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Ensayo sobre la filosofía griega antigua

Ensayo sobre la filosofía griega antigua


Juan José Angulo de la Calle


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El ser


La filosofía griega antigua surgió en un momento muy determinado.  

El antiguo Anax o rey con autoridad militar y religiosa había caído, tras la invasión del imperio minoico de Creta de los casi bárbaros dorios.

Después la autoridad recayó sobre los basileei o señores de la guerra, cuya autoridad era militar y era representada figurativamente por la posesión de armadura completa. Se consideraba legítima en tanto eran presentados como protectores de la comunidad.  

En el siglo V a. c., se dio un gran desarrollo en la producción del metal y, junto a una mayor capacidad para adquirir armas, se produjo una serie de movimientos a favor de reparto de poder, representado por el poder de las armas.  De tal manera, que se establecieron distintos regímenes de isonomía o igualdad ante la ley.

En esta época en el que el poder ya ostentaba de una legitimación y orden, varios pensadores reflexionaron sobre la posibilidad de que exista un orden en el universo.  

La noción de desorden y desproporción, resultaba insoportable para la mentalidad griega, dada la incertidumbre que creaba.  

En el oráculo de Delfos había dos lemas: "nada en exceso" y "conócete a ti mismo".  Distintas obras como la Ilíada describían la hibris (exceso o arrogancia) como extremo que conllevaba a resultados desastrosos.  

En la Teogonía los desproporcionados e inmensos titanes eran descritos como seres horribles (y en la mentalidad griega tradicional lo bello se relacionaba con la bondad y lo feo con lo terrible). 

Un imperio enorme como el persa era visto como una amenaza y como un exceso, en el que solamente podía existir el poder por medio de un gobierno impositivo (que garantizara la unidad de pueblos diferentes y divergentes), tiránico y arbitrario; como lo describía Aristóteles en su Política.


El arte griego fue poco a poco avanzando también en la búsqueda de orden, una armonía representada por el canón de belleza griego de orden, medida y proporción.  


Del arte dórico menos refinado y cercano al arte egipcio, más centrado en la expresión de la majestuosidad de las figuras y los ornamentos para tratar de difundir la "divinidad" de faraones y reyes, se pasó a un arte en el que se buscaba más la belleza plástica y en la que las estatuas pasaban a ser esculturas (con intenciones de expresar belleza artística y no ser mera decoración con otros fines), y los ornamentos pasaron a ser elementos que expresaban el ideal griego.  


De las columnas simples dorias, se pasó a las más ricas jónicas y, después, a las embellecidas por la proporción casi matemática de las columnas corintias.  Templos como el Partenón de atenas buscaban que la proporción aurea [colocación casi matemática de los elementos arquitectónicos y de las proporciones armónicas en los elementos de las esculturas] por lo menos quedase reflejado a la vista (sus columnas no eran rectas y estaban colocadas en separación de espacios casi matemáticos, pero a la vista parecían rectas y armónicas).


La belleza en los griegos tenía un gran peso, dado que utilizaban la misma expresión para expresar lo bello y la bondad.  


Desde la mentalidad griega, lo bello es bueno y lo bueno es bello [aseveración que recogería Platón, aunque considerase que a la belleza no se llega por medio del arte- mera imitación o copia de la realidad-, sino por obra de la filosofía, al ser capaz de abstraerse hasta llegar a la noción general de belleza]. 


Como en la polis se alcanzó al orden, se buscó el mismo en el arte y se quiso buscar en el cosmos.   


Por tanto, tras lograr un cierto orden en las ciudades-estado o polis y el fin de las guerras médicas contra el imperio persa, varios pensadores buscaron el orden en el cosmos: el principio o arjhé de todas las cosas.  Fueron los llamados siete sabios de Jonia.  

Los antiguos mitos, recogidos sobre todo en los poemas de Hesíodo y Homero, resultaban insuficientes para la configuración de un conocimiento de la realidad propiamente dicha.  Eran relatos que no databan de las causas y las explicaciones de los fenómenos de la realidad.  Del mito se pasó al logos (discurso articulado). 

Mediante observaciones y razonamientos (de los que quedan tan solamente algunos fragmentos) postularon diferentes principios de ordenamiento del ser o la realidad.  El primero, Tales de Mileto, consideraron que todo es agua: todo es básicamente agua, con diferentes densidades o todo fluyeOtros consideraban que era el fuego o el aire.

