Ser-en-el-mundo junto con
ser-con-otros
Juan
José Angulo de la Calle
Heidegger es un filósofo que,
ante todo, se ha dedicado a la ontología. Sin embargo, parte de la
existencia para llegar al ser (en tanto en cuanto el existente es el
que se dedica a investigar el ser). La existencia es la esencia del
hombre, su modo de ser. El modo de ser que le define es el ser
libre. “[...]
La esencia del
hombre viene caracterizada por el hecho de hallarse frente a un
complejo de posibilidades entre las que las que no le queda más
remedio que elegir.”1
El ser humano para ser tiene que actuar, y ese actuar es en un
mundo. Es en el mundo. Esto le vincula a las cosas y a las
personas. Somos con
otros.
El ser-con-otros no es mera
existencia compartida de un mismo mundo. Nuestros valores y afectos
también van dirigidos hacia los demás, nuestro ser también se
forja hacia los demás. “[
...] Todos y cada
uno de nosotros estamos constituidos a la vez por nuestras
preocupaciones, en las cuales hacemos uso de los objetos en cuanto
útiles, y por nuestra solicitud por las personas ( [
...] el profesor
como profesor implica al alumno)”2
2.1 La inautenticidad
Lo propio del ser humano es
elegir. Si se ve demasiado influenciado por los demás puede perder
su autenticidad. Si se comporta como los demás esperan que se
comporte, si sigue sus tradiciones y costumbres... se limita la
elección. Se actúa automáticamente, sin elegir. Se aliena la
libertad.
“Para comprenderse, el
hombre puede adoptar como punto de partida o bien a sí mismo, o bien
al mundo y los demás hombres. En el primer caso tiene una
comprensión auténtica, mientras que en el segundo tiene la
comprensión inauténtica, que es el fundamento de la existencia
anónima. La existencia anónima es el reino del “se”, donde
domina totalmente el se dice o el se hace. Abandonarse
a esta actitud significa aceptar una de las posibilidades que
la existencia humana ofrece, puesto que la estructura impersonal de
la vida social es también constitutiva del modo de existencia del
ser humano, que es ser-en-común. Pero es tomar un camino que, lejos
de permitir la realización de su genuina trascendencia, es decir, la
persecución de las posibilidades que le son propias, termina
depositando al hombre mismo al nivel que las cosas del
mundo[cosificación]. Cuando ello ocurre, podemos decir que
la existencia se ha desprendido de sí misma y ha caído en el mundo,
ha quedado atrapada en él. El yo ha sido sepultado dentro del uno[
o mundo del “se”].
[
...] O, con otros términos, cuáles son esas “posibilidades más
propias” a las que se ve obligado a renunciar ese hombre que se
mueve automáticamente por los senderos trillados del mundo
organizado [o trance socialmente consensuado].”3
1
Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002.
Madrid. Edit. Taurus. P. 185
2
Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002.
Madrid. Edit. Taurus. P. 187
3
Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002.
Madrid. Edit. Taurus. P. 188
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