesia y su autoridad.


Mientras que en la época renacentista Copérnico pudo publicar su obra, siendo tomada como una mera hipótesis matemática, Galileo Galilei fue censurado por defender su teoría heliocéntrica con mejores planteamientos matemáticos y pruebas experimentales (su uso del telescopio).


En los Estados donde se realizó la Reforma, también hubo persecuciones como las del astrónomo heliocentrista Johannes Kepler y el defensor del sistema circulatorio sanguíneo Miguel Servet.


El arte agotó la expresividad renacentista con el manierismo (hacer arte a la maniera renacentista, aunque con figuras de formas sinuosas y no rectas para darles dinamismo).  Fue usado como herramienta ideológica por parte de la Iglesia católica y las monarquías absolutas para demostrar su poder y grandeza, de forma que atrayese a la gente y la persudiese de su gran poder y de la gran verdad que defendía [Luis XIV, el principal impulsor del fastuoso palacio de Versalles, dijo: "El Estado soy yo"].  





 

El arte barroco contenía una composición muy recargada y llena de detalles, como muestra de ostentación y poder (motivos que eran impulsados por los poderes a los artistas); el uso de fuertes e intensos claroscuros realzaba este estilo de gran expresividad y fasto.  La expresión de grandes ideas y de la gran verdad tenía que ser presentada de forma grandilocuente y exagerada, y se fomentó estas tendencias en el arte; de esta forma, se expandía la gran verdad única ostentada por las iglesias cristianas y la nueva monarquía absoluta.


Solamente podía haber una verdad.  Por ello, la búsqueda de la certeza es la gran inquietud de la filosofía moderna.  Dicha certeza fue encontrada por parte de Réne Descartes.




 

 Filosofía moderna

 


La filosofía medieval y renacentista consideró que el conocimiento era objetivo, pero Descartes dudó del mundo como tal y solamente encontró al sujeto pensante como fundamento del entendimiento.  El conocimiento pasó de ser objetivo a ser subjetivo, y dicho sujeto pensante fue la certeza que encontró Descartes.


La duda metódica de Descartes es una mera estratagema para al final llegar a certezas.  Puso en cuestión los datos de los sentidos (que son confusos y bien podían ser un sueño o matrix), el mundo (una ilusión de un genio maligno) y la existencia de Dios (en cuyo lugar bien podría estar el mencionado genio).  


En una época en el que los descubrimientos matemáticos de Galileo cuestionan que el sol sea el que se mueva en torno al sol, como nos parece con los datos de los sentidos: la verdad no puede provenir de la mera experiencia.


Claro, este cuestionamiento es una mera argucia, dado que al final se presenta una certeza.  No era época para dudas demasiado grandes y la búsqueda de certeza se refleja en el método de Descartes.


René Descartes fue un gran matemático (configurador de las coordenadas cartesianas, entre otra aportaciones) y tuvo que conocer el álgebra moderno que se estaba desarrollando en su época.  El álgebra consiste en un sistema de operaciones que permiten descubrir una incógnita (descubrir qué número es x, y, z...) y pudo influir en su método, que busca descubrir un elemento todavía no conocido, pero básico y fundamental para el saber.     

Su método consiste en no tomar como punto de partida nada que no sea puramente evidente (descartando todo), eliminar como evidente aquello que pueda dar lugar a dudas y quedarse con lo evidente; partir de esos primeros principios para llegar a ideas secundarias, a partir de las cuales formar un sistema o teoría.


[El método de Descartes fue la base de la nueva lógica moderna desarrollada por la escuela de Port-Royal]. 

En su caso, dudó de todo (para recuperarlo después) y pensó que, aunque todo pudiese ser falso y nos engañase un genio maligno, debe existir alguien para que pueda ser engañado: un ser engañado.

Como existe un ser que se puede equivocar, debe existir un ser que piensa y duda, aunque se equivoque y sea engañado.  Tiene que haber un engañado; y esta conclusión la logra por el mero pensar: cogito, ergo sum [derivación de la conclusión de Agustín de Hipona:  dubito ergo cogito, cogito ergo sum; dudo luego pienso, pienso luego existo].


La certeza proviene del pensamiento, por lo que se detiene a contemplar su contenido.  Encuentra que en el pensar hay una serie de ideas previas a la experiencia (las ideas innatas) que permiten focalizar los datos de los sentidos dentro de conceptos que los ordenan de forma que sean inteligibles y que no pueden venir de la experiencia porque tienen que existir antes para que pueda ser concebible el haz de datos sensoriales.


Dentro de estas ideas, esta la idea de infinito que no puede venir de un ser finito; así que tiene que ser puesta por un ser infinito o Dios [otra versión del argumento ontológico de Anselmo Canterbury: si se puede pensar en algo más grande que el mero pensamiento, no puede venir del pensamiento sino de un ser más allá de aquello que puede ser pensado o Dios].   [Sin tener en cuenta que el infinito puede ser la negación de lo finito y que el pensar que se tiene monedas en el bolsillo no implica que ellas existan].


Concluido que Dios existe, Descartes afirma que como Dios es bueno, no nos engaña y que el mundo es real y los datos de los sentidos son relativamente fiables.


Duda de todo para, al final, llegar a que existe todo; hace como que duda de la existencia de Dios, para después recuperarlo.  No eran tiempos para dudas grandes, por eso su duda era meramente metódica y por eso buscaba certeza: porque su mundo buscaba una certeza.


Llega a una certeza: la existencia del sujeto pensante y pone como base del conocer a dicho sujeto, con un pensamiento e ideas innatas, y que se remite a sí mismo: no data directamente la realidad, sino que el pensamiento cuenta con una serie de representaciones.  


Las ideas no son descripciones objetivas de la realidad, sino representaciones del pensamiento del sujeto pensante.  El conocimiento deja de ser objeto y pasa a ser subjetivo.


