La explotación según Marx
Juan
José Angulo de la Calle
El objetivo del modo de
producción capitalista es la acumulación. La pregunta es cómo
puede lograr dicha acumulación, cual es el medio por el que puede
sumarse el valor. Los productos poseen una utilidad y por mor de ella
se quiere o se necesita ser adquiridos. Esto quiere decir que los
bienes y servicios poseen cada uno un particular valor de uso. ¿Cómo
se puede comparar una utilidad de un producto con respecto al uso de
otro artículo o servicio si cumplen funciones completamente
diferentes? Los productos no son intercambiables por su valor de uso,
no se les puede asignar un valor común. Solo se les puede dar un
valor objetivo a través de atribuirle valor en función de un factor
objetivo y común de todos los bienes y servicios: el valor-trabajo,
el tiempo de trabajo que se requiere para ser elaborado o realizado.
Cada mercancía, entonces,
dispone de valor de uso y de valor de cambio. Se le atribuye un
contenido fetichista, se le da un valor abstracto separado de su
contenido material (como podría ser su efectiva utilidad real).
Debido a la sobreproducción
de bienes y servicios, se crean más productos de los que se consumen
y se necesitan. La presencia de tanta cantidad de bienes y servicios
hace que sean tratados aritméticamente y de una forma abstracta. Se
reemplaza la calidad por la cantidad en la atribución de valor. Se
separan los productos tanto de su materialidad, como de su contenido
concreto. Se reducen los bienes y servicios a valor de cambio en sí
mismo, a capital. Se queda en un valor de cambio atribuido, abstraído
de su contenido real, un fetiche, una mistificación.
La mistificación, a su vez,
llega a separarse del trabajo. Al crearse la ilusión del fetiche por
la abstracción de la materialidad, acaba como abstracción por sí
misma. El objeto queda fetichizado al presentarle valor y
presentárselo como si el valor viniera de sí mismo (del propio
objeto). Y dicha fetichización es una forma social, al ser resultado
de la producción con unas relaciones sociales muy determinadas. Unas
relaciones en las que hay separación entre productores (trabajadores
que transforman los productos) y vendedores (agentes que, sin
producir, sacan al mercado los productos y les asignan valor
abstractamente, al no tener relación directa con los bienes y
servicios).
Ese valor es confundido o
presentado como capital, atribuido al monto de capital asignado a la
maquinaría y a la fuerza de trabajo. Se reduce a capital de
inversión (no a la utilidad real o al trabajo real, sino al valor
que se le atribuye al valor-trabajo) o a dinero, que es la
abstracción del valor de uso por excelencia.
El dinero es el valor de
cambio cuyo valor de uso es representar (simbolizar, mistificar) el
propio valor de cambio en sí mismo. La mistificación del dinero
consiste en presentar el intercambio de mercancías (distintas e
incomparables) como algo natural, siendo como es una mera convención
establecida y una ilusión.
El fetichismo protege al
capitalismo, al esconder la separación entre valor de uso y valor de
cambio. Presenta como natural el valor, en el cual se puede lograr la
apropiación (por ser abstracción y no ser valor fácilmente
asignable y calculable) y acumulación (por convertirlo en una
propiedad aritmética que permite la suma de valores, que en el valor
de uso sería diferentes, incomparables, insumables y, por tanto, no
acumulables).
De la mistificación, se logra
que el intercambio de productos lleve a aumentar el valor. En un
proceso de compra (de materias primas), elaboración y venta, el
producto resultante en otras sociedades de épocas pasadas tendría
igual valor al comienzo y al final. Se cambiarían productos de igual
valor, sería casi un trueque: el dinero para comprar algo, se
recupera al venderlo (D – M - D, dinero-mercancía-dinero). En el
capitalismo, se le atribuye un valor añadido en la transformación
(el trabajo o tiempo necesario en su transformación de materias
primas en productos elaborados o en servicios vendibles) y hace que
tenga mayor valor.
Se usa el valor de cambio (la
abstracción y atribución de valor) en la circulación de mercancías
para incrementar el valor de cambio. Esto es, de un cambio de valor a
valor igual, en el intercambio capitalista se da acumulación por
abstracción y se permite abrir la puerta al aumento del valor. Así,
se incrementa el capital (que es el valor, separado del
valor de uso por el proceso de mistificación).
Ése aumento del valor de las
mercancías (bienes y servicios, resultado de la transformación del
trabajo) es la plusvalía, o el valor añadido por el trabajo
empleado en fabricar o realizar dicho producto (que es la
transformación de las materias primas en bienes y servicios
vendibles). Plusvalía es el tiempo empleado en crear un producto. Es
el valor añadido durante la transformación de la materia bruta en
bienes y servicios. Es un valor que aporta el trabajador y que no es
pagado porque el trabajador cobra un salario (recibe el valor de su
fuerza de trabajo o su esfuerzo, no el resultado de ese esfuerzo o el
valor real) y no se le paga el valor de cambio producido.
Resultado de lo cual, se
logran mayores beneficios y se va sumando cada vez mayor valor, se da
la acumulación; a través de la cual, se puede invertir en mejoras
de los medios de producción para lograr ser más competitivos
(lograr más beneficios para los empresarios por vender a menores
costos por poseer tecnología y medios más eficientes) y así poder
barrer a competidores y hacer que el capital llegue a cada vez menos
manos.
En el capitalismo se producen
cada vez más productos consumibles con valor de uso porque ostentan
valor de cambio. Como consecuencia de ello, el sistema económico
promueve incrementar la productividad (la producción masificada y
expansiva de cada vez más productos) para aumentar el valor-trabajo.
Acaba convirtiéndose en la búsqueda del valor por el mero valor,
con su consecuente fetichización o producción de capital por el
capital mismo (abstraído de su valor de uso), y se acaba por
producir mercancías que no proporcionan satisfacción real, que
solamente consisten en consumismo desbordado.
Esto
conlleva
la
acumulación
de
riquezas
en
cada
vez
menos
manos.
La
cual, fomenta
el
logro
de
mayores
beneficios
para
una
minoría.
Las ganancias
las
reciben
sobre
todo
los
propietarios
de
los
medios
de
producción
(empresas).
-Marx,
Karl
2008:
El
capital.
Trad. Pedro
Scaron. México
D. F.: Siglo
XXI editores.
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