2021(e)ko abenduaren 28(a), asteartea

La "Odisea" y la filosofía europea

 

La Odisea y la filosofía europea


Juan José Angulo de la Calle



https://es.wikipedia.org/wiki/Odisea#/media/Archivo:Herbert_James_Draper,_Ulysses_and_the_Sirens,_1909.jpg


Odiseo rico en ardides [Ulises para los romanos]. La figura de Ulises como referente de moderación y cierta sabiduría fue recogida por diferentes filósofos griegos y romanos clásicos, sobre todo por parte de los estoicos. Ulises es un héroe que tiene como guía a Atenea, diosa de la sabiduría. Ella fue la que le inspiró la estratagema de construir el caballo de madera para infiltrarse en Troya y fue la protectora que ayudó a Ulises y a su familia durante su Odisea por mar.


Cuando salió de Troya, desembarcaron en la isla de los cíclopes y se abastecieron en la cueva de Polifemo. El gigante les encerró en la cueva y los fue devorando, sin escuchar las solicitudes de hospitalidad de mandato de Zeus porque él se consideraba más grande que el rey de los dioses. A la noche, el cíclope duerme. Ulises se ve tentado por la ira a acabar con el monstruo, pero supo sobreponerse a su impulso y se esforzó por superar sus encendidas pasiones en favor de su prudencia.


“Al momento me di yo a pensar en mi espíritu altivo

en llegarme, sacar del costado la aguda cuchilla

y clavarla en su cuerpo entre el pecho y el hígado luego

de palpar con la mano; otro impulso detúvome entonces,

pues hubiéramos muerto nosotros también sin remedio

incapaces de alzar con los brazos la piedra terrible

que él dejaba en la gran abertura cerrando su cueva.

Suspirando, a la espera quedamos del alba divina.”

(Odisea, Canto IX, versos 299-305)



Ulises supo esperar hasta pensar en un plan. Uso su inteligencia más que la fuerza bruta. Le dio regaló vino al gigante y cuando, agradecido, el cíclope le preguntó su nombre, le dijo que se llamaba Nadie. Con el sopor del alcohol, Ulises y sus compañeros le clavaron un tronco y se ocultaron debajo de las ovejas. El monstruo trató de buscarlos para vengarse, pero no los encontró y, resignado, tuvo que sacar a su rebaño para poder seguir abasteciéndose como siempre. Palpó a las ovejas, pero los griegos se escondieron debajo de ellas y pudieron salir con ellas.


Esta actitud de usar la inteligencia por encima de la fuerza bruta es una constante en el astuto rey durante su odisea y es valorada por distintos autores, que ven en él a un hombre sabio que se pone por encima de las pasiones y actúa de forma racional, guiándose por la moderación, la templanza, la serenidad, la prudencia y otras virtudes racionales.


Lucio Anneo Séneca escribe en uno de sus escritos filosóficos sobre ética acerca de este hábito racional y lo pone como ejemplo de madurez racional, señalando que su actitud de no dejarse llevar por las pasiones y guiarse por la inteligencia es un ejemplo de sabiduría y racionalidad.


“Por lo que toca a Catón, te dije que no había para qué te congojases, porque ningún sabio puede recibir injuria ni afrenta; y que los dioses nos dieron a Catón por más cierto dechado de un varón sabio, que en los siglos pasados a Ulises o Hércules: porque a éstos llamaron sabios nuestros estoicos por haber sido invictos de los trabajos, despreciadores de los deleites, y vencedores de todos peligros.” 

(De la brevedad de la vida, capítulo II)


El cíclope sale y reclama ayuda de sus hermanos. Dice que Nadie le ha cegado y los demás gigantes se lo toman al pie de la letra. Los griegos llegan hasta su barco y, alejados, en un acto de arrogancia, Ulises le dice su nombre y que fue él el que lo cegó. Polifemo le maldice y suplica al dios Poseidón que lo castigue.


A partir de entonces, el dios Poseidón se ocupa de dificultar el viaje de Ulises, provocando que se las aguas se tornen tormentosas y le desvíen de su camino de vuelta a su reino, Ítaca. Acaban en varias islas, en las que viven hechiceras como Circe o mujeres encantadoras como Calipso que hacen prisionero del amor a Ulises y hacen que postergue su estancia con ellas.

 

Finalmente, en cada ocasión, Ulises logra vencer su pasión e, incluso, la alegría desmedida por el nacimiento de nuevos hijos, en favor de un objetivo de mayor valor y del deber que tiene para con su esposa legítima y su hijo Telémaco. Su viaje al Hades le permite hablar con la sombra del adivino Tiresias que, además de explicarle cómo llegar a Ítaca, le dice que casa se ve asaltada por pretendientes que están consumiendo su hacienda, pretenden usurpar su trono y asesinar a su hijo. Ulises tiene que vencer sus pasiones amorosas, poner por encima el pensamiento y la virtud, siendo un personaje que se guía por la racionalidad y la reflexión.


Además, se ve envuelto en los peligros de los monstruos de los mares profundos. Tiene que hacer uso de todo el conocimiento de navegación y disciplina para pasar por peligros como los destructivos gigantes lestrigones, los cantos hipnóticos de las sirenas, el paso equilibrado entre el torbellino Caribsis y la sanguinaria Escila de varias cabezas. La argucia que usa Ulises para superar el canto de las sirenas fue una de las más significativas: fue objeto de diversas representaciones artísticas con diversas interpretaciones y fue usado por Horkheimer y Adorno para hablar de la razón instrumental (lo que primero llamaron la dialéctica de la Ilustración).


Horkheimer y Adorno consideran que, desde la Ilustración, se ha establecido en Europa una manera de estructurar el pensamiento que hace que se reduzca al mero cálculo de los mejores medios para llegar a un fin, considerado como virtuoso, bueno, valioso o racional. 