Michel Foucault retrata este cambio de paradigma en el conocimiento a través de el cuadro de Las meninas de Diego Velázquez.  En el arte precedente, el arte es objetivo: tiene un centro claro, si no está en el propio centro, se destaca por la luz o porque las miradas de los personajes se dirigen a él.  En el cuadro de Velázquez no hay un centro al que dirigir la atención, no se sabe qué es lo más importante [¿es la princesa Margarita que está en el centro, las meninas que dan nombre al cuadro o los reyes que están reflejados en un espejo?].  Para entender esta pintura, se requiere la intervención del observador: el arte es subjetivo.  Asimismo es el conocimiento: el conjunto de las representaciones o esquemas mentales del sujeto.





Empiristas y racionalistas

 



En Gran Bretaña, se dio un gran crecimiento comercial (debido a la colonización) que dio lugar a un esplendor cultural.  Junto a la ciencia de Newton, se dio lugar a una época que superó una guerra civil y una revolución liberal, que abrió las puertas a la diversificación del pensamiento.  Un proceso de Ilustración, en el que se ensalzaba la razón y se ponía a ella como fundamento de todo; movimiento cultural que empezó en Gran Bretaña y continúo más adelante en el resto de Europa; un proceso cultural en el que se abrió a otras formas de concebir el conocimiento.


El ensalzamiento de la ciencia experimental por parte de Francis Bacon, así como los descubrimientos teórico-matemáticos comprobados de forma experimental por parte de Galileo, conducen a valorar la experiencia y los datos de los sentidos.
  
Entre otros teóricos, Locke afirma que las ideas innatas son indemostrables, por lo que el conocimiento tiene que venir de otra fuente: las sensaciones.  Entonces, las ideas serían meras abstracciones de los datos de los sentidos, generalizaciones.
Leibniz fue el último intelectual que abarcó todos los saberes de su época (sus sucesores no lograrían tratar todos los temas de su época), se preocupó por el saber y por el valor de la racionalidad.  Como diplomático consideraba que meramente por medio de presentar claramente las razones del Estado al que representaba, se podía convencer a otros Estados a plegarse a sus condiciones.  Su talante escuchante y abierto le llevó a pensar que podía conciliar a católicos y protestantes [logrando únicamente que los católicos quisiesen convertirlo y los protestantes, tratarlo como autoridad y que al final le llamasen Glaub nicht, El que no cree]. Como pensador preocupado por el saber, atendió a posiciones contrarias a la suya para darle su debida contestación.
Leibniz cuestiona el posicionamiento de Locke, aseverando que la experiencia solamente sería comprensible si hubiese una serie de ideas innatas que ordenen el caos de los datos de los sentidos. 


Un saber meramente sensorial podía impedir que tuviese legitimación conceptos puramente formales y fundamentales como las categorías o modos de ser.  Hume recogió dicha inquietud para aseverar que ellas carecían totalmente de fundamento y pudo soportar la conclusión de que el entendimiento era meramente convencional.  





 
Incluso la fundamental noción de causa carece de fundamento: no es comprobada por los sentidos (solamente se ve que suceden cosas, pero la relación entre ellas es una asociación que hace el sujeto por costumbre); se podría afirmar que se da un fenómeno si se cumpliese en todos los casos, pero dicha comprobación sería imposible porque no se puede realizar (no se puede experimentar los innumerables casos que se dan en el transcurso imparable del tiempo).


Kant asume que el conocimiento viene de los sentidos, pero solamente son posibles los datos sensoriales por el entendimiento si son pasados a través de unos conceptos fundamentales previos (los aprioris).  Únicamente pueden ser reconocibles y cognoscibles los datos de la experiencia si se cuenta con formas de focalizarlos y ordenarlos con conceptualizaciones y categorías previas.
Kant, además de verse influído por David Hume y el racionalista Christian Wolff, conocía la obra de Newton.  En su mecánica clásica, dispuso que había tres leyes físicas fundamentales (ley de la inercia de los cuerpos, ley fundamental de la dinámica y principio de acción y reacción) que delimitaban la influencia de los cuerpos de grandes masas que atraían a otros más pequeños (por obra de una desconocida fuerza de la gravedad) y que el espacio y el tiempo eran absolutos [dicha concepción duraría hasta la teoría de la relatividad de Einstein, que demostraba que el espacio y el tiempo son relativos].  El espacio y el tiempo de los que trataba científicamente Newton eran una de las bases del conocimiento, según Kant.  
Solamente se puede situar los objetos si se tiene previamente unas nociones del espacio y el tiempo, nociones matemáticas fundamentales y las categorías; sin ellas, ni siquiera sería posible llegar a captar algo por los sentidos, serían un haz incomprensible de datos sin posibilidad de formar parte del entendimiento del sujeto (no habría nada pensable).


Una persona de nacimiento ciega, si lograse la vista, sería incapaz de entender los datos que recibe de los ojos porque su entendimiento de la realidad solamente ha sido formada por otros sentidos.  Únicamente obtendría datos con los que no sabe manejarse, a menos que utilice el resto de sentidos, en los que está formado.


El posicionamiento de Kant tiene un precio: el entendimiento solamente cuenta con las representaciones del sujeto, consta de cómo concebimos las cosas, pero no data de cómo son las cosas en sí mismas.  


Se conoce los esquemas mentales o conceptuales que el sujeto se hace para entender la realidad o hacerla entendible para él, pero no tiene conocimiento acerca de la propia realidad.  Solamente se sabe acerca de las representaciones; cómo sea la realidad es algo que va más allá de la conceptualización que se haga el sujeto (por medio de los sentidos y los aprioris que ordenan sus datos).  En cierta manera, se recogen las conclusiones de Hume.


