Arte y cultura popular
Juan José Angulo de la Calle
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Ideología, hegemonía y cultura obrera
Según Karl Marx, el desarrollo de las ideas se ve condicionado por la realidad material. Las ideas más difundidas en una sociedad serían las ideas de la clase dominante (que ostenta gran capacidad de difusión de ellas, por ser dueña de los medios de comunicación, artísticos y editoriales).
Estas ideas tratarían de tapar la base material, la infraestructura económica y social; tratarían de esconder la realidad más material y social con conceptos idealistas, vagos y abstractos que procuran que no se vean las contradicciones sociales y que usan términos vagos como libertad, igualdad y democracia en abstracto, nunca en concreto, para tapar la dura realidad (llena de explotación laboral -no pagar lo que se produce sino un sueldo menor-, la alienación y el imperialismo).
Gramsci considera que las clases dominantes procuran establecerse como poder hegemónico (sobre otras fuerzas) por medio de una cultura de masas, un arte elitista y unas ideas que hagan aceptables el estado de cosas presentes. El régimen político se hace fuerte con una cultura e ideas dominantes que facilitan la perpetuación del poder, y las ideas conservadoras y conformistas. Forma una hegemonía.
Frente a esta hegemonía, Gramsci defiende que se forme un arte desde la clase obrera. Un arte que plasme las inquietudes de la clase trabajadora, pero que no se limite a la reivindicación de los intereses de clase, para que no sea mera propaganda y se torne un arte pobre. Tendrá que adoptar las reglas y formas de arte, su funcionamiento como constante creación y revisión, que fomente un pensamiento crítico y que pueda tender a la crítica social, la lucha y la revolución.
Althusser considera que los aparatos ideológicos (medios de comunicación, arte, cultura de masas o entretenimiento y educación) sirven al status político y social presente porque fomenta el conservadurismo (el entretenimiento abotarga la mente y la hace menos crítica; la educación data sobre lo que existe y ha existido: fomenta la explicación de lo que existe, el statu quo). Se debe romper de alguna forma con estos aparatos ideológicos del Estado y el capital.
Arte populista y políticamente correcto
Sin embargo, la tendencia a cambiar la cultura y hacer un arte popular puede llevar a modificar solamente las formas y no el contenido; puede llevar a que se hagan obras de arte que expresen las cosas de otra forma y que ello parezca suficiente, menoscabando la lucha social.
Estas ideas tratarían de tapar la base material, la infraestructura económica y social; tratarían de esconder la realidad más material y social con conceptos idealistas, vagos y abstractos que procuran que no se vean las contradicciones sociales y que usan términos vagos como libertad, igualdad y democracia en abstracto, nunca en concreto, para tapar la dura realidad (llena de explotación laboral -no pagar lo que se produce sino un sueldo menor-, la alienación y el imperialismo).
Gramsci considera que las clases dominantes procuran establecerse como poder hegemónico (sobre otras fuerzas) por medio de una cultura de masas, un arte elitista y unas ideas que hagan aceptables el estado de cosas presentes. El régimen político se hace fuerte con una cultura e ideas dominantes que facilitan la perpetuación del poder, y las ideas conservadoras y conformistas. Forma una hegemonía.
Frente a esta hegemonía, Gramsci defiende que se forme un arte desde la clase obrera. Un arte que plasme las inquietudes de la clase trabajadora, pero que no se limite a la reivindicación de los intereses de clase, para que no sea mera propaganda y se torne un arte pobre. Tendrá que adoptar las reglas y formas de arte, su funcionamiento como constante creación y revisión, que fomente un pensamiento crítico y que pueda tender a la crítica social, la lucha y la revolución.
Althusser considera que los aparatos ideológicos (medios de comunicación, arte, cultura de masas o entretenimiento y educación) sirven al status político y social presente porque fomenta el conservadurismo (el entretenimiento abotarga la mente y la hace menos crítica; la educación data sobre lo que existe y ha existido: fomenta la explicación de lo que existe, el statu quo). Se debe romper de alguna forma con estos aparatos ideológicos del Estado y el capital.
Arte populista y políticamente correcto
Sin embargo, la tendencia a cambiar la cultura y hacer un arte popular puede llevar a modificar solamente las formas y no el contenido; puede llevar a que se hagan obras de arte que expresen las cosas de otra forma y que ello parezca suficiente, menoscabando la lucha social.
Puede llevar a anteponer la lucha cultural sobre la social (haciendo que la primera sobrecompense la otra) y convirtiendo el gramscismo en una suerte reivindicación hueca y sin contenido, que da más importancia a la cultura y quita todo el contenido de reivindicación de lucha social de Gramsci, dejada en segundo lugar (por no decir olvidada o silenciada).