La respuesta no era meramente física porque al ordenamiento de la realidad o principio rector [princeps latino y arjhé griego u orden o gobierno] no era reducido a realidades materiales, sino que también se consideraba que él pudiera ser realidades tan abstractas como la indeterminación (el apeirón de Anaximandro), la atracción y la repulsión (el "amor y el odio" de Empédocles, que hace que se unan unos elementos y se separen otros dando a todos los seres) o la tensión de opuestos (en la visión de Heráclito, que consideraba que todo es producto de la relación entre elementos que se oponen unos a otros, como la cuerda y el arco, y que hace que todo cambie).

Conocimiento y virtud


Después de las guerras del Peloponeso, Atenas queda como ciudad hegemónica durante un período de tiempo.  Otras ciudades-estado debían darle tributos con la excusa de la Liga griega contra los persas, dando lugar a: 1) el imperialismo ateniense, 2) sus consecuentes guerras con Esparta,  y 3) al esplendor de Atenas.  


Fue la época dorada de Atenas, logrando esplendor económico, político y cultural (con el desarrollo de la arquitectura, el teatro y, finalmente, la filosofía).

Sin embargo, la realidad democrática de Atenas propició una reorientación de las reflexiones filosóficas, no tan centradas en el cosmos como en la realidad humana; en la que se podía participar políticamente en el ágora o en la asamblea.

En una polis en la que se podía dialogar sobre los asuntos sociales, políticos, y humanos, se dio lugar al desarrollo de la retórica o arte de convencer (sobre asuntos públicos y humanos).  Los sofistas desarrollaron esta capacidad y empezaron a poner en cuestión lo que se entendía como conocimiento, en pro de la nueva manera de tratar el entendimiento.

Señalaron que el conocimiento es relativo.  Gorgias consideraba que la realidad no existe, si existiese algo no seríamos capaces de conocerlo por su complejidad y si pudiéramos entenderlo, sería demasiado díficil comunicarlo; por lo que no se tiene un conocimiento muy seguro. Protágoras señalaba que el ser humano es la medida de todas las cosas: como son las personas las que crean los conceptos, criterios y normas del conocimiento, el entendimiento es convencional.   

Junto a ello, consideraban que los cultos a las divinidades y las normas morales dependían y diferían de los distintos pueblos: todos los pueblos tienen cultos y normas distintas, por lo que colegían que las normas morales eran relativas y convencionales.

Dicha concepción, en tanto que tocaba a la moral y al ordenamiento de la sociedad, resultó demasiado excesiva para el aristocrático filósofo Platón; que frente al relativismo en el conocimiento y en los conceptos (entre ellos la noción de Justicia), propuso una serie de concepciones de la realidad que debían ser fundamentales, seguras y estructurales de la realidad: las Formas o Ideas, o nociones esenciales de los seres.

Fue discípulo de Sócrates, filósofo que se separó de la reflexión acerca del ser y se dedicó a la reflexión acerca de la virtud, dado que la consideraba más importante para las personas.  

Él consideraba que tenía que haber algunas nociones generales sobre las virtudes.  En su época, las personas hablaban de actitudes concretas malas o buenas, pero carecían de una noción general de lo que pudiera ser el bien en general.  

Sócrates, mediante su método mayéutico, se hacía preguntas acerca del fundamento y la noción general (consistente y coherente) de las diferentes virtudes y nociones conceptuales.  

Tenía intelectualismo moral: consideraba que las personas actuaban mal por ignorancia y que si racionalmente llegasen a la noción de bien, siendo conscientes de su racionalidad y de lo beneficioso que es para todas las personas, actuarían según la virtud.  

Por ello, siempre animaba a preguntarse a uno mismo, como si se tuviese un dios menor o daimón interior, si una acción es buena en sí misma.  

Dio más énfasis al lema del oráculo de Delfos: "conócete a ti mismo"; dándole la interpretación de que cada persona debe escuchar a su propia conciencia y razonamiento o daimón interior.  El mismo oráculo que expresó que era el hombre más sabio de toda Grecia sirvió de inspiración para su pensamiento.

Sócrates hacía preguntas acerca del fundamento de todas las nociones y virtudes a las personas con autoridad (políticos, poetas y militares) porque ellos detentaban el conocimiento de ellas.  Como se consideraba ignorante, les interrogaba y, en búsqueda de una buena definición, ponía en cuestión sus planteamientos, dando lugar a que quedase patente que no era seguro lo que las autoridades creían saber.  Dedujo que él al menos era más sabio que ellas porque, aunque no sabía nada, al menos era consciente de su desconocimiento.