Los filósofos idealistas le denunciarían a Kant que si se sabe que no se tiene un saber de las cosas en sí, es que algo se sabe de la realidad (cómo no es) y para poder decir que lo que se conoce no data la realidad es que algo se debe saber de cómo es la realidad (para poder afirmar cómo no es).


A partir de ahí, una vez que los idealistas, de una manera o de otra, unan el conocimiento subjetivo con el objetivo, concluirán que han llegado al conocimiento absoluto y empezará la filosofía contemporánea europea.



Bibliografía:



-Arana, J. R. (2005): Balada de la filosofía y de la ciencia.  Barakaldo: Ediciones de Librería San Antonio. 

 

-Casas, A.  (2015): La materia oscura.  Villatuerta: RBA.

 

-Corbalán, F.  (2012): La proporción áurea.  El lenguaje matemático de la belleza.  Villatuerta: RBA.

 

-Descartes, R. (1959): Discurso del método. Madrid: Losada, S.A.


-Foucault, M. (1997): Las palabras y las cosas. Madrid: Siglo XXI.


-Kant, I.  (2002): Crítica de la razón pura.  Barcelona: Ediciones Folio. 


-Leibniz, G. W. (1992): Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano.  Madrid: Alianza Editorial.



-Locke, J. (2015): Ensayo sobre el entendimiento humano.  México D. F.



-Russell, B.  (2009): Historia de la Filosofía.  Madrid: RBA. 


-Toulmin, S.  (2001): Cosmópolis.  El transfondo de la modernidad.  Barcelona: Ediciones Península.

2020(e)ko maiatzaren 18(a), astelehena

Ensayo sobre la filosofía feudal occidental

Ensayo sobre la filosofía feudal occidental

Juan José Angulo de la Calle


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La edad feudal transcurre en Europa desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (con la invasión de Constantinopla por parte de los turcos, que les otorga el monopolio de la ruta de la seda y las especias, obligando a que se busquen otras rutas -surcando África y hacia América-).

En esta época, philosophia ancilla theologiae, la filosofía era sierva de la teología.  La filosofía griega, primero la de Platón y luego la de Aristóteles, fue el sostenimiento teórico y conceptual que servía para estructurar y aclarar las diferentes teologías (cristiana, judía y musulmana).  La razón permitía aclarar conceptos de teología o sustentarlos teóricamente.

Neoplatonismo


En la Alta Edad Media se hizo una mezcolanza entre la filosofía platónica [que establecía la separación del alma y el cuerpo, y lo explicaba por la presencia de las Ideas o Formas ideales de las cosas, sustento del interior del alma y que debían existir por las regularidades del mundo cambiante] y las teologías [y su consecuente sustento del poder: gobiernan las autoridades religiosas, dado que tienen la Verdad y conocen la Bondad; gobiernan "los que conocen el buen gobierno y saben"].

Tanto la Patrística como la Escuela de Bagdad (o buena parte de ella) puso como sustento teológico las posiciones ideales neoplatónicas, que permitían tratar la realidad espiritual o ideal.   

Las concepciones platónicas duraron bien entrado el siglo XII. El filósofo autodidáctico es una historia prototípica que relata la historia de un filósofo que llega por sus propios medios a las deducciones platónicas.  Relata como un náufrago logra el conocimienta solamente por el uso de la razón y la observación.  Por ejemplo, tras ver que la gacela que le cuidó murió, dedujo la presencia del alma (dado que examinando su interior, no encontró nada que faltase y que lo que debió desaparecer debía ser inmaterial).

Agustín de Hipona defendió que debía de haber unas ideas que fueran el sustento de las Formas, maneras de ser de las especies que son fundamentales, y que no podían venir de un mundo material y cambiante, siendo una copia de un mundo de las Ideas (el Paraíso, en su concepción cristiana).  

Conocer ya no es recordar, como señalaba Platón, dado que en su concepción cristiana no hay transmigración y dado que el espíritu solamente puede darse por un proceso de creación, en cada nacimiento: el conocer tiene que venir de otra fuente.  

Se realiza por medio de un proceso de interiorización, abstrayendo nuestra materialidad llegamos a conocer nuestra intimidad, nuestra alma, donde deben estar las Ideas (sin las cuales, no habría posibilidad de resultar los datos un haz de sensaciones imposible de enfocar y focalizar).

El saber, el conocer nuestra contingencia, nuestra falta de necesidad de existir, nos haría darnos cuenta de la necesidad de un Ser Necesario (Dios, según Agustín) y este saber nos daría fuerza para hacer el bien y lograr la verdadera felicidad (el realizar el bien); dado que, como seres contingentes, no tenemos suficiente fuerza de voluntad para hacer el bien.

Aristotelismo

 

La recuperación de los textos de Aristóteles y su relevancia, vino de mano de los países árabes.  La Escuela de Córdoba realizó muchas reflexiones acerca de la filosofía de Aristóteles y la manera de conjugarla con la teología (judía, por parte de Maimónides; y musulmana, a través de Avicena). 

Destaca Averroes que consigna, entre otras consideraciones, que hay dos verdades diferentes: la que se llega a través de la ciencia y la que se llega por medio de la Revelación.  Ambas son completamente distintas: una trata sobre la realidad material y la otra, de la espiritual.

Una mala versión de esta postura fue el averroismo.  En un momento de la edad feudal, en el que surgían las primeras ciudades y burgos, y la sociedad estaba en un estado de tránsito, el poder más profano se atrevió a reclamar mayor autoridad para asuntos políticos.  

El Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico fomentó a una serie de pensadores que pudiesen defender que hubiese una separación de poderes: que el Estado se ocupase de la política y que la religión, se ocupase meramente de asuntos de fé.  Se dieron enfrentamientos entre güelfos y gibelinos, enfrentados acerca de quién era la autoridad: si el Emperador o el Papá.