Los planteamientos gramscianos pueden ser tomados como propios por parte de políticos profesionales de distinto color, que usan la terminología y el método de cambiar las palabras y formas, como medio de sobrecompensación frente a unas medidas reales que no se toman.
Pueden fomentar películas con subvenciones públicas en las que se guarden las formas políticamente correctas, incluso el cine más comprometido; y dejar que toda la lucha se reduzca presentar escenas de mujeres empoderadas, minorías étnicas y sexuales visivilizadas... pero que quedan como gestos y de forma testimonial, mientras no se toman verdaderas medidas contra las opresiones.
Se cuida mucho los términos que se usan y las formas de decir las cosas, mientras no se hace casi nada frente al hecho de que las mujeres cobren menos que los varones, haya una masiva feminización de la precariedad laboral, discriminaciones racistas laborales y sociales, y homofobia y transfobias impunes.
Hoy se ve que los grandes medios de entretenimiento han adoptado el lenguaje inclusivo, el feminismo y el ecologismo; dando la impresión que se están dando pasos y que con cambiar las formas basta, ya parece que se hace mucho si se cambian las maneras de expresarse y los modos.
Hoy se ve que los grandes medios de entretenimiento han adoptado el lenguaje inclusivo, el feminismo y el ecologismo; dando la impresión que se están dando pasos y que con cambiar las formas basta, ya parece que se hace mucho si se cambian las maneras de expresarse y los modos.
Encontramos series y películas con mujeres activas, minorías étnicas con papeles relevantes y presencia de minorías sexuales. Pero es meramente postureo; es lenguaje políticamente correcto en el que se guardan las formas, para no tener que cambiar los contenidos. Son otra suerte de nuevo idealismo.
El filósofo Quetzal señala que la industria cultural de la cultura de masas generan unos productos que son una experiencia de parque de atracciones, en el que se abruma con el espectáculo y por medio de la cual se suspende el juicio.
De mientras, se da el mensaje de la fantasía de que en el entretenimiento se puede presentar la ilusión irrealista de que son posibles las fantasías en las que las mujeres pueden ser empoderadas, las minorías étnicas pueden tomar valor (siempre en un mundo fantasioso) y se pueden expresar las minorías sexuales con naturalidad (saltando y pasando por alto toda realidad cruda): https://www.youtube.com/watch?v=Qz9ZGTTKF8w
El autor considera que el entretenimiento de la industria cultural tiene que ver con la producción de cultura de masas, creación de productos sobrecogedores que dan a actitudes pasivas (como estar absorto en el cine por los llamativos efectos especiales, que cortan la respiración y suspenden el juicio), formación de espectáculos que se consumen de forma pasiva y fomentan un tipo de mentalidad pasiva, conformista, acrítica y auto-complaciente: https://www.youtube.com/watch?v=nCTFGa8f8EA&t=324s
Cultura popular alternativa
La cuestión queda ahora en cómo reestablecer una cultura popular en la que las personas puedan ser partícipes del arte y de las ideas, sin tender a la vulgarización, a lo políticamente correcto y a lo banal.
Tal vez, con la participación activa en fiestas populares y la recuperación de la calle como lugar para expresarse culturalmente, con teatros populares en las calles, performances públicas, exposiciones públicas de obras de aficionados en el exterior y en el que haya participación del público.
Todavía es una cuestión que debe ser pensada e imaginada. El fomento de la imaginación puede llevar a plantear nuevos esquemas mentales, cuestionamientos, críticas y alternativas. Puede que deba fomentarse un arte popular que apele a la imaginación.
Todavía es una cuestión que debe ser pensada e imaginada. El fomento de la imaginación puede llevar a plantear nuevos esquemas mentales, cuestionamientos, críticas y alternativas. Puede que deba fomentarse un arte popular que apele a la imaginación.
Todavía hoy debe pensarse cómo hacer arte y cultura popular para que sean críticas, liberadoras y emancipatorias.
Bibliografía:
-Adorno, Th. W. (2004): Teoría estética. Madrid: Akal.
-Adorno, T. & Horkheimer, M. (2004): Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Editorial Trotta.
-Althusser, L. (2005): La filosofía como arma de la revolución. México D. F.
-Arana, J. R. (2005): Balada de la filosofía y de la ciencia. Barakaldo: Ediciones de Librería San Antonio.
-Aranda, C. (2004): Introducción a la estética contemporánea. Almería: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería.
-Aristóteles
(2007): Poética.
Buenos Aires: Editorial Gradifco.
Buenos Aires: Editorial Gradifco.
-Ardeo Rubio, I. (2005): “Fundamentos de estética”,
in:
Revolución Neolítica, n. 5.
Donostia/San Sebastián: Ti.Ta. Editores asociados.
-Bayer, R. (2018): Historia de la estética.
Barcelona: EFE.
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