2014(e)ko otsailaren 20(a), osteguna

Ser-en-el-mundo junto con ser-con-otros



Ser-en-el-mundo junto con ser-con-otros

Juan José Angulo de la Calle

Heidegger es un filósofo que, ante todo, se ha dedicado a la ontología. Sin embargo, parte de la existencia para llegar al ser (en tanto en cuanto el existente es el que se dedica a investigar el ser). La existencia es la esencia del hombre, su modo de ser. El modo de ser que le define es el ser libre. [...] La esencia del hombre viene caracterizada por el hecho de hallarse frente a un complejo de posibilidades entre las que las que no le queda más remedio que elegir.1 El ser humano para ser tiene que actuar, y ese actuar es en un mundo. Es en el mundo. Esto le vincula a las cosas y a las personas. Somos con otros.

El ser-con-otros no es mera existencia compartida de un mismo mundo. Nuestros valores y afectos también van dirigidos hacia los demás, nuestro ser también se forja hacia los demás. “[ ...] Todos y cada uno de nosotros estamos constituidos a la vez por nuestras preocupaciones, en las cuales hacemos uso de los objetos en cuanto útiles, y por nuestra solicitud por las personas ( [ ...] el profesor como profesor implica al alumno)”2

2.1 La inautenticidad

Lo propio del ser humano es elegir. Si se ve demasiado influenciado por los demás puede perder su autenticidad. Si se comporta como los demás esperan que se comporte, si sigue sus tradiciones y costumbres... se limita la elección. Se actúa automáticamente, sin elegir. Se aliena la libertad.


Para comprenderse, el hombre puede adoptar como punto de partida o bien a sí mismo, o bien al mundo y los demás hombres. En el primer caso tiene una comprensión auténtica, mientras que en el segundo tiene la comprensión inauténtica, que es el fundamento de la existencia anónima. La existencia anónima es el reino del “se”, donde domina totalmente el se dice o el se hace. Abandonarse a esta actitud significa aceptar una de las posibilidades que la existencia humana ofrece, puesto que la estructura impersonal de la vida social es también constitutiva del modo de existencia del ser humano, que es ser-en-común. Pero es tomar un camino que, lejos de permitir la realización de su genuina trascendencia, es decir, la persecución de las posibilidades que le son propias, termina depositando al hombre mismo al nivel que las cosas del mundo[cosificación]. Cuando ello ocurre, podemos decir que la existencia se ha desprendido de sí misma y ha caído en el mundo, ha quedado atrapada en él. El yo ha sido sepultado dentro del uno[ o mundo del “se”].

[ ...] O, con otros términos, cuáles son esas “posibilidades más propias” a las que se ve obligado a renunciar ese hombre que se mueve automáticamente por los senderos trillados del mundo organizado [o trance socialmente consensuado].”3


1 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 185
2 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 187
3 Manuel Cruz, “La filosofía contemporánea”. 2002. Madrid. Edit. Taurus. P. 188

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