El sustento ideológico de esta postura podía ser una perversión de la filosofía de Averroes: aseverar que había dos maneras de llegar a la Verdad, una por medio de la ciencia y otra a través de la Revelación.  Ambas llegarían a la verdad, era posible que por medios profanos se llegase al conocimiento y que los Estados pudiesen tener saber de la política y autoridad suficiente como para gobernar, y pedir que la Iglesia se limitase a los asuntos de fé.

Debido a este uso ideológico de una mala versión de la filosofía de Averroes, la filosofía de Aristóteles fue rechazada durante muchos siglos en los reinos cristianos.  

Hasta que Tomás de Aquino mostró: 1) que se puede superar la posición de las dos verdades; 2) es posible refutar la presunta presencia de un alma global en Aristóteles; 3) y la utilidad de los planteamientos Aristotélicos para explicar los fenómenos naturales, sustentar dogmas y explicaciones teológicas (como la transubstanciación, en la que la Sagrada Forma no cambia de materia, sino de forma o estructura; aceptando la explicación de Aristóteles de que los seres están compuestos por materia y forma).

Tomás de Aquino realizó un gran trabajo para la teología cristiana con la Summa Theologiae; en la que dio cuenta de las principales cuestiones de fé y teológicas del cristianismo, por medio del uso de la filosofía de Aristóteles.

Defiende el modo de conocer planteado por Aristóteles y en sustitución de las supuestas ideas del alma, cuya demostración era imposible. El modo de conocer era partiendo de la experiencia, para lograr hacer generalizaciones en las que se abstrae las particularidades materiales de cada ser concreto y se llega a la generalidad de cada especie, viendo su naturaleza más esencial o estructural (su substrato, su esencia, su estructura fundamental -como si fuese su ADN o composición molecular-).  Nihil est in intellectu quod prius no fuerit in sensu.

Recogió la idea Aristotélica de un motor inmóvil en el universo (más allá de las estrellas fijas, que mueve todo y que es necesario que exista para que pueda haber el movimiento de los seres celestes, y que no se mueve, no cambia y no debe cambiar para no corromperse).  Dicho motor sería Dios y permitiría que todo existiese.

Otros razonamientos acerca de la existencia de Dios eran la necesidad de una causa de las causas (todo tiene una causa, que es causada por otra y ella por otra... y para no tender al infinito -imposible- ha de haber una causa primera o Dios).  El grado de perfección conduce a la posibilidad de un ser perfecto (los animales tienen más poder que las plantas, se mueven, y las personas tienen raciocinio, dominando el mundo, y en este hilo cabe pensar en algo más perfecto que la especie humana).  Todos ellos argumentos dentro de la filosofía de Aristóteles (y bajo sus condiciones y limitaciones).
 
Más adelante, Kant indicó acerca de los argumentos ontológicos que llevan a ser pensamiento puro incomprobable, no se pueden verificar por la experiencia y el saber. Lo estableció con una metáfora: se puede pensar que se tiene monedas en el bolsillo y resultar que ellas no existan.

Escolástica: nominalistas y realistas

 

En la Baja Edad Media, se acabó aceptando en Europa los contenidos de la Summa Theologicae.  El debate entraba en el grado de aceptación de las categorías de Aristóteles.

Las categorías describían diez modos de ser (cualidad, cantidad, relación, sustancia...), trataban de generalidades o esencias que estaban en los seres mismos.  

Todo era entendido como si estuviese compuesto de materia y forma, y nunca separados; salvo el caso de los ángeles, que según Tomás de Aquino, el Doctor Angélico, en el que cada ángel era una especie única de ángel, solamente forma y sin materia (superando la discusión bizantina de si los ángeles tenían sexo: no lo tenían porque cada ángel era una especie diferente de ángel y sus diferencias eran esenciales).

La manera de entender las categorías daba lugar a fuertes discusiones.  La forma más ortodoxa es considerar que las Formas y categorías existen en la realidad; la que proponían los nominalistas era que las categorías solamente eran puros conceptos: no existen especies puras, sino conjuntos de ejemplares de una especie que son completamente distintos, y las categorías eran formas de abstraernos de la realidad, sin ser la realidad misma.  No existía la esencia de los caballos, sino que ella nombraba (nominalmente) al conjunto de los caballos.

La famosa navaja de Ockham eliminó nueve de las diez categorías de Aristóteles (mostrando que eran meros conceptos para entender la realidad, pero que no eran la realidad misma).  No se atrevió a tocar la categoría de la cualidad porque, como ya he escrito antes, permitía explicar la transubstanciación de la Sagrada Forma y hubiese tenido problemas con la Inquisición.

De hecho, bastantes de estos filósofos nominalistas, entre ellos William of Ockham, tuvieron el apoyo del Emperador del Sacro Imperio.  El nominalismo permitía restar autoridad a la teología y daba pie a la defensa de la separación de poderes.

Como se ve en El nombre de la rosa, los nominalistas y los franciscanos tendían de manera indirecta a procurar limitar poder a la Iglesia.  El debate que aparece en el libro acerca de si Jesús fue pobre, si tenía propiedades o solamente las usaba, trataba en realidad de si la Iglesia debía ser pobre, con menor poder, en beneficio del poder profano.

Detrás de los debates, había luchas de poder y posicionamientos ideológicos muy determinados, hijos de la época y que fomentaban la difusión de una serie de ideas muy acordes con partidismos políticos.

 Bibliografía:

-Arana, J. R. 2005: Balada de la filosofía y de la ciencia.  Barakaldo: Ediciones de Librería San Antonio.

-Averroes  (2015): El Tratado decisivo y otros textos sobre filosofía y religión.  Buenos Aires: Ediciones Winograd.