 

La Ilustración hacía un llamamiento a que prevaleciese la razón por encima de otras consideraciones, defendía una racionalización de todos los aspectos de la vida (organizar todo en función de la optimización o “racionalización”) y ensalzaba la técnica elaborada de las nuevas máquinas, como máxima expresión del uso racional de instrumentos elaborados por la inteligencia y que colocaban a las personas en una situación de progreso de producción y de civilización.


Los ilustrados defendían que la razón tenía que ponerse por encima de la naturaleza, de forma que se la trate como un instrumento que sirva a los fines humanos (como el Progreso y la Civilización). Se veían reflejado esto en la Enciclopedia de las ciencias y las artes, en las que se ensalzaba los logros de aparatos técnicos cada vez más racionales y productivos que eran presentamos como grandes instrumentos que traían Progreso y Civilización. 

 

Así, se empezaba una dinámica en la que se trataba a los seres vivos como instrumentos y recursos naturales, se ponía un fin por el que casi justificaba todos los medios y se defendía una organización de la realidad en la que todo debía ser sometido a la optimización y la razón instrumental. El paso de tratar la naturaleza como recurso a tratar a las personas como recursos humanos solamente fue cuantitativo a partir de la sociedad industrial y redundó en la división social del trabajo, en la que la explotación laboral podía realizarse sin cuestionamientos emocionales en nombre del “desarrollo” económico y la presunta "eficacia" de un modelo sin regulaciones y con derechos laborales reducidos, planteamientos defendidos por el discurso liberal.


Esta dialéctica de la Ilustración, se veía fundamentada con la apelación a una fría racionalidad instrumental, por encima de consideraciones emocionales y de todo lo que se presentaba como la única forma de racionalización de la sociedad (al reducir el pensamiento al cálculo medios-fines y al ser los propietarios de los grandes medios de comunicación los que difundieran más su versión del Progreso). 

 

Adorno y Horkheimer presentaron la narración de la aventura de Ulises con las sirenas como muestra de este tipo de reducción del pensamiento. Ulises, para centrarse en su destino y objetivo puramente formal, alienó a sus remeros por medio de tapar sus oídos con cera, de manera que eliminaba la posibilidad de acceso a la sensualidad en aras de un objetivo presentado como mejor y racional; y el mismo rey tuvo que autodisciplinarse, en una suerte de moralidad de frialdad burguesa, por medio de atarse al mástil y frenar a sí mismo las consideraciones sensibles.


“La otra posibilidad es la que elige el mismo Odiseo, el señor terrateniente, que hace trabajar a los demás. Él oye [ a las sirenas, los recuerdos encantadores: emociones], pero impotente, atado al mástil de la nave, y cuanto más fuerte resulta la seducción más fuertemente se hace atar, lo mismo que más tarde también los burgueses se negarán la felicidad con tanta mayor tenacidad cuanto más se les acerca al incrementarse su poder. [...]


A través de la mediación de la sociedad total, que invade todas las relaciones y todos los impulsos, los hombres son reducidos de nuevo a aquello contra lo cual se había vuelto la ley de desarrollo de la sociedad, el principio del sí mismo: a simples seres genéricos, iguales entre sí por aislamiento en la colectividad coactivamente dirigida. Los remeros [de la Odisea, cuando tienen que pasan la isla de las sirenas], que no pueden hablar entre sí, se hallan esclavizados todos al mismo ritmo, lo mismo que el obrero moderno en la fábrica, en el cine y en el transporte colectivo.” (Adorno, 2004, p.87- 89)

 

Tras muchos avatares, Ulises llega a su tierra y la ve saqueda por los pretendientes de su esposa. Ayudado por la diosa Atenea, logra entrar disfrazado de anciano mendigo y es acogido por uno de sus sirvientes. En su casa, se encuentra con su hijo, Telémaco, y le explica su plan. Se infiltra en el palacio vestido como mendigo y pasa desapercibido.

 

Telémaco se hace con las armas de los pretendientes mientras Penélope propone una prueba final para elegir a su futuro esposo. Ella pide a todos que intenten armar el arco de su antiguo marido (regalado por Ífito y que había sido hecho por el dios Apolo), y después disparar los ojos de doce segures. Todos empiezan a preparar el arco, pero solamente, al final, Ulises lo logra y dispara certeramente. Terminada la farsa, dispara las flechas contra los saqueadores y luego Telémaco trae armas para terminar la masacre sangrienta.

 
 

Todas sus desventuras terminan, pero todavía debe superar la astucia de Penépole, que cambió la colocación de su tálamo de forma que solamente su auténtico esposo pudiera identificar esta modificación significativa de su palacio. Ulises pasa la última prueba y, por medio de otras señas que solamente conocen ambos esposos, convence a su esposa de que es él. Así termina su larga odisea de retorno del hogar.

 

Bibliografía:

 

-Adorno, Th. W. & Horkheimer, M. (2004): Dialéctica de la ilustración. Madrid: Trotta.

 

-Aristóteles (2013): Poética. Madrid: Alianza Editorial.

 

-Homero (2000): Ilíada. Barcelona: Gredos.

 

-Homero (2000): Odisea. Barcelona: Gredos.

 

-Platón (2002): Obra completa. Madrid: Gredos.

  

-Ovidio, P. (2012): Las metamorfosis. Barcelona: Gredos.

 

-Redfield, J. M. (1992): La tragedia de Héctor: naturaleza y cultura en la Ilíada. Barcelona: Destino.

 

-Séneca (2012): Tratados morales. Barcelona: Espasa Libros.

 

-Virgilio, P. (1999): Eneida. Madrid: Mestas Ediciones.

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