2021(e)ko azaroaren 15(a), astelehena

«Ilíada»: cólera de Aquiles y compasión

 Ilíada: ira de Aquiles y compasión

 

Juan José Angulo de la Calle

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Aquiles#/media/Archivo:Aquiles_Achilles_dying_closeup_-_Corfu_Achilleion_(autocorrected+restored).jpg

 

En el décimo año de la guerra de Troya, los griegos saquean un templo dedicado a Apolo. Se llevaron como botín de guerra a la hija del sacerdote y él solicitó su rescate a cambio de unos tesoros que igualarían la honra de la posesión de una esclava de guerra. Agamenón rechazó devolver, a cambio de regalos honrosos, a la hija de un sacerdote de Apolo.


El sacerdote clamó con justa indignación o némesis que el acto del rey de Micenas era pura arrogancia excesiva o hybris. El apolíneo sacerdote clamó justa venganza a su dios. Él le escuchó y, con sus acertadas flechas, envió una peste que asoló a los griegos. Llamaron a un vidente para que explicara el enfado de los dioses y la forma de aplacarlos. Calcas señaló la falta del rey de Micenas y añadió que debía ser devuelta la muchacha sin recepción de regalos: ello suponía reducir honor al rey Agamenón (el honor era asignado en forma de botín de guerra, dar cierto grado del saqueo era una forma de reconocer los méritos).


Como Aquiles defendió a Calcas, el auspicio, Agamenón la tomó con él y aceptó la entrega a cambio de arrebatar a Aquiles una esclava. Lleno de ira por el honor vulnerado, Aquiles deja el combate hasta que ve el resultado de sus actos: muchos amigos perecen por su retirada. Los griegos empezaron a sufrir estragos por la falta de Aquiles. Se ve compadecido y dejó que su amante Patroclo fuese en su lugar. Como iba con la armadura de Aquiles, le tomaron por él y causó el pánico entre los troyanos. Los venció hasta llegar a la empalizada que protegía a los griegos.


Héctor se sintió atraído por la armadura y, borracho de poder por sus recientes victorias, se atrevió a arremeter. Comprobó que el guerrero que veía era meramente Patroclo y, aun así, lo mató con la sensación de que había matado al propio Aquiles. Cuando su víctima agonizaba le dijo que acabaría también con su amante. Héctor provocó su tragedia: la ira de Aquiles pasó de estar dirigida a Agamenón a estar dirigida a Héctor. Enterado del desastre, Aquiles redirigió su ira. De guardar odio a Agamenón, pasó a quedar obsesionado con matar troyanos en general y a Héctor, en particular. La ira de Aquiles se dirigió hacia el príncipe enemigo, al que persiguió hasta las murallas de Troya.


Allí le esperó el príncipe troyano hasta que el pánico le dominó. Cuando le vio y se dio cuenta de que era real, empezó a correr alrededor de los muros hasta que Atenea lo engañó y se hizo pasar por su hermano. Se quedó quieto y esperó la llegada de Aquiles. Atenea desapareció y solamente le quedó luchar. Héctor lanzó su lanza. El furor de Aquiles hizo que reaccionase bruscamente y paró la saeta con su escudo.


Entonces, el príncipe se lanzó desesperado a atacarle con su espada, pero Aquiles tenía su lanza, que contaba con la ventaja de abarcar más distancia. Además, Héctor portaba la antigua armadura de Aquiles y él conocía su único punto débil. Todo estaba protegido, salvo la garganta y allí le alcanzó Aquiles, antes de que la espada pudiera rozarle siquiera. Lo mató como un zorro mata a un pato, en un acto más parecido a un juego que a una hazaña, un mero abuso de la superioridad combativa.


La ira de Aquiles no arreció con la matanza. Lo ató a su carruaje y lo arrastró para desfigurarle. Lo hizo en incontables ocasiones. Su furia era un fuego que crecía cada vez que se le alimentaba con cada acto de venganza. No podía dormir por pura cólera, dando vueltas y más vueltas en las noches.


Héctor era la gran baza de Troya. Le llamaban el protector de la Ciudad. Una vez muerto, la balanza tenía que inclinarse para los griegos. Sin embargo, el rey troyano Príamo logró infiltrarse en el campamento y consiguió tiempo. Pudo entrar en la tienda de Aquiles y suplicó de rodillas el cuerpo de su hijo para poder darle las debidas exequias. El héroe vio el dolor del rey y se vio reflejado en él: estaba sufriendo como el padeció cuando mataron a su amante.

 

La ira de Aquiles se desvaneció y no fue por la venganza, sino por la compasión: por compartir un dolor similar con otra persona y aplacarlo con el mutuo reconocimiento. Aquiles se compadeció del anciano, le permitió llevarse a su hijo y, por fin, vio aplacada su ira. Solamente la compasión pudo terminar con la terrible cólera de Aquiles.

 

Bibliografía:


-Graves, R. (1999): Dioses y héroes de la antigua Grecia.  Madrid: Unidad Editorial.

 

-Havelock, E. A. 2002: Prefacio a Platón.  Madrid: Antonio Machado Libros.

 

-Hesíodo  2001: Obras y fragmentos.  

 Madrid: Editorial Gredos.


-Homero  (2000):
Ilíada.  Madrid: Editorial Gredos.


-Homero  (2000): Odisea.  Madrid: Editorial Gredos.

 

-Nietzsche, F. (2002): El nacimiento de la tragedia.  

Madrid: Alianza Editorial. 

 

-Redfield, J. M. (1992): La tragedia de Héctor: naturaleza y cultura en la Ilíada.  Barcelona: Destino. 

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