-Eco, U. (2002): El nombre de la rosa.  Milán: MEDIASAT.

-Ibn Tufayl  (2003): El filósofo autodidacto. Madrid: Trotta.


-Merino, J. A.  (1993): Historia de la filosofía franciscana, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos.

-San Agustín  (1980): De la vida feliz. Buenos Aires: Ed. Aguilar, Buenos Aires.


-Santo Tomás de Aquino  (2010).  Suma teológica.  Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. 

-Russell, B.  2009: Historia de la Filosofía.  Madrid: RBA.



2020(e)ko maiatzaren 17(a), igandea

El infierno son los otros




































-EL INFIERNO ES VIVIR CON OTRAS PERSONAS.
USTED TRATE DE AMAR AL PRÓJIMO Y LUEGO USTED ME CUENTA.

-¡QUE APAGUES LAS VELAS, SARTRE!

2020(e)ko maiatzaren 14(a), osteguna

Ensayo sobre la filosofía griega antigua

Ensayo sobre la filosofía griega antigua


Juan José Angulo de la Calle


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El ser


La filosofía griega antigua surgió en un momento muy determinado.  

El antiguo Anax o rey con autoridad militar y religiosa había caído, tras la invasión del imperio minoico de Creta de los casi bárbaros dorios.

Después la autoridad recayó sobre los basileei o señores de la guerra, cuya autoridad era militar y era representada figurativamente por la posesión de armadura completa. Se consideraba legítima en tanto eran presentados como protectores de la comunidad.  

En el siglo V a. c., se dio un gran desarrollo en la producción del metal y, junto a una mayor capacidad para adquirir armas, se produjo una serie de movimientos a favor de reparto de poder, representado por el poder de las armas.  De tal manera, que se establecieron distintos regímenes de isonomía o igualdad ante la ley.

En esta época en el que el poder ya ostentaba de una legitimación y orden, varios pensadores reflexionaron sobre la posibilidad de que exista un orden en el universo.  

La noción de desorden y desproporción, resultaba insoportable para la mentalidad griega, dada la incertidumbre que creaba.  

En el oráculo de Delfos había dos lemas: "nada en exceso" y "conócete a ti mismo".  Distintas obras como la Ilíada describían la hibris (exceso o arrogancia) como extremo que conllevaba a resultados desastrosos.  

En la Teogonía los desproporcionados e inmensos titanes eran descritos como seres horribles (y en la mentalidad griega tradicional lo bello se relacionaba con la bondad y lo feo con lo terrible). 

Un imperio enorme como el persa era visto como una amenaza y como un exceso, en el que solamente podía existir el poder por medio de un gobierno impositivo (que garantizara la unidad de pueblos diferentes y divergentes), tiránico y arbitrario; como lo describía Aristóteles en su Política.


El arte griego fue poco a poco avanzando también en la búsqueda de orden, una armonía representada por el canón de belleza griego de orden, medida y proporción.  


Del arte dórico menos refinado y cercano al arte egipcio, más centrado en la expresión de la majestuosidad de las figuras y los ornamentos para tratar de difundir la "divinidad" de faraones y reyes, se pasó a un arte en el que se buscaba más la belleza plástica y en la que las estatuas pasaban a ser esculturas (con intenciones de expresar belleza artística y no ser mera decoración con otros fines), y los ornamentos pasaron a ser elementos que expresaban el ideal griego.  


De las columnas simples dorias, se pasó a las más ricas jónicas y, después, a las embellecidas por la proporción casi matemática de las columnas corintias.  Templos como el Partenón de atenas buscaban que la proporción aurea [colocación casi matemática de los elementos arquitectónicos y de las proporciones armónicas en los elementos de las esculturas] por lo menos quedase reflejado a la vista (sus columnas no eran rectas y estaban colocadas en separación de espacios casi matemáticos, pero a la vista parecían rectas y armónicas).


La belleza en los griegos tenía un gran peso, dado que utilizaban la misma expresión para expresar lo bello y la bondad.  


Desde la mentalidad griega, lo bello es bueno y lo bueno es bello [aseveración que recogería Platón, aunque considerase que a la belleza no se llega por medio del arte- mera imitación o copia de la realidad-, sino por obra de la filosofía, al ser capaz de abstraerse hasta llegar a la noción general de belleza]. 


Como en la polis se alcanzó al orden, se buscó el mismo en el arte y se quiso buscar en el cosmos.   


Por tanto, tras lograr un cierto orden en las ciudades-estado o polis y el fin de las guerras médicas contra el imperio persa, varios pensadores buscaron el orden en el cosmos: el principio o arjhé de todas las cosas.  Fueron los llamados siete sabios de Jonia.  

Los antiguos mitos, recogidos sobre todo en los poemas de Hesíodo y Homero, resultaban insuficientes para la configuración de un conocimiento de la realidad propiamente dicha.  Eran relatos que no databan de las causas y las explicaciones de los fenómenos de la realidad.  Del mito se pasó al logos (discurso articulado). 

Mediante observaciones y razonamientos (de los que quedan tan solamente algunos fragmentos) postularon diferentes principios de ordenamiento del ser o la realidad.  El primero, Tales de Mileto, consideraron que todo es agua: todo es básicamente agua, con diferentes densidades o todo fluyeOtros consideraban que era el fuego o el aire.

La respuesta no era meramente física porque al ordenamiento de la realidad o principio rector [princeps latino y arjhé griego u orden o gobierno] no era reducido a realidades materiales, sino que también se consideraba que él pudiera ser realidades tan abstractas como la indeterminación (el apeirón de Anaximandro), la atracción y la repulsión (el "amor y el odio" de Empédocles, que hace que se unan unos elementos y se separen otros dando a todos los seres) o la tensión de opuestos (en la visión de Heráclito, que consideraba que todo es producto de la relación entre elementos que se oponen unos a otros, como la cuerda y el arco, y que hace que todo cambie).

