Adversidad y estoicismo
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Vivimos una época de crisis y adversidad. Quizás la filosofía estoica nos pueda ayudar en esta época tan difícil. Según los estoicos, si nos sobreponemos a las pasiones desatadas y encaramos con paciencia las adversidades, se logrará una entereza que nos hará más resistentes y se trabajará una moderación que dará feliz serenidad [ataraxia].
La filosofía estoica nos enseña que hay cosas que dependen de
nosotros y cosas que no. No se puede hacer nada frente a las
adversidades de la vida: todo lo que disponemos es prestado y tiene
que ser devuelto.
Sin embargo, sí depende de nosotros el
modo de encajar la adversidad y de actuar con los demás. Un duro
golpe, si es encajado con el tiempo, puede servir para dar un mejor
trato con nuestros semejantes, al darnos cuenta de que las otras
personas son limitadas y necesitan nuestro apoyo.
Un
momento duro puede ser un punto de inflexión para reaccionar de
forma positiva y empezar a procurar dar un trato más humano a
cuantos nos rodean. Un momento difícil puede llegar a ser, sin
quitar el dolor, el comienzo de algo positivo y muy constructivo,
fruto de nuestro esfuerzo y benevolencia.
Según
Epicteto, hay un principio fundamental: hay cosas que dependen de
nosotros y cosas que no dependen de nosotros.
No están
bajo nuestro control la salud, la posición y los bienes externos.
Podemos conseguirlos por nuestro esfuerzo, pero requerimos la
oportunidad precisa para poder obtenerlos. En realidad, no nos
pertenecen, los tenemos prestados por la suerte y los podemos perder
por los avatares de la fortuna.
No es sano apegarse a
cosas que se pueden perder. Si nos obcecamos con conseguir las cosas
que queremos, nos frustrará no conseguirla y si la conseguimos, nos
dará miedo perderla. Epicteto considera que hay que vivir como si se
estuviera en un convite, tomando las cosas cuando aparecen y
dejándolas sin más cuando las retiran, sin aferrarse a nada.
Sí
están bajo nuestro control nuestras opiniones y actitudes, nuestra
manera de encarar nuestra situación personal y actuar en
consecuencia. También depende de nosotros cómo tratamos a los
demás, pero eso es otra cuestión.
Volviendo al hilo, en
la adversidad podemos atormentarnos pensando en cómo podrían ser
las cosas o podemos enfrentarnos a la dura realidad, resistir y
tomárnoslo como un reto personal que nos endurecerá y nos permitirá
madurar o, al menos, servirnos para aprender algo. Está en nuestra
mano la manera de encajar las dificultades en la vida, tratar de ver
qué se puede hacer, planificar cómo mejorar nuestra situación con
las posibilidades que se dispone.
Y en caso de que no se
pueda hacer nada, lo mejor es no mortificarse por ello porque si no
se puede hacer nada, no sirve de nada atormentarse. Es como el
proverbio chino: “Si un problema tiene solución, ¿por qué te
preocupas? Y si un problema no tiene solución, ¿para qué te
preocupas?”
Bueno todo esto es en teoría. Luego, más
allá de lo que digan los estoicos, no somos de piedra y muchas cosas
nos afectan. Y al final, es el tiempo el que alivia. Pero bueno,
puede valer para algunos casos.
-Cicerón, M. T. (2005): Disputaciones Tusculanas. Madrid: Editorial Gredos.
-Diógenes Laercio (2007). Vidas de los Filósofos Ilustres. Madrid: Alianza Editorial.
-Epicuro (1985):
Carta a Meneceo y máximas
capitales. Madrid:
Alhambra.
-Epicuro (2005): Obras completas. Madrid: Cátedra
-Epicteto (2012):
Un manual de vida.
Barcelona: Los pequeños libros de la sabiduría.
-Séneca (1984): Diálogos. Madrid: Editora Nacional.
-Séneca (2011): Sobre la vida feliz. Madrid: Gredos.
-Schlanger, J. (2000): Sobre la vida buena. Madrid: Editorial Síntesis.
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