El sentimiento trágico de la vida
Juan José Angulo de la Calle
https://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamuno#/media/Archivo:Miguel_de_Unamuno_Meurisse_1925.jpg |
Unamuno en su ensayo Del sentimiento trágico de la vida, no solamente refirió que tenemos hambre de inmortalidad (miedo a morir); sino que, además, presentó lo que era la vida en realidad: sentir cada experiencia con intensidad.
Lo mostró con el ejemplo de un herrero que hacía su trabajo monótamente, con la mente embotada y sin ninguna emoción. Describió lo que era la auténtica vitalidad cuando presentó cómo se activó su conciencia. Señaló que un día rompió con su actividad maquinal. Relató cómo se despertó como de una pesadilla cuando oyó que un niño se estaba ahogando en la Ría de Bilbao; y, movido como por una llamada de la sangre, cobró nueva vida. Se lanzó a salvar al muchacho, sintiéndose vivo por primera vez desde hacía mucho tiempo.
La existencia es angustia porque las personas quieren ser felices y sufren por no serlo. La vida resulta inauténtica, y falsa, suele ser hacer lo que se espera que se haga, vivir por vivir, vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir y vivir sin intensidad, no sentir vitalidad ninguna.
Toda actuación se somete al peso de la tradición y los papeles sociales, la capacidad de elección viene premarcada por unas costumbres y por presiones sociales que te indican convencialismos y obligaciones presupuestas que hay que cumplir para no ser tratado como irresponsable, antisocial, granuja, canalla e insolidario.
Hay que trabajar en lo que sea, casarse, tener hijos y contribuir. Se es alguien si se produce y se reproduce, sino no participas en la comunidad y contribuyes. El que no es una máquina más de la sociedad productiva, es tratado como un parásito e inhumano.
La vida tiene que ser, entonces, como el trabajo inútil y absurdo del castigo de Sísifo: todos los días hace lo mismo para mantener las cosas como son y sin ningún objetivo a lograr más que el mantenimiento de lo que ya hay o statu quo. Sísifo fue castigado a subir una roca hasta una colina inclinada para que, cuando alcanzase la cima, se le cayese encima y tuviese que volver a hacer la misma tarea de forma estéril, inútil, repetitiva y frustrante. Así es la vida normal en Europa: pura repetición de las tareas de la jornada de trabajo y las costumbres, sin ningún objetivo ni meta alguna, puro absurdo. La existencia es la pura repetición mecánica de los horarios, jornadas y mismas tareas.
Toda la vida se reduce a seguir las costumbres establecidas y formar parte del engranaje de la maquinaria de la sociedad industrial. Los días son la mera repetición de lo mismo: ir al trabajo-descansar-volver al trabajo, sin que cambie nada y se haga nada revelante. Por ejemplo, las tareas del hogar procuran la limpieza de la casa, una tarea inútil porque la suciedad siempre vuelve.
La existencia queda en un círculo vicioso en el que todo lo que se hace carece de razón de ser y hace que la vida sea absurda. Camus señala que la única forma de romper con el castigo de Sísifo es la pasión: sentir cada repetición con intensidad por medio de notar cada momento como único, por medio de la emoción y la sensibilidad. Algo que las personas alienadas normales no pueden conseguir.
En cualquier caso, Unamuno considera que la vida de por sí es una tragedia: se sufre horrores por las dificultades de la existencia y por saberse mortal. Unamuno describe que el ser humano tiene hambre de inmortalidad, que es otra forma de decir que le tiene miedo a la muerte y lucha por pervivir (agonía es lucha contra la muerte para seguir con vida).
Para dar cumplido a su deseo, busca maneras de sentirse inmortal, sea por las creencias religiosas o sea, al menos, por la fama y formar parte de la memoria colectiva (señalará que hasta el creador más humilde procura que se conozca su autoría y, entonces, lo que busca también es ser conocido, reconocido y recordado).
Sin embargo, todos estos intentos son lucha sin fin, dado que no hay nada que dé calma absoluta y satisfaga del todo el hambre de inmortalidad (siempre hay dudas y el paso del tiempo lo borra todo)
Todo se queda en una lucha agónica por intentar negar lo evidente: que vamos a morir y nada garantiza nada (la fe se asienta en la duda - sino sería conocimiento – y la fama es efímera, incluso la universal).
Al final, la existencia queda como una lucha contra el sufrimiento y la angustia de la muerte. La existencia humana es una agonía irresoluble. La vida es una tragedia.
Bibliografía
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