Conocimiento y virtud


Después de las guerras del Peloponeso, Atenas queda como ciudad hegemónica durante un período de tiempo.  Otras ciudades-estado debían darle tributos con la excusa de la Liga griega contra los persas, dando lugar a: 1) el imperialismo ateniense, 2) sus consecuentes guerras con Esparta,  y 3) al esplendor de Atenas.  


Fue la época dorada de Atenas, logrando esplendor económico, político y cultural (con el desarrollo de la arquitectura, el teatro y, finalmente, la filosofía).

Sin embargo, la realidad democrática de Atenas propició una reorientación de las reflexiones filosóficas, no tan centradas en el cosmos como en la realidad humana; en la que se podía participar políticamente en el ágora o en la asamblea.

En una polis en la que se podía dialogar sobre los asuntos sociales, políticos, y humanos, se dio lugar al desarrollo de la retórica o arte de convencer (sobre asuntos públicos y humanos).  Los sofistas desarrollaron esta capacidad y empezaron a poner en cuestión lo que se entendía como conocimiento, en pro de la nueva manera de tratar el entendimiento.

Señalaron que el conocimiento es relativo.  Gorgias consideraba que la realidad no existe, si existiese algo no seríamos capaces de conocerlo por su complejidad y si pudiéramos entenderlo, sería demasiado díficil comunicarlo; por lo que no se tiene un conocimiento muy seguro. Protágoras señalaba que el ser humano es la medida de todas las cosas: como son las personas las que crean los conceptos, criterios y normas del conocimiento, el entendimiento es convencional.   

Junto a ello, consideraban que los cultos a las divinidades y las normas morales dependían y diferían de los distintos pueblos: todos los pueblos tienen cultos y normas distintas, por lo que colegían que las normas morales eran relativas y convencionales.

Dicha concepción, en tanto que tocaba a la moral y al ordenamiento de la sociedad, resultó demasiado excesiva para el aristocrático filósofo Platón; que frente al relativismo en el conocimiento y en los conceptos (entre ellos la noción de Justicia), propuso una serie de concepciones de la realidad que debían ser fundamentales, seguras y estructurales de la realidad: las Formas o Ideas, o nociones esenciales de los seres.

Fue discípulo de Sócrates, filósofo que se separó de la reflexión acerca del ser y se dedicó a la reflexión acerca de la virtud, dado que la consideraba más importante para las personas.  

Él consideraba que tenía que haber algunas nociones generales sobre las virtudes.  En su época, las personas hablaban de actitudes concretas malas o buenas, pero carecían de una noción general de lo que pudiera ser el bien en general.  

Sócrates, mediante su método mayéutico, se hacía preguntas acerca del fundamento y la noción general (consistente y coherente) de las diferentes virtudes y nociones conceptuales.  

Tenía intelectualismo moral: consideraba que las personas actuaban mal por ignorancia y que si racionalmente llegasen a la noción de bien, siendo conscientes de su racionalidad y de lo beneficioso que es para todas las personas, actuarían según la virtud.  

Por ello, siempre animaba a preguntarse a uno mismo, como si se tuviese un dios menor o daimón interior, si una acción es buena en sí misma.  

Dio más énfasis al lema del oráculo de Delfos: "conócete a ti mismo"; dándole la interpretación de que cada persona debe escuchar a su propia conciencia y razonamiento o daimón interior.  El mismo oráculo que expresó que era el hombre más sabio de toda Grecia sirvió de inspiración para su pensamiento.

Sócrates hacía preguntas acerca del fundamento de todas las nociones y virtudes a las personas con autoridad (políticos, poetas y militares) porque ellos detentaban el conocimiento de ellas.  Como se consideraba ignorante, les interrogaba y, en búsqueda de una buena definición, ponía en cuestión sus planteamientos, dando lugar a que quedase patente que no era seguro lo que las autoridades creían saber.  Dedujo que él al menos era más sabio que ellas porque, aunque no sabía nada, al menos era consciente de su desconocimiento.

Dichas formas de cuestionar, atrajeron las iras de personajes cuya credibilidad externa y aspecto público quedó en entredicho.  Le acusaron de que, su forma de cuestionar lo que entendían las autoridades frente a los jóvenes, conducía a ellos a que cuestionasen la autoridad.  Sin que los padres de los jóvenes acusasen a Sócrates de la corrupción de sus hijos, él fue condenado por un jurado popular.

Platón


Dicha condena, conllevó a un encono por parte de Platón respecto a la democracia, a la que consideraba el gobierno del peso del número: interpretaba que era el poder de las masas y no el gobierno de la razón.  Consideraba que gobernaban mayorías solamente por presión aritmética y que gobernaba meramente por ser la mayoría, por el peso del número. Era vista la democracia como el gobierno del vulgo o masas, considerado ignorante por parte del filósofo aristocrático.

Platón consideraba que hay un saber sobre la política, así como lo hay de otras formas de conducirse en la vida.  Y así como el timonel debe guiar un barco, deberían gobernar los que ostentan el conocimiento sobre la realidad política. 

Dichos eruditos serían los que conocen la verdadera realidad (las Ideas, cognoscibles por medio de la razón) y no se dejan llevar por los datos de la apariencia (los datos de los sentidos, que nos hacen creer que no se puede establecer conocimiento objetivo).  

Son los filósofos que han llegado a conocer la verdadera naturaleza de la realidad, las nociones generales que están en las cosas mismas, y que han llegado a la noción de Justicia, por la cual pueden dar a cada parte de la sociedad lo que necesita (o le corresponde) y puede ordenar la polis.

