El anillo de Giges
(mito de Platón
sobre la corrupción)
Con el anillo que lo hace invisible, Giges tiene impunidad total para hacer todo lo que quiere y puede llegar a extremos, como comer y beber demasiado. Puede robar lo que quiera y, en medio de la avaricia, se ve en un ansia irrefrenable por lograr cada vez más riquezas, sin haber saciedad posible y con un deseo que le hace sentirse frustrado siempre. Se consume por la angustia que da el deseo porque los deseos son ilimitados y porque él hace que acabe consumido por la búsqueda de nuevas dosis de bienes externos por el gozo que da la novedad.
El deseo desmedido es una pasión sin control y desatada que es perjudicial porque puede alimentar un ritmo de vida lleno de excesos; y porque el hábito a alimentar pasiones desatadas conduce a buscar desesperadamente un nuevo bien externo, generando una constante ansiedad.
Es como le pasaba a Aquiles cuando se dejó llevar por la cólera: no acabó ni vengándose de Héctor, el asesino de su primo Patroclo; y se revolvía por las noches sin descanso porque el ansia de venganza desatada conduce a verse consumido por un odio ciego, que impide toda paz. El héroe seguía con rabia y alimentándola, dando lugar a que ardiera por dentro en una pasión ciega que le llevaba a maltratar el cuerpo de Héctor. Solamente se calmó cuando llegó el rey Príamo, vio que sufría tanto como él lloró la muerte de Patroclo, se compadeció de él y se aunaron los dolores en una velada en la que compartieron dolores comunes. En ese caso, la compasión triunfó sobre la terrible cólera, puramente pasional.
Someterse al imperio de la pasión desatada es como dar más leña al fuego: hace que crezca y se vuelva más virulento. Seguir a un deseo ansioso es como beber agua de mar: hace que aumente el ansia de un deseo mayor, hace que se crezca la pasión y genere angustia por la insatisfacción de caprichos ciegos, arbitrarios e innecesarios. Hace que la persona pase de ser dueño de sí mismo a ser esclavo de las pasiones.
Según Platón, el verdadero bien no provendrá de hacer todo lo que se quiera de forma desmedida y sin consideraciones. Por encima de todo, se debe establecer un orden estable. El equilibrio del ánimo solamente provendrá de establecer la justicia en la vida y en la sociedad porque por medio de ella se procurara que busquemos lo que le corresponde a cada uno según el criterio frío y virtuoso de la idea racional de la razón, sin extralimitarse a lo que le corresponde a los semejantes y otras partes de la sociedad. De esta forma, se logra una limitación en el ciego deseo, más conforme a las necesidades y a lo que nos corresponde según la razón.
Bibliografía:
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-Platón (1971). El banquete.
Patricio de Azcárate (ed.). Filosofía en Español.
[Contsulta: 2019ko ekainaren 25ean]. Hemen igota:
Patricio de Azcárate (ed.).
Barcelona: Edicomunicación.
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