El pesimismo de Schopenhauer
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Según Arthur Schopenhauer, en la vida lo positivo o real es el sufrimiento y lo negativo es la mera negación del mismo: el alivio. En la vida lo normal es sufrir y la excepción son los puntuales momentos de descarga. La vida es sufrimiento porque se compone de necesidades y deseos apremiantes (hambre, sed... y todo lo que exija el organismo para subsistir); y porque si ellos se llegan a cubrir solamente se logra una satisfacción efímera (por mero alivio), el hastío y, finalmente, el tedio.
Schopenhauer había señalado que la realidad más básica y fundante era una Voluntad: el determinismo de la naturaleza. Él nos obliga a actuar según los designios de las leyes naturales, que procuran la pervivencia de los seres. Todo ser procura pervivir como sea. Básicamente cada entidad se esfuerza por seguir existiendo. Todo mecanismo natural debe procurar mantenerse o desaparecer (con lo que deja de estar en nuestro mundo).
Esta es la verdadera forma de la realidad, la base de lo nouménico (el modo de ser de las cosas en sí, descritas por Kant). Todo lo demás es la representación de los fenómenos: apariencia y confusión. Básicamente, la existencia es la presión por pervivir. La vida, entonces, sería un conjunto de presiones internas (hambre, sed...) que nos atenazan y nos presionan para sobrevivir.
En el ser humano, la Voluntad toma la forma de deseo: Schopenhauer era un budista pesimista. Fue el autor que introdujo las tradiciones hinduistas y budistas en Europa. Según esta cosmovisión, el deseo siempre nos trae sufrimiento.
Si no conseguimos lo que queremos, nos frustramos. En cambio, si lo logramos, sentimos una satisfacción efímera, más bien la saciedad de una necesidad. Llegamos al mero hastío y a su consecuente un vacío existencial. Después del hastío, nos quedamos con un profundo e insoportable tedio. Llegamos a alcanzar una mera ausencia de dolor, que nos hace sentir insatisfechos y nos sentimos terriblemente decepcionados. La vida es interpretada como una forma de tensión.
La forma de reducir los efectos de la Voluntad es procurar reducir los deseos y, así, a las tensiones y presiones que ejercen. La manera de tener una vida en la que no se alimenta al fuego inconsumible del deseo es por medio de la vida ascética.
Además, Schopenhauer considera que la moral tiene que basarse en la compasión, la comprensión del dolor ajeno y el consecuente intento de reducirlo ayudando al prójimo. Arthur Schopenhauer introduce en Europa los principios y tradiciones del hinduístas-budistas.
Crítica de Nietzsche
Friedrich Nietzsche consideraba que Schopenhauer tenía parte de razón. Entendía que la denuncia de Schopenhauer de que la vida es un sinsentido y que los valores han caído es adecuada porque la ciencia moderna mostró que la realidad es material, compuesta de causas-efecto y carente de objetivos (Darwin señaló que las variaciones en las especies superaban el barrido de la selección natural, se queda lo que funciona, sin que haya objetivo: sobreviven las especies cuyas variantes coincida que las haga más aptas).
Sin embargo, Nietzsche señaló que Schopenhauer se quedó en una negatividad improductiva y pura negatividad; su pesimismo era un nihilismo pasivo, que ahogaba a las personas a considerar que la vida carece de sentido y que conducía al postramiento. Él reivindicaba un nihilismo activo, en el que ciertamente se acepta que no hay valores absolutos y que de por sí todo carece de razón de ser; pero esta falta de absolutos abre la posibilidad de crear valores propios y a elegir el modo de vida que se quiera, dado que no hay valores eternos ni tablas de la ley antiguas aceptables.
Además, señala que la defensa del ascetismo de Schopenhauer es una suerte de anulación de la vida, una especie de minimización de los impulsos y la energía (creativa). Nietzsche considera que es una debilidad y una cobardía porque procura evitar el conflicto, la dureza de la vida y el sufrimiento, que puede ser un reto a superar.
"¿Qué es el romanticismo? [...] ¿Qué es el romanticismo? Es lícito considerar todo arte, toda filosofía, como remedio curativo e instrumento al servicio de la vida, de la vida que crece y lucha: siempre presuponen sufrimiento y personas que sufren. Pero hay dos tipos de personas que sufren, por un lado aquellas a las que hace sufrir la sobreabundancia de vida y quieren un arte dionisíaco, e igualmente una visión trágica de la vida y un conocimiento trágico de la misma; por otra parte, las que sufren por empobrecimiento de la vida y buscan tranquilidad, sosiego, mar en calma, redención de sí mismos por el arte y el conocimiento, o bien la embriaguez, el espasmo, la narcotización, la locura. A la doble necesidad de las últimas responde todo el romanticismo en las artes y en los conocimientos, a ellas respondía (y responde) Schopenhauer, igual que Richard Wagner, para mencionar a los más famosos y expresos de los románticos, en aquel momento malentendidos por mí: no en perjuicio suyo, por lo demás, según es lícito concederme con toda justicia." (GC, § 370)
Nietzsche defiende que hay que ser dionisíaco, ser como el dios Dionisos, dios del vino y la locura, que acepta tanto el dolor como el placer y, así, dice sí a la vida en su totalidad. Hay que hacerlo porque ello, según Nietzsche, nos haría más grandes, más nobles y mejores. Se debe adoptar un amor fati, un amor al destino; se debe tener una actitud afirmativa frente a la vida, las personas deben reafirmarse por medio de aceptar todos los aspectos de la vida y del devenir, tanto el placer como el dolor.
"[...] El más rico en plenitud de vida, el dios y hombre dionisíacos, no solo se puede permitir poner la vista en lo terrible y cuestionable; sino incluso el acto terrible y todo lujo de destrucción, descomposición, negación; en él, lo malo, lo absurdo y feo aparece como permitido, por así decir, a consecuencia de una sobreabundancia de fuerzas engendradoras y fecundantes que está en condiciones de hacer de cualquier desierto una tierra exuberantemente fértil. Y, a la inversa, el que más sufre, el más pobre en vida, sería el que más necesitase la suavidad, lo pacífico, la bondad, tanto en el pensar como en el actuar, y a ser posible necesitaría un dios que propiamente, muy propiamente, fuese un dios para enfermos, un "salvador"; asimismo necesitaría la lógica, la inteligencia abstracta de la existencia -pues la lógica tranquiliza, da confianza- y, en suma, una cierta estrechez y encerramientos, cálidos y destinados a defenderse del miedo, en horizontes optimistas.
(GC, § 370)
Frente a la Voluntad de vivir, Nietzsche postula que hay una voluntad de poder: una búsqueda de fortalecerse, endurecerse, tener más poder, hacer más cosas y ser creativo (tener poder para crear los propios valores, elegir el modo de vida y hacernos a nosotros mismos). En sus escritos póstumos señala que toda forma de vida se desarrolla procurando superarse a sí misma porque, desde las células que extienden sus pseudópodos hasta los seres vivos que tratan de ampliar su territorio, todos los seres vivos tienden a moverse para dominar, extenderse, crecer y superarse a sí mismos.
Sistema de citas
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