En una especie, en un tipo de ser, se pueden ver diferencias (tanto entre los diferentes seres como a lo largo del tiempo); sin embargo, entre ellos hay una estructura que todos comparten (una estructura fundamental o esencial, como si fuera su ADN o su composición molecular). 

Si se observan, por ejemplo, a los caballos, se verán diferencias entre ellos, pero algunas características que comparten y que se repiten.  Los caballos podrán ser diferentes y cambiar en el tiempo, pero siempre habrá una caballeidad o estructura fundamental de todos los caballos.
Siendo estudiante de los pitagóricos (que consideraban que la estructura de la realidad es de ordenamiento matemático) y teniendo como una única ciencia propiamente dicha a la matemática, era consecuente que pusiese como fundamento del conocimiento a la abstracción y al planteamiento de concepciones como las Ideas o Formas de las cosas; tan alejados de los datos de los sentidos, cambiantes y, por tanto, inseguros.

Con los datos de los sentidos, no se podía hacer conceptos sobre la realidad que pudiese ser fijos y seguros, al presentar que todo es cambiante y que nada puede atrapar algo estable de la realidad.  Como se puede llegar a una noción de las diferentes realidades, el conocimiento no puede llegar de los datos de los sentidos; sino por medio de la abstracción racionalista e idealista como las nociones matemáticas (la única ciencia de la antigüedad).

Platón consideraba que había ciertas regularidades en la realidad (que hay un ser fijo como indicaba Parménides), pero que efectivamente la realidad es cambiante (como señalaba Heráclito).  Así que concluyó que las Ideas no vienen de este mundo, cambiante, sino de un mundo de las Formas, del que el nuestro sería una mera copia.

Si se conduce dialécticamente el razonamiento acerca de las ideas, se deduce que la Forma reguladora es la Idea de Justica, dado que ella es la que permite ordenar las demás.  

Este proceso es resultado de la búsqueda del conocimiento y solamente llegan aquellas personas que han ido más allá de las apariencias (las sombras de su figurativa caverna), y han abstraído hasta llegar a concebir las verdaderas formas de la realidad (las Ideas).  


El motor del conocimiento, lo que motiva a buscar el saber sería el amor, el amor por el saber; un amor que busca la belleza (primero de forma superficial en la belleza de los cuerpos y luego, en la belleza del carácter) y acaba llegando a la idea de belleza, relacionada con el bien o la justicia [como ya se ha indicado con anterioridad, los antiguos griegos usaban el mismo término para designar lo bello y lo bueno, algo así como la nobleza, aunando de hecho ambas ideas].

Solamente los filósofos llegan a este conocimiento de las Ideas, que es finalmente el saber acerca de la verdadera Justicia y el ordenamiento correcto y equilibrado de la realidad.  Según Platón solamente los que tienen el conocimiento del fundamento de la política deberían gobernar, porque únicamente con el entendimiento correcto de la ordenación justa se puede establecer un orden racional y equilibrado.  Ellos podrán crear Calípolis o la Ciudad Ideal.

En su última etapa de vida, Platón modera su posición política en las Leyes, extendiendo el saber político a un espectro de personas más amplio, abogando por un régimen aristocrático similar al espartano.

Además, propuso una serie de doctrinas no escritas, en las que recupera la antigua reflexión acerca del principio de la realidad.  Considera que hay un principio de determinación e indeterminación.  La determinación sería el establecimiento de realidades estables por medio de formas que estaban en las cosas mismas.  Este proceso se daría por medio del establecimiento de realidades estables basadas en las Ideas, que estaría en la propia realidad.

Aristóteles

 

El discípulo más importante de Platón puso en cuestión las Ideas y, consecuentemente, la Ciudad Ideal.

Aristóteles consignó que, dado que las Ideas son demasiado abstractas e ideales, no se puede deducir que haya un mundo de las Ideas, que es indemostrable.  Las regularidades de los seres se pueden conseguir por medio de la abstracción de los datos de la experiencia, nihil est in intelectu quod prius fuerit in sensu.

A través de esta manera de tratar el conocimiento teórico, se puede llegar a extraer las formas esenciales de todos los seres: las Formas están en los seres mismos [más adelante, se arguirá en la misma línea que las Formas son demasiado abstractas y que no son más que denominaciones convencionales, que no existen esencias, sino seres concretos].  

El filósofo macedonio consideraba que todo tiende hacia algo y esa forma de ser potencial es lo más fundamental o esencial.  La semilla no es solamente una semilla, su ser es llegar a ser un árbol; el niño, asimismo es esencialmente un adulto en potencia.

Con el razonamiento, se llega a los substratos, esencias o sustancias de los diferentes seres, a descubrir la verdadera naturaleza propia de cada tipo de ser.  


Una reflexión más abstracta, lleva a ir de entender a los seres a tratar en qué consiste el ser.  Aristóteles se pregunta qué es el ser (sin plantearse que el ser no es una entidad, no es algo, sino que pueda ser un proceso); y concluye que hay diez diferentes modos de usar el verbo ser y su consecuente correspondiente con la realidad, diez maneras de ser.  

"Alguien es alto" [cualidad], "Alguien es siete veces más fuerte que tú" [cantidad], "Alguien es tu padre" [relación]...  Hay diez maneras de tratar el ser, pero todas hacen alusión de un sujeto (un ser que sea alto, tu padre...); así que colige que el ser primero o fundamental es la sustancia, el ser sujeto.

Por otro lado, Calípolis es demasiado ideal como para que pueda realizarse en la realidad, por lo que hay que ver qué regímenes políticos y ordenamientos sociales realmente existen, y buscar entre ellos el mejor.

Vislumbra que principalmente hay tres regímenes: la monarquía, la aristocracia y la democracia (junto a sus formas corruptas: tiranía, oligarquía y demagogia, en las que los gobernantes solamente legislan para su propio interés y no en función del interés general).  