Dichas formas de cuestionar, atrajeron las iras de personajes cuya credibilidad externa y aspecto público quedó en entredicho.  Le acusaron de que, su forma de cuestionar lo que entendían las autoridades frente a los jóvenes, conducía a ellos a que cuestionasen la autoridad.  Sin que los padres de los jóvenes acusasen a Sócrates de la corrupción de sus hijos, él fue condenado por un jurado popular.

Platón


Dicha condena, conllevó a un encono por parte de Platón respecto a la democracia, a la que consideraba el gobierno del peso del número: interpretaba que era el poder de las masas y no el gobierno de la razón.  Consideraba que gobernaban mayorías solamente por presión aritmética y que gobernaba meramente por ser la mayoría, por el peso del número. Era vista la democracia como el gobierno del vulgo o masas, considerado ignorante por parte del filósofo aristocrático.

Platón consideraba que hay un saber sobre la política, así como lo hay de otras formas de conducirse en la vida.  Y así como el timonel debe guiar un barco, deberían gobernar los que ostentan el conocimiento sobre la realidad política. 

Dichos eruditos serían los que conocen la verdadera realidad (las Ideas, cognoscibles por medio de la razón) y no se dejan llevar por los datos de la apariencia (los datos de los sentidos, que nos hacen creer que no se puede establecer conocimiento objetivo).  

Son los filósofos que han llegado a conocer la verdadera naturaleza de la realidad, las nociones generales que están en las cosas mismas, y que han llegado a la noción de Justicia, por la cual pueden dar a cada parte de la sociedad lo que necesita (o le corresponde) y puede ordenar la polis.

En una especie, en un tipo de ser, se pueden ver diferencias (tanto entre los diferentes seres como a lo largo del tiempo); sin embargo, entre ellos hay una estructura que todos comparten (una estructura fundamental o esencial, como si fuera su ADN o su composición molecular). 

Si se observan, por ejemplo, a los caballos, se verán diferencias entre ellos, pero algunas características que comparten y que se repiten.  Los caballos podrán ser diferentes y cambiar en el tiempo, pero siempre habrá una caballeidad o estructura fundamental de todos los caballos.
Siendo estudiante de los pitagóricos (que consideraban que la estructura de la realidad es de ordenamiento matemático) y teniendo como una única ciencia propiamente dicha a la matemática, era consecuente que pusiese como fundamento del conocimiento a la abstracción y al planteamiento de concepciones como las Ideas o Formas de las cosas; tan alejados de los datos de los sentidos, cambiantes y, por tanto, inseguros.

Con los datos de los sentidos, no se podía hacer conceptos sobre la realidad que pudiese ser fijos y seguros, al presentar que todo es cambiante y que nada puede atrapar algo estable de la realidad.  Como se puede llegar a una noción de las diferentes realidades, el conocimiento no puede llegar de los datos de los sentidos; sino por medio de la abstracción racionalista e idealista como las nociones matemáticas (la única ciencia de la antigüedad).

Platón consideraba que había ciertas regularidades en la realidad (que hay un ser fijo como indicaba Parménides), pero que efectivamente la realidad es cambiante (como señalaba Heráclito).  Así que concluyó que las Ideas no vienen de este mundo, cambiante, sino de un mundo de las Formas, del que el nuestro sería una mera copia.

Si se conduce dialécticamente el razonamiento acerca de las ideas, se deduce que la Forma reguladora es la Idea de Justica, dado que ella es la que permite ordenar las demás.  

Este proceso es resultado de la búsqueda del conocimiento y solamente llegan aquellas personas que han ido más allá de las apariencias (las sombras de su figurativa caverna), y han abstraído hasta llegar a concebir las verdaderas formas de la realidad (las Ideas).  


El motor del conocimiento, lo que motiva a buscar el saber sería el amor, el amor por el saber; un amor que busca la belleza (primero de forma superficial en la belleza de los cuerpos y luego, en la belleza del carácter) y acaba llegando a la idea de belleza, relacionada con el bien o la justicia [como ya se ha indicado con anterioridad, los antiguos griegos usaban el mismo término para designar lo bello y lo bueno, algo así como la nobleza, aunando de hecho ambas ideas].

Solamente los filósofos llegan a este conocimiento de las Ideas, que es finalmente el saber acerca de la verdadera Justicia y el ordenamiento correcto y equilibrado de la realidad.  Según Platón solamente los que tienen el conocimiento del fundamento de la política deberían gobernar, porque únicamente con el entendimiento correcto de la ordenación justa se puede establecer un orden racional y equilibrado.  Ellos podrán crear Calípolis o la Ciudad Ideal.