Aristóteles considera que en la aristocracia se puede tender a que se gobierne en interés de los ricos y que en la democracia, pase lo mismo respecto a los pobres.  Propone una república en la que se recojan los intereses de todas las partes y que su base sean las clases medias, de forma que hagan de puente entre los ricos y pobres, y se logre el equilibrio.

Este justo medio proviene de la reflexión ética de Aristóteles.   Él consideraba que todo tiende hacia algo y que si se viese a lo que tiende el ser humano, se podría deducir en qué consisten sus costumbres (ethos) o hábitos.  Como todo el mundo busca la felicidad, considera que lo fundamental en la ética es la búsqueda de la felicidad.

Considera las nociones que hay de la felicidad.  Muchas personas consideran que ella proviene del placer, pero algunos placeres son excesivos y dañinos (beber y comer demasiado).  Por tanto, la felicidad no puede venir del placer por el placer; contrariamente, la conducta moderada da a satisfacciones templados y sin riesgos.  

En todo hay que evitar el exceso, como rezaba el lema del oráculo de delfos ("nada en demasía"): el hábito adecuado o virtud consistirá, entonces, en el justo medio entre dos extremos.  No se debe ser temerario ni cobarde, sino valiente.

Hay dos tipos principales de virtudes: las intelectivas (que dan normas generales) y las prácticas (que tienen en cuenta las circunstancias particulares).  La forma de equilibrar ambos tipos es por medio de un justo medio entre las normas generales y los casos concretos, el uso de la prudencia.

Como las virtudes prácticas conllevan a actuar con los demás y ellos te pueden fallar, es más seguro llegar a la felicidad por medio de las virtudes intelectivas: la vida contemplativa (pensar, reflexionar, investigar...) siempre queda a mano, sin depender de los demás, es segura y estable.

Ataraxia o la felicidad

 

Discípulo de Aristóteles fue Alejandro Magno, rey de Macedonia.  Él invadió el imperio persa (acabando con la mayor amenaza griega) y ejerció su imperialismo sobre el resto de Grecia.  Las polis independientes, que de por sí estaban en decadencia, perdieron poder y soberanía.

Consecuencia de ello fue que las reflexiones se trasladasen de reflexionar acerca del mejor regímen (para la Ciudad-Estado o polis) a reflexionar acerca de la nueva realidad humana, en la que los grandes imperios helenísticos (macedonios, alejandrinos y... ¿romano?) hicieron que los filósofos se concibieran como ciudadanos del mundo (en un mundo globalizado por los imperios de derivación griega o helenísticos).  

Entonces, los filósofos se centraron a pensar acerca de lo común de todos los seres humanos (que podrían ser conciudadanos, por formar parte de un gran imperio): reflexionaron acerca de la eudanomia o búsqueda de la felicidad.

Las distintas escuelas griegas terminaron pensando acerca de la ética, acerca de la vida buena o búsqueda de la filosofía.

La mayoría de las escuelas filosóficas griegas derivan de una forma directa o indirecta de Sócrates.  Aristóteles fue discípulo de Platón, que fue estudiante de Sócrates.  Jenofonte, pese a su principal carrera militar -contra los persas-, recogió las ideas de su maestro Sócrates.  La Escuela Megárica o eurística (de disputadores) fue fundada por Euclides de Mégara, estudiante también de Sócrates.  Aristipo, discípulo de Sócrates, fundó la escuela hedonista, de la que derivó la escuela de Epicuro.  El primer cínico fue Antístenes, nuevamente discípulo de Sócrates; discípulo de Antístenes fue Diógenes de Sínope, que enseñó a Crates, maestro de Zenón, el fundador de la escuela estoica.

Pirrón, por su parte, dio lugar a la escuela escéptica. Zenón de Elea, discípulo de Parménides, fundó la escuela Eleata.

Las escuelas escéptica, epicúrea, cínica y estoica buscaron la felicidad, concebida por parte de la mayoría de ellas como actuar conforme a la naturaleza (racional) o ataraxia (serenidad).

Los escépticos consideran que la actitud de cuestionar las ideas absolutas, conducen a no vivir con absolutismos y a la templanza o ataraxia.  

Los epicúreos recogieron la idea de noción de felicidad de la escuela hedonista: ella consistía en buscar el placer y evitar el dolor; pero Epicuro dio más peso a la segunda parte, estableciendo que algunos placeres deben ser evitados por ser dañinos y que hay que lograr placeres moderados por medio de la virtud.   

Los cínicos consideraban que la felicidad consiste en ser libres, por medio de ser totalmente independiente.  La forma de lograr no depender de nadie y ser libre es reduciendo las propiedades a lo estrictamente necesario para subsistir ("vivir con lo puesto").  En ello consiste vivir conforme a la naturaleza: vivir libres, como son fundamentalmente los seres humanos.  Ellos vivían con un manto y sin propiedades; vivían como perros [kinikos significa "perruno" o perros].  Con su mordacidad, su "cinismo", denunciaban con sarcasmo a los que eran falsos para lograr beneficios materiales.

Los estoicos recogieron la idea de que hay que vivir conforme a la naturaleza, pero consideraban que la naturaleza humana era la racionalidad y que hay que actuar conforme a las normas racionales, pese a lo que pese.  

Esta escuela filosófica consideraba que como todo tiene una causa, la realidad es racional: una gran red o cadena de causas, un todo en el que cada parte tiene una razón de ser y, por tanto, todo suceso de la realidad debe ser aceptaba con entereza (con estoicismo).  

Gracias a esta actitud, se consigue resignación y moderación, se endurece el carácter y se hace resistente a los avatares de la vida, dando lugar a la serenidad o ataraxia.

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