En su última etapa de vida, Platón modera su posición política en las Leyes, extendiendo el saber político a un espectro de personas más amplio, abogando por un régimen aristocrático similar al espartano.

Además, propuso una serie de doctrinas no escritas, en las que recupera la antigua reflexión acerca del principio de la realidad.  Considera que hay un principio de determinación e indeterminación.  La determinación sería el establecimiento de realidades estables por medio de formas que estaban en las cosas mismas.  Este proceso se daría por medio del establecimiento de realidades estables basadas en las Ideas, que estaría en la propia realidad.

Aristóteles

 

El discípulo más importante de Platón puso en cuestión las Ideas y, consecuentemente, la Ciudad Ideal.

Aristóteles consignó que, dado que las Ideas son demasiado abstractas e ideales, no se puede deducir que haya un mundo de las Ideas, que es indemostrable.  Las regularidades de los seres se pueden conseguir por medio de la abstracción de los datos de la experiencia, nihil est in intelectu quod prius fuerit in sensu.

A través de esta manera de tratar el conocimiento teórico, se puede llegar a extraer las formas esenciales de todos los seres: las Formas están en los seres mismos [más adelante, se arguirá en la misma línea que las Formas son demasiado abstractas y que no son más que denominaciones convencionales, que no existen esencias, sino seres concretos].  

El filósofo macedonio consideraba que todo tiende hacia algo y esa forma de ser potencial es lo más fundamental o esencial.  La semilla no es solamente una semilla, su ser es llegar a ser un árbol; el niño, asimismo es esencialmente un adulto en potencia.

Con el razonamiento, se llega a los substratos, esencias o sustancias de los diferentes seres, a descubrir la verdadera naturaleza propia de cada tipo de ser.  


Una reflexión más abstracta, lleva a ir de entender a los seres a tratar en qué consiste el ser.  Aristóteles se pregunta qué es el ser (sin plantearse que el ser no es una entidad, no es algo, sino que pueda ser un proceso); y concluye que hay diez diferentes modos de usar el verbo ser y su consecuente correspondiente con la realidad, diez maneras de ser.  

"Alguien es alto" [cualidad], "Alguien es siete veces más fuerte que tú" [cantidad], "Alguien es tu padre" [relación]...  Hay diez maneras de tratar el ser, pero todas hacen alusión de un sujeto (un ser que sea alto, tu padre...); así que colige que el ser primero o fundamental es la sustancia, el ser sujeto.

Por otro lado, Calípolis es demasiado ideal como para que pueda realizarse en la realidad, por lo que hay que ver qué regímenes políticos y ordenamientos sociales realmente existen, y buscar entre ellos el mejor.

Vislumbra que principalmente hay tres regímenes: la monarquía, la aristocracia y la democracia (junto a sus formas corruptas: tiranía, oligarquía y demagogia, en las que los gobernantes solamente legislan para su propio interés y no en función del interés general).  

Aristóteles considera que en la aristocracia se puede tender a que se gobierne en interés de los ricos y que en la democracia, pase lo mismo respecto a los pobres.  Propone una república en la que se recojan los intereses de todas las partes y que su base sean las clases medias, de forma que hagan de puente entre los ricos y pobres, y se logre el equilibrio.

Este justo medio proviene de la reflexión ética de Aristóteles.   Él consideraba que todo tiende hacia algo y que si se viese a lo que tiende el ser humano, se podría deducir en qué consisten sus costumbres (ethos) o hábitos.  Como todo el mundo busca la felicidad, considera que lo fundamental en la ética es la búsqueda de la felicidad.

Considera las nociones que hay de la felicidad.  Muchas personas consideran que ella proviene del placer, pero algunos placeres son excesivos y dañinos (beber y comer demasiado).  Por tanto, la felicidad no puede venir del placer por el placer; contrariamente, la conducta moderada da a satisfacciones templados y sin riesgos.  

En todo hay que evitar el exceso, como rezaba el lema del oráculo de delfos ("nada en demasía"): el hábito adecuado o virtud consistirá, entonces, en el justo medio entre dos extremos.  No se debe ser temerario ni cobarde, sino valiente.

Hay dos tipos principales de virtudes: las intelectivas (que dan normas generales) y las prácticas (que tienen en cuenta las circunstancias particulares).  La forma de equilibrar ambos tipos es por medio de un justo medio entre las normas generales y los casos concretos, el uso de la prudencia.

Como las virtudes prácticas conllevan a actuar con los demás y ellos te pueden fallar, es más seguro llegar a la felicidad por medio de las virtudes intelectivas: la vida contemplativa (pensar, reflexionar, investigar...) siempre queda a mano, sin depender de los demás, es segura y estable.

Ataraxia o la felicidad

 

Discípulo de Aristóteles fue Alejandro Magno, rey de Macedonia.  Él invadió el imperio persa (acabando con la mayor amenaza griega) y ejerció su imperialismo sobre el resto de Grecia.  Las polis independientes, que de por sí estaban en decadencia, perdieron poder y soberanía.

Consecuencia de ello fue que las reflexiones se trasladasen de reflexionar acerca del mejor regímen (para la Ciudad-Estado o polis) a reflexionar acerca de la nueva realidad humana, en la que los grandes imperios helenísticos (macedonios, alejandrinos y... ¿romano?) hicieron que los filósofos se concibieran como ciudadanos del mundo (en un mundo globalizado por los imperios de derivación griega o helenísticos).  

Entonces, los filósofos se centraron a pensar acerca de lo común de todos los seres humanos (que podrían ser conciudadanos, por formar parte de un gran imperio): reflexionaron acerca de la eudanomia o búsqueda de la felicidad.

Las distintas escuelas griegas terminaron pensando acerca de la ética, acerca de la vida buena o búsqueda de la filosofía.

La mayoría de las escuelas filosóficas griegas derivan de una forma directa o indirecta de Sócrates.  Aristóteles fue discípulo de Platón, que fue estudiante de Sócrates.  Jenofonte, pese a su principal carrera militar -contra los persas-, recogió las ideas de su maestro Sócrates.  La Escuela Megárica o eurística (de disputadores) fue fundada por Euclides de Mégara, estudiante también de Sócrates.  Aristipo, discípulo de Sócrates, fundó la escuela hedonista, de la que derivó la escuela de Epicuro.  El primer cínico fue Antístenes, nuevamente discípulo de Sócrates; discípulo de Antístenes fue Diógenes de Sínope, que enseñó a Crates, maestro de Zenón, el fundador de la escuela estoica.

Pirrón, por su parte, dio lugar a la escuela escéptica. Zenón de Elea, discípulo de Parménides, fundó la escuela Eleata.

Las escuelas escéptica, epicúrea, cínica y estoica buscaron la felicidad, concebida por parte de la mayoría de ellas como actuar conforme a la naturaleza (racional) o ataraxia (serenidad).

Los escépticos consideran que la actitud de cuestionar las ideas absolutas, conducen a no vivir con absolutismos y a la templanza o ataraxia.  

Los epicúreos recogieron la idea de noción de felicidad de la escuela hedonista: ella consistía en buscar el placer y evitar el dolor; pero Epicuro dio más peso a la segunda parte, estableciendo que algunos placeres deben ser evitados por ser dañinos y que hay que lograr placeres moderados por medio de la virtud.   

Los cínicos consideraban que la felicidad consiste en ser libres, por medio de ser totalmente independiente.  La forma de lograr no depender de nadie y ser libre es reduciendo las propiedades a lo estrictamente necesario para subsistir ("vivir con lo puesto").  En ello consiste vivir conforme a la naturaleza: vivir libres, como son fundamentalmente los seres humanos.  Ellos vivían con un manto y sin propiedades; vivían como perros [kinikos significa "perruno" o perros].  Con su mordacidad, su "cinismo", denunciaban con sarcasmo a los que eran falsos para lograr beneficios materiales.

Los estoicos recogieron la idea de que hay que vivir conforme a la naturaleza, pero consideraban que la naturaleza humana era la racionalidad y que hay que actuar conforme a las normas racionales, pese a lo que pese.  

Esta escuela filosófica consideraba que como todo tiene una causa, la realidad es racional: una gran red o cadena de causas, un todo en el que cada parte tiene una razón de ser y, por tanto, todo suceso de la realidad debe ser aceptaba con entereza (con estoicismo).  

Gracias a esta actitud, se consigue resignación y moderación, se endurece el carácter y se hace resistente a los avatares de la vida, dando lugar a la serenidad o ataraxia.

-Bibliografía:

 

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-Platón (1971). El banquete. 
 Patricio de Azcárate (ed.). Filosofía en Español.
[Contsulta: 2019ko ekainaren 25ean]. Hemen igota:


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 Patricio de Azcárate (ed.). 
Filosofía en Español.
[Contsulta: 2019ko ekainaren 25ean]. Hemen